Imagen vía Pixabay.

El Taj Mahal, símbolo indiscutible de la India, supuestamente, es un monumento al amor; si es que realmente se puede hablar de amor en un contexto poligámico, en el que un solo machote tenía hembras a cascoporro, solo para él. Pero oye, con este reclamo, hordas de turistas enamoradísimos han acudido a visitarlo. Cosa que, para la economía de la India, ¡chapó!

Y es que el Taj Mahal es el espléndido mausoleo que, en teoría, mandó construir en Agra el emperador mongol Shah Jahan, en la primera mitad del siglo XVII, en memoria de Mumtaz Mahal (“la Elegida de Palacio”). Ella nunca fue su esposa oficial, pero era la favorita de su harén, y le dedicó más atención que al resto de mujeres que estaban a su disposición. Es más, incluso ejerció como emperatriz consorte y le acompañaba en sus campañas militares. Y, la pobre, falleció al dar a luz a su decimocuarto hijo. La leyenda cuenta que el emperador le prometió que le construiría una tumba tan hermosa como ella y, claro, construyéndole el Taj Mahal, el hombre cumplió por todo lo alto.

Sí, se construyó por amor… ¡Pero por amor propio!

En verdad, la intención de Shah Jahan no solo fue enterrar allí a su amadísima, sino también – y más importante – dar fe de su poder y de su gloria. No es muy creíble que un hombre con tropecientas esposas y concubinas, gastase cantidades ingentes de dinero en construirle un homenaje arquitectónico a una de tantas hembras que poseía – estas mujeres, no eran más que objetos de su propiedad –. Así que eso de que el Taj Mahal es un monumento al amor, es más bien una exageración muy rentable de cara al turismo y una lectura un tanto absurda. Además, no existe declaración alguna de Shah Jahan afirmando que lo mandase construir en honor a Mumtaz Mahal.

La costumbre de los mongoles era que el emperador fuese enterrado junto a las principales consortes, así que, lo más lógico, es pensar que Shah Jahan lo mandó construir pensando en su propio descanso eterno. Además, era alcohólico y adicto al opio, y su salud en aquel entonces estaba más bien regular – lo que pasa es que Mumtaz Mahal le ganó en la carrera hacia la muerte –. Precisamente, construirse su propio mausoleo es lo que hicieron sus predecesores. Y Shah Jahan, ya que estaba, pues se hizo una tumba más magnífica que los de éstos, ¡que se notase su poderío! Porque, he aquí la clave, para los mongoles, los mausoleos eran un instrumento para mostrar la grandeza del emperador. ¿Más pruebas? “Taj” viene a significar corona: ninguna referencia al amor y sí al poder.

Un despliegue de medios impresionante para construir una joya arquitectónica

El Taj Mahal es un monumento funerario enorme, compuesto de edificios de mármol blanco – que cambian de color majestuosamente, según varía la luz a lo largo del día – y un jardín – que está dividido en cuatro partes, simulando el “Jardín del Edén”, de acuerdo a los textos místicos del período mongol –, con un estanque central. Es una combinación exquisita de elementos arquitectónicos islámicos, persas e indios y una joya artística, por su equilibrio y armonía. La decoración empleada también es espectacular. Detrás del estanque, situado en el centro del jardín, hay tres edificios, y en el principal (el del centro), se encuentran las tumbas de Mumtaz Mahal y de Shah Jahan. Sin duda, el Taj Mahal es la mayor contribución de los mongoles a la arquitectura mundial; una auténtica obra maestra.

Para el diseño creativo del Taj Mahal, se emplearon treinta y siete hombres: escultores especializados de Bukhara, calígrafos de Siria y Persia, incrustaciones del sur de la India, cortadores de piedra del noroeste de la India, un especialista en la construcción de torretas, otro que tallaba solo flores de mármol… Para su construcción, fue necesario emplear la mano de obra de veinte mil trabajadores, ni más ni menos. Para transportar el mármol desde las canteras hasta Agra, se usaron elefantes, camellos y carretas tiradas por bueyes. Además, su construcción implicó la importación de mármol italiano, que se utilizó para la caligrafía y los versos coránicos, y la incrustación de piedras semipreciosas – jade, cristal, lapislázuli, amatista y turquesa – en el mármol indio.

Así, el despliegue no solo estuvo en la fuerza de obra humana y animal: las arcas del Imperio Mongol se quedaron tiritando por la tremenda inversión económica que supuso el Taj Mahal. La leyenda cuenta que Shah Jahan ordenó cortar las manos de los constructores, para que jamás pudiesen replicar el mausoleo – pero, no os lo creáis, es mentira cochina –. Hicieron falta veintidós años para terminar de construirlo.

La tumba perfecta para un emperador, un monumento increíble para la humanidad

Según la leyenda, Shah Jahan tenía la intención de construir un segundo mausoleo, usando mármol negro. Pero el examen arqueológico realizado por varios expertos no ha encontrado base para tal afirmación. Shah Jahan vivió sus últimos años de su vida encerrado en una fortaleza de Agra (el Fuerte Rojo), por cortesía de uno de sus hijos con Mumtaz Mahal, que lo hizo prisionero para sucederle y coronarse. Desde aquella prisión, podía vislumbrar su majestuoso mausoleo, donde lo enterraron cuando falleció.

En 1983, la UNESCO declaró al Taj Mahal Patrimonio de la Humanidad. Sin duda, es uno de los monumentos arquitectónicos más bellos de la Historia y una visita ineludible, para quien pueda pagarse el viajecito – esté o no enamorado –.

Autora invitada: Ana Morillas Cobo de Revista de Historia Khronos.

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Bibliografía

  • Fernández del Campo, E. (2020) “Taj Mahal” en Historia National Geographic, nº 199, pp. 88-103.
  • Koch, E. (2005) “The Taj Mahal: Architecture, Symbolism, and Urban Significance” en Muqarnas, vol. 22, pp. 128-149.
  • Shah, B. (2014) “Taj Mahal – A ‘True Story’ – Was It a Love Memorial or Mausoleum?” en Reinterpretation and Review Of Ancient History and Civilization. Blog. 3 de abril de 2014.
  • Sparavigna, A. C. (2013) “The Gardens of Taj Mahal and the Sun” en International Journal of Sciences, vol. 2, nº 11, pp. 104-107.

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