
‘Dos formas de Los con Enitharmon’, Blake, Plancha 100 de Jerusalem
“Quien ve el Infinito en todas las cosas, ve a Dios”1, afirmó William Blake en la máxima que cierra una de sus primeras obras: No hay religión natural. Dentro de cada ser humano reposa una infinitud, el Dios interior del cual proviene toda manifestación creativa, toda obra, representada por el Genio Poético. Tal es la revelación que el poeta inglés vino a traernos:
“Así como todos los hombres son iguales (aunque infinitamente diferentes), así todas las religiones, y todo lo similar, tienen una fuente. El verdadero hombre es la fuente, él es el Genio Poético”2.
Más que ser únicamente un movimiento cultural que se propagó por Europa, el Romanticismo fue una manifestación de la libertad del espíritu de todo aquel que buscaba, mediante una mejora continua, la construcción de su propio ser ajena a la rigurosidad con la que el exceso de raciocinio, representado por la Ilustración francesa y el neoclasicismo, pretendía ensombrecer la creatividad humana. Esta búsqueda involucra la propia formación (Bildung), que podríamos ver como una vida entregada a la prueba y el error mediante la expresión artística, el único medio posible para acercarnos a lo divino.
Para Friedrich Schlegel, gran precursor del Romanticismo alemán, la poesía alberga una síntesis moral y filosófica de experimentación casi religiosa donde Dios puede reflejarse en el ser humano por medio del arte. Blake por su parte fue un creyente devoto, a su manera, no derivada de la ortodoxia religiosa sino de la iluminación poética, donde reside el Genio, rostro de la Divina Humanidad. En el pensamiento romántico se da la búsqueda de una unión que nunca llega a completarse, el “universal progresivo” al que Schlegel se refiere con entusiasmo, esa construcción del ‘yo’ por medio de un constante ‘salirse de sí’ y reencuentro que nos impulsa a trascender el mundo de los opuestos. “La poesía romántica es una poesía que aspira a lo universal”3, clama el fragmento #116 de Athenaeum.
El genio poético y el universal progresivo
“No podemos divisar a Dios, pero sí vemos lo divino por todas partes, en primer lugar, y en su forma más genuina, en el centro de una persona inteligente, en la profundidad de una obra humana viviente”4, afirmó Friedrich Schlegel en su fragmento #44 de Ideas. De manera similar nos dice Blake:
“Que el Genio Poético es el verdadero Hombre, y que el cuerpo o la forma externa del Hombre se deriva del Genio Poético. Del mismo modo que las formas de todas las cosas se derivan de su genio […]”5.
Resulta fascinante cómo autores provenientes de distintos rincones de Europa llegaron a pensamientos tan similares, no obstante, hay que tener en cuenta los distintos fenómenos políticos y culturales cuyas repercusiones trascendían las fronteras. La Revolución Francesa, la racionalización del pensamiento humano y nuevas miradas hacia las culturas antiguas influenciaron la búsqueda por un ideal de mundo e identidad que dieron lugar a la reformulación de áreas de estudio como la hermenéutica (Filología) y la filosofía del arte (Estética).
Blake se refirió propiamente al Genio Poético desde sus obras tempranas. Una de las ideas cruciales para entender el pensamiento del escritor inglés es que no hay división entre cuerpo y alma, sino que Razón y Energía son dos elementos que forman el ser.
“El hombre no tiene un cuerpo distinto de su alma; porque ese llamado Cuerpo es una porción del Alma discernida por los cinco Sentidos […]”6.
Siguiendo este pensamiento, lo que normalmente es tomado por Bueno es un elemento pasivo que obedece a la Razón (identificada con el Cielo), y la Maldad es el activo que surge de la Energía (identificada a su vez con el Infierno), por lo que el poeta inglés, como si de un profeta se tratara, nos exaltará la conciliación entre estos que acontece dentro de nosotros, en efecto: El matrimonio del Cielo y el Infierno.
En la obra que lleva este nombre, tomando prestado los personajes arquetípicos de las religiones cristianas, así como las personalidades del poema de Milton, menciona que “a la razón le pareció como si el deseo hubiera sido expulsado, pero la versión del Diablo es que fue el Mesías quien cayó, y formó un cielo con lo que robó del abismo”7. La razón (Urizen8), representación de lo que se hace razonablemente y que quizá es entendida bajo la optimista idea de que la razón humana tiende hacia el bien y la ley, intenta desligarse de los meros impulsos, los cuales, no obstante, son fuente de creatividad (Los). En “Un capricho memorable” (una sección de El matrimonio), nos dice:
“Mientras caminaba entre los fuegos del infierno, encantado con los gozos del Genio, que a los ángeles les parecen tormento y locura, recolecté algunos de sus Proverbios”9.
Del abismo de los sentidos, el Infierno donde convergen convulsos las energías productivas, la Razón establece un radio, es decir, un límite o proporción, con el fin de marcar el alcance de lo comprendido, un intento de asimilación. Hay una unidad que no termina de unirse. Una expectativa de superación que no se ha consumado todavía, y que no se llega a consumar: el radio del entendimiento es expandido progresivamente.
Más que una expresión metafórica o simbólica, el Genio Poético implica una constante superación de sí mismo, una proyección en donde la Razón desciende al Infierno, una y otra vez, para tomar lo que puede de los impulsos y regresar a construir algo nuevo; “Sin contrarios no hay progreso”10 nos dice el poeta, una fórmula tan antigua como el arte mismo. Este encuentro y reencuentro constante que podemos identificar con el universal progresivo romántico, se manifiesta en la poesía, un fin en sí misma más allá de cualquier categorización. De esta forma el creador ve el infinito por unos instantes mediante el acto de crear, es decir, los contrarios se difuminan y el artista asciende.
El Genio, el verdadero ser donde aguarda la Divina Humanidad, es el mediador entre ambos mundos, el cielo (razón) y el abismo (impulso). Descender y regresar, una y otra vez, nos hace trascender y expandir cada vez en mayor medida ese radio que la razón nos trata de imponer en esta dimensión; así podemos comprender lo infinito. Trascenderse a sí mismo, tal es la forma en que el Genio construye el ser que se manifestará en el exterior; por ello nos dirá Schlegel que:
“Toda buena persona se va haciendo cada vez más dios. Hacerse dios, ser humano, formarse, son expresiones que significan lo mismo”11.
De esta manera el poeta inglés, así como el pensador alemán, apuntaban a un mismo ideal: la liberación del espíritu.
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Notas:
* El presente texto es un breve extracto de un estudio sobre la manifestación creativa en el Romanticismo temprano.
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De There is no natural religion. [b]. ‘Application’. Traducción propia. Blake, William, Poems and prophecies, Everyman’s Library, UK, 1991, p. 6.
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De All religions are one, Principle 7th. Blake, W., Poems and prophecies, p. 8.
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Debemos recordar que los fragmentos de Athenaeum comparten autoría con varios pensadores como Novalis, Schleiemarcher y los hermanos Schlegel, como parte del experimento Symphilosophie de escritura colectiva.
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Fragmento #44 de Ideas. Schelegel, Friedrich, Fragmentos. Sobre la incomprensibilidad, Titivillus, 2017, p. 105.
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De All religions are one, Principle 1st. Traducción propia. Blake, W., Poems and prophecies, p. 7.
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De The Marriage of Heaven and Hell, ‘The voice of the Devil’. Traducción propia. Blake, W., Poems and prophecies, p. 46.
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Ibid., p. 47. Traducción propia.
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Según la cosmovisión de Blake, encontrada en varios de sus textos proféticos, Urizen es una de las cuatro fuerzas principales que forman el universo, y representa un principio ordenador identificado con la razón; a esta se le contrapone Los, lo abstracto de la imaginación. Ver Libro de Urizen o La canción de Los.
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De The Marriage of Heaven and Hell, ‘A memorable fancy’. Traducción propia. Blake, W., Poems and prophecies, p. 47.
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De The Marriage of Heaven and Hell, ‘The Argument’, 1991, Traducción propia. Ibid., p. 46.
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#262 de los Fragmentos críticos. Schlegel, F., Fragmentos, p. 64.
Ya que estamos con Blake, sin animo de compararme, voy a divagar un poco, como solía hacer el. Es difícil de comprender, con bastante frecuencia. No se hasta que punto el se comprendía a si mismo. en su pintura refleja ese mundo peculiar que también refleja en sus escritos. Tiene pinta de que estamos ante uno de esos casos de genio/loco. Voy a divagar con una de sus frases, podía ser prácticamente cualquier otra. «Si un loco persistiese en su locura se volvería un sabio» o «Si un necio persistiese en su necedad se volvería un sabio». En algunas versiones de esta última se dice que se volvería un cuerdo. No se lo que quiso decir. Ni siquiera se si el lo sabía. Aparentemente parecen unas tonterías, unas boutades. Es verdad que a veces la genialidad y la locura van juntas, cogidas de la mano, o muy próximas, pero no hay que confundir la genialidad con la sabiduría, pueden ir juntas o no, pero son dos cosas distintas. Ha habido y hay y supongo que habrá muchos locos y/o necios que persistieron en su locura y/o necedad, más o menos voluntariamente, y que de sabios tienen casi nada, o nada. Y aun hay versiones más absurdas de esta frase. Un saludo y perdón por la digresión.
No diría que todas las religiones son una, como sostiene Blake, pero tiene un fondo de razón en lo que dice. Las religiones son distintas aproximaciones a Dios, pero no creo que todas sean igual de validas.