«Si los grandes relatos conocidos hasta ahora —el cristiano, el liberal-progresista, el hegeliano, el marxista, el fascista— se han revelado como intentos inadecuados por hacerse cargo de la complejidad del mundo, este reconocimiento crítico no deslegitima el relato de cosas sucedidas, ni dispensa al pensar del esfuerzo por conseguir una óptica luminosa para los detalles aprehensibles de la totalidad esquiva». (El mundo interior del capital, Peter Sloterdijk)

Algunas veces, las fuerzas vitales se ven obstaculizadas por el positivismo seco con el que se dirigen algunos psicólogos: “Tu puedes”, “Eres lo máximo, valórate”, “Alcanza tus sueños” son frases que se transforman en una mofa para aquel que vive una circunstancia escabrosa sin solución. Dichas frases las puede considerar bobería para niños. El fracaso o el dolor es real mientras su permanencia no cause amargura, de lo contrario habrá una fantasía que convertirá a su poseedor en fiel títere de deseos incomprensibles. ¿Pero qué deseo es comprensible?

Desde la amargura se pueden crear enemigos de toda especie; incluso uno mismo se vuelve sospechoso, se convierte en algo así como unidad-dual: ofensiva-defensiva, aliado-adversario, etc. Durante este proceso transformador de ideas se entiende que cualquier nueva ideología está armada hasta los dientes y que la actividad completa del ser humano se puede ver regida por la amargura; desde mi perspectiva esto lo encarna bien cualquier ideología. Sin adversarios la ideología dejaría de existir.

A modo de ensayo presento aquí algunas breves reflexiones que más que interpretaciones sobre el mundo y la sociedad pretenden un cometido distinto: divertir al lector. Cumplir dicho cometido está lejos de mis pacientes esfuerzos como escritor y pensador. Finalmente, escribir no es otra cosa que pensar pacientemente.

I

La aproximación a la obra de Cervantes se logra desde la risa y la ironía. Ella nos enseña a carcajearnos de nosotros mismos. Recomendación similar a la recetada por los maestros iluminados: Buda, Krishna, Diógenes y Sócrates.

II

“El hombre en su orgullo creó a dios a su imagen y semejanza”, declara Nietzsche. Como parodia podría decirse: “La mujer en su orgullo creó a el feminismo a su imagen y semejanza”.

III

La ideología es vitalidad. Ella vincula al sujeto aislado a un terreno en el que puede existir sin temor. ¿Sin temor a qué? A la soledad, pues ella disipa toda ideología.

IV

La observación atea de negar la existencia de dios es tan antigua como el nacimiento del universo. El primer golpe del hombre contra el piso se debió a la inexistencia de dios; el Big Bang, como evento caótico, se debió también a esa inexistencia. Los fracasos personales se deben todos a esa inexistencia al igual que todos los eventos y acontecimientos que están en contra de la vida. Si no existe dios por qué culparlo por su inexistencia: esta es la paradoja del ateísmo.

V

Una refutación directa contra el ateísmo se logra con la risa: ¿es imposible reírse del ateo que niega la existencia de dios?

VI

La amargura aparece tras una vivencia dolorosa e incomprensible. Sin embargo, esto ya lo sabemos. También sabemos el argumento de que dios no existe porque si no evitaría a toda costa el mal en el mundo. Creemos que aquello que nos sucede es malo, cuando en realidad es un acontecimiento que absorbe toda nuestra atención. Es existencia pura. Un ejemplo más: los intestinos se inflaman tras una comida llena de habas y frijoles; soltar una flatulencia es señal de que lo malo es reprimir, impedir que salga aquello que no puede habitar en nosotros. El pedo no es malo, sin embargo, no poder soltar uno significa que el buen funcionamiento de mis intestinos no existe.

VII

¿Qué es fácil? Negar la existencia de Dios. Solamente se debe negar todo lo que afirma al hombre. Incluso se puede negar la aseveración de Nietzsche: “El hombre en su orgullo creó a dios a su imagen y semejanza”. La negación quedaría así: “Eso no es cierto, porque dios no existe”, “el hombre no puede tener orgullo, porque dios no existe”, “el hombre no se conoce a sí mismo, porque dios no existe”. Un momento: ¿qué relación tiene el hombre con dios?

VIII

Digamos que la ideología controla masas, actitudes, pasiones, sentimientos, etc. Incluso se puede uno apresurar a creer que asigna los roles que se ocupan en sociedad. El hombre cree que todo lo que posee se debe a decisiones personales sin captar que su única decisión es sumergirse en una ideología: vivir para la ideología. La aniquilación de tabúes no es la destrucción de una ideología, es un cambio de ideologías solamente.

 

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