En el transcurso de la de la década de los años treinta, con el rearme de Alemania promovido por Hitler y el posterior conflicto, hubo empresas que hicieron su particular agosto. Unas por mera supervivencia, otras con la mente puesta en que eran “solo negocios”, y otras con algo más de malícia y menos acierto.
Este no es un artículo publicitario. Tampoco se pretende juzgar a nadie, de eso ya se ocuparon en Nüremberg. El objetivo es tan solo informar sobre ciertos hechos históricos. Mucho menos es mi deseo que el lector se sienta culpable si conduce un Volkswagen, calza unas Adidas, o se ve obligado a tomar aspirinas de Bayer.
Pero ¿por qué empresas tan turbias siguen en pie? Tras la caída del Reich, dichas fábricas eran todo lo que Alemania tenía para relanzar su economía y reconstruir el país. Así se lo vendieron a los vencedores, y así hicieron. Borrón y cuenta nueva.
Los departamentos de comunicación y marketing han trabajado la imagen de estas corporaciones con un pasado turbulento de forma tan escrupulosa que, aunque en la Segunda Guerra Mundial era notorio, acabada la contienda comenzó a difuminarse, casi a borrarse, ese vínculo de esas empresas con el Tercer Reich. Sumado a esto, ante la presión social ejercida y con tal de no ver perjudicada su imagen, algunas empresas empezaron a indemnizar a parte de los afectados; otras remolonearon aquella reparación intentando desmarcarse de la historia. Finalmente, el Gobierno alemán creó en 1999 un fondo compensatorio para las víctimas, al que empresas como Allianz, BASF, Bayer, BMW, DaimlerChrysler, Deutsche Bank, Dresdner Bank, Krupp, Siemens y Volkswagen se vieron obligadas a aportar para compensar a los todavía supervivientes. Sin embargo, esto solo ocurrió con los afectados de nacionalidad alemana; miles de supervivientes que acabaron en el este de Europa cuando la guerra terminó apenas han visto nada de ese dinero.
No obstante, veremos que no todas aquellas empresas eran alemanas.
Coca cola
La colaboración de la mítica compañía de bebidas no fue directamente con su producto estrella, si no con Fanta. Durante el conflicto, Coca-Cola jugó sus cartas en ambos bandos. Por un lado, de manera oficial, apoyaban a las tropas de Estados Unidos. Pero el año 1941 la filial alemana de la marca se quedó sin ingredientes para el refresco. Con el comercio transatlántico bloqueado, no podía demandar ayuda a su rama en Estados Unidos. Así decidió inventarse una nueva bebida para los alemanes, creando un refresco con sabor a frutas bajo el nombre de Fanta. Nada mal salió el invento, pues se calcula que sólo en 1943 vendieron allí alrededor de tres millones de cajas.
IBM
Cuando el gobierno alemán tomó la decisión de elaborar un censo para ordenar a la población, cuyo objetivo no era otro que encontrar a los judíos de cada territorio ocupado, apareció IBM. Fueron los encargados de suministrarles a los nazis las máquinas Hollerith, las cuales llevarían a cabo un meticuloso listado a través de unas tarjetas perforadoras. Cada tarjeta identificaba a un ciudadano, y se incluían identificadores como la raza o religión, algo así como un DNI segregador. IBM fue posiblemente de las compañías que más se enriqueció durante esta etapa.
Porsche y Grupo VW
Quizás uno de los casos más conocidos sea el de Ferdinand Porsche, fundador de la marca de automóviles que lleva su apellido. Tras mantener varias reuniones con Hitler durante el 1934, la Administración nazi le encargó a Porsche, entonces un ingeniero de enorme fama que había trabajado en Mercedes-Benz, un coche para el pueblo alemán (de aquí viene Volkswagen). Debía ser barato, estiloso y factible de fabricar en masa, queriendo emular el éxito y popularidad del Ford T estadounidense. Bajo esta premisa, en 1938 nacía el Volkswagen Tipo 1 o Escarabajo, nombre propuesto por el mismo Hitler, que recibió el suyo de manos de F. Porsche el día de su quincuagésimo cumpleaños, el 20 de abril de 1939. Fue el único que tuvo su utilitario. El proyecto de dotar a la ciudadanía alemana de su Volkswagen se canceló, reconduciendo la producción a un uso militar en cuanto la guerra estalló ese mismo año. Durante la época del conflicto se calcula que al menos 4 de cada 5 trabajadores de la planta de producción de Volkswagen eran esclavos. Al parecer, el mismo Ferdinand Porsche llegó a tener enlace directo con la SS para pedir directamente su mano de obra a Auschwitz. La producción de Volkswagen se reanudaría después de la guerra, ya con la fábrica en manos inglesas.
Bayer
El popular chiste sobre que Hitler se suicidó tras ver la factura del gas es históricamente inexacto. Más bien podría decirse que fue al ver la factura de la farmacéutica Bayer, pues fue la empresa que fabricaba los barriles de Zyklon B, el gas utilizado en las cámaras durante el Holocausto. No contentos con ello, Bayer también ayudó con financiación para llevar a cabo experimentos con prisioneros en los campos de concentración.
Hugo Boss
El mismo Hugo Boss fue afiliado del NSDAP en 1931, año en el cual Hitler le encomendaría la tarea de “vestir a los nazis”. Así diseñó y fabricó los uniformes de las SS, las Juventudes Hitlerianas, altos cargos del ejército, y otras organizaciones del partido. Llegó a tener tanta demanda durante la contienda que Boss utilizó alrededor de 40 mil prisioneros de guerra para las fábricas. Moriría en 1948 despojado del derecho a voto y de su propia empresa, la cual sobrevivió a su figura.
Ford
El fundador de Ford Motor Company y admirado padre de las cadenas de producción modernas en Estados Unidos tenía un gran historial como antisemita declarado. Fue posiblemente el mayor respaldo desde el exterior para la Alemania de Hitler. En 1938, con 75 años, recibe la medalla nazi como “extranjero distinguido”. Ford, simpatizando con la causa de Adolf, no tuvo reparos en convertir su empresa en el segundo productor de camiones para el ejército alemán.
Siemens
La multinacional alemana también contribuyó y sumó dividendos en el Holocausto haciendo uso de prisioneros de los campos de concentración para trabajar en las fábricas y ayudar a construir las cámaras de gas que posteriormente los matarían.
Desliz o no, en el año 2001 se produce uno de los instantes de mayor insensibilidad. Siemens trató de registrar una nueva marca para sus productos con la palabra Zyklon (mismo nombre del mortal gas sesgó la vida de tantos inocentes). Dentro de los futuros productos para esa nueva firma, se incluía un gas para hornos. La compañía se vio forzada a renunciar a sus tentativas tras varias denuncias.
General Motors
Si Ford fue el segundo fabricante de camiones militares, es solo porque el primero fue General Motors a través de la filial alemana Opel. Esta marca se encargó de la producción en masa del Opel Blitz, un avanzado camión para la época. Disponía de tracción a las cuatro ruedas, ideales para acompañar a los Afrika Korps en sus travesías por el norte de África, al Heer por los montañosos Balcanes, y con menos éxito, en la batalla de las Ardenas. Para fabricar esta ingente cantidad de modelos, protagonistas de la Blitzkrieg, GM se sirvió de esclavos de los campos de concentración.
Junkers
Hoy día, todos conocemos a esta firma por sus calderas y calentadores. Pero durante la década de los treinta y cuarenta, también corrió a cargo de esta empresa germana parte de la fabricación de los bombarderos, cazas y aviones de transporte para la Luftwaffe. No en vano, su fundador Hugo Junkers era ingeniero aeronáutico y responsable de la construcción del primer aeroplano fabricado en metal en su totalidad. Tras la victoria aliada, abandonaron el montaje de estos monstruos del aire que sembraron el terror en Europa desde los cielos. Algunos de los modelos más conocidos son el Ju-87 Stuka, un peculiar bombardero en picado, maniobrable a la vez que resistente ante fuego enemigo, y el Ju-52, al que recordamos con particular dolor en nuestro país por ser uno de los protagonistas del bombardeo de Gernika.
Gebrüder Dassler Schuhfabrik
Si no reconoces este nombre, es debido a que esta compañía es más conocida en la actualidad bajo el nombre de Adidas. Fundada por los hermanos Dassler en 1924, Adolf y Rudolf fabricaron en sus inicios material y calzado deportivo. Cuando estalló la guerra, reinventaron el negocio pasando a fabricar vestimenta para el Ejército. Queriendo poner sus miras en el filón de negocio que suponía para aquel entonces la industria de guerra, también diseñaron y fabricaron el famoso lanzagranadas antitanque Panzerschrek. Cuando la guerra terminó, Rudolf fue acusado de tener estrechos lazos con el derrotado régimen. Creyendo haber sido delatado por su hermano Adolf, decidió romper la sociedad fraternal, fundando Puma en 1949. Adolf Dassler, por su parte, renombró la empresa con su nombre y la primera sílaba de su apellido: Adidas.
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