“Las publicaciones no deben mostrar productos o servicios de una manera sexualmente sugerente”. Con este texto automatizado, Facebook anunciaba hace pocos días a Dylar Ediciones que su libro titulado ‘Duendes en la ciudad’ (2015) infringía sus políticas de comercio y no podía ser publicado.
El álbum, escrito por Jordi Ninot e ilustrado por Ester Gradolí, muestra en su portada cuatro duendes jugando con una boca de riego. Mientras uno de ellos abre la llave que invita al agua a salir, otro se lanza de cara hacia el chorro, un tercero se ríe mientras lo ve todo, y el cuarto duende juega en un charco.
El contenido “sexualmente sugerente” ni está ni se lo espera. Resulta excepcionalmente complicado imaginar cómo un proceso automático de análisis de imágenes ha sido capaz de vincular la imagen de arriba con cualquier contenido sexual publicado previamente.
¿Ha sido la forma cónico-esférica de la boca de riego, que puede recordar (con un enorme esfuerzo mental y altas dosis de infantilismo) a una figura fálica? ¿Quizá a la herramienta automatizada le ha llamado la atención el chorro de líquido a presión y lo ha relacionado, por error, con una eyaculación?
Después de un buen rato examinando la imagen, es lo único que se me ocurre, pero el problema de base sigue sobre la mesa: Facebook ha delegado la censura del contenido de su red social a un algoritmo que no funciona como debe y comete fallos de importancia a la hora de evaluar el material subido.
Dylar no es la primera editorial en ser censurada en redes sociales por el fallo de un algoritmo. En agosto de 2020 el libro ‘Temporada de avispas’ (Elisa Ferrer, 2019) fue bloqueado en Instagram (propiedad de Facebook) debido a la “actividad sexual y desnudez” de su portada. En esta aparece la autora de pequeña, bajo una sombrilla en la playa. ¿El problema? Se le veían los pechos.
El “puritanismo exacerbado”, tal y como lo llamó la autora, está haciendo muy difícil el compartir según qué tipo de información del todo inocente, como puedan ser estos dos libros, debido a la bajada del nivel que se le exige al algoritmo. Este mismo blog, La Piedra de Sísifo, ha tenido problemas en el pasado con el veto a según qué publicaciones que incumplían términos.
Después de una decena de revisiones en detalle de los textos, las imágenes y los metadatos, llegamos a la conclusión de que un algoritmo no particularmente inteligente encuentra algún patrón que impide su publicación, y no parece haber modo de levantar el veto. Toca pasar por el aro de la censura.
Para empezar, porque estos mecanismos de las redes sociales no indican de forma concisa cuál es el problema, sino que se limitan a indicar que las condiciones han sido incumplidas. Y para seguir, porque ponerse en contacto con una persona interna que autorice la publicación es imposible.
El resultado final es la desidia y el abandono de la lucha. Si no se puede publicar, no se puede publicar. Una victoria más para una censura que no solo bloquea contenido, sino que lo hace de forma completamente arbitraria y sin mecanismo de reclamación viable.
Por suerte, el cuento ‘Duendes en la ciudad’ (aún) puede ser comprado junto al resto de la colección. Quizá Facebook vete esta publicación también. Esperemos que haya corregido el error. Y, si no, siempre nos quedarán las salas privadas de chat. Si te ha gustado este artículo, compártelo por email, chat u otros sistemas de mensajería.
Imágenes | Dylar Ediciones,
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