Debido a que las leyes que regulan el dominio público varían a nivel mundial, el estado de los derechos de autor de algunas obras no son uniformes. De forma general, en Europa, las obras pasan al dominio público 70 años después de la muerte del creador, si fue publicado mientras estaba vivo, y 25 años para el material inédito a partir del momento en que es publicado. Una excepción sería España, cuyos autores pasan al dominio público 80 años después de su muerte, para aquellos que fallecieron antes de 1987. En otros países, en la mayor parte de África y de Asia, solo habrbía que esperar 50 años tras la muerte del autor.
Teniendo en cuenta esto, algunos de los autores que pasan al dominio público a partir del 1 de enero de 2021 serían Edgar Rice Burroughs, George Orwell, Cesare Pavese, George Bernard Shaw, Mikhail Bulgarov, E.M. Forster, Yukio Mishima, John Dos Passos, Vladimir Propp o Bertrand Russell.
En el caso de autores de Estados Unidos, pasarían al dominio público las obras escritas en 1925. Se suponía que deberían haber pasado al dominio público en 2001, después de haber estado protegidas durante 75 años, pero el Congreso añadió 20 años más, extentiendo el plazo los de los derechos a 95 años. Ahora, después de 20 años, la espera terminó y es una gran noticia para la cultura, porque ese año fue muy fecundo, no solo para la literatura. Se fundó la revista New Yorker y el Renacimiento de Harlem estaba en pleno apogeo. De hecho, según la BBC podría considerarse como «el mejor año para los libros». Las obras más conocidas que entrarían en esta categoría serían nada más y nada menos que El gran Gatsby de F. Scott Fitzgerald, La señora Dalloway de Virginia Woolf o Manhattan Transfer de John Dos Passos. No se trata solo de libros famosos, son obras cuyas innovaciones estilísticas supusieron un cambio en la historia de la literatura.
A partir de este momento estas obras podrán estar completas en Google Books, en lugar de mostrarse solo fragmentos y los creadores podrán rehacerlas legalmente para construir sus propias obras, reinventándolas, adatándolas o convirtiéndolas en películas o en otras obras de arte. Por ejemplo, El gran Gatsby podría convertirse en una ópera, un musical o una nueva película, sin tener que pagar derecho de autor. Se podría reinventar la historia contándola desde otra perspectiva, haciendo precuelas o secuelas, o ambientándola en una época diferente, como ocurre con West Side Story con respecto a Romeo y Julieta. De esta forma se estimula la creatividad y se permite que el legado de los autores perdure.
Que una obra pase al dominio público también permite el acceso a materiales culturales que de otro modo podrían perderse en la historia. Desgraciadamente, la realidad es que la gran mayoría de las obras tan antiguas (no solo los libros, sino también la música o el cine) están fuera de circulación. Al ingresar al dominio público, cualquiera puede ponerlas a disposición de todo el mundo, dándoles nueva vida. Hay que celebrar el dominio público, porque permite que muchas de las obras olvidadas puedan ser redescubiertas.
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