Le tenemos tanto miedo a la crítica, que a veces nos paraliza. Tenerlo en mente nos permitirá reconocer que si bien puede doler, no nos destruirá, -a pesar de que podemos llegar a ser muy susceptibles a ella-, es más, probablemente recordemos con mayor claridad una crítica que un cumplido; sin embargo, sin la crítica no habría crecimiento.

No creo que exista alguien 100% inmune a ella, pero es un hecho que hay quienes lidian mejor con su presencia, o que incluso le sacan provecho; como Ron Howard, director, escritor y productor de películas como “American Graffiti”, “Cocoon”, “Apolo 13”, “Una Mente Brillante”, “Horizonte Lejano”, entre otras. En su vida profesional ha destacado en el cine y la televisión como director, productor y escritor en diferentes géneros, largometrajes, documentales y programas de forma exitosa. Es parte de los directores y productores de Hollywood ganadores de premios como el Oscar, por lo que su fama lo ha catapultado como blanco fácil de las críticas. En una de sus entrevistas comentó que “la crítica no es agradable, pero viene con el puesto”, es decir, la crítica es una consecuencia natural de hacer las cosas. No solo el mundo del arte se topa con ella, los científicos investigadores saben que deberán defender sus ideas ante las críticas y las contraposiciones. Como muestra, un botón: la Revista Habanera de Ciencias Médicas, publicó en noviembre del 2007 al respecto de las la crítica en la ciencia, que “el trabajador científico tiene que ser humilde y reconocer que este es un proceso de búsqueda de la verdad donde todos debemos aprender. No nos podemos defraudar ante la crítica, incluso hasta el trabajo ya publicado se hace susceptible a esta. Es imprescindible la opinión del otro”. Incluso aclara que en “todo proceso editorial, la revisión externa por pares (peer review) resulta esencial y es un requisito de calidad que se pide para que la revista pueda ser aceptada en las bases de datos indexadas. Quien no realiza este proceso invalida la certificación de la revista”. Esto quiere decir que si se pretende ser tomado en serio dentro de la comunidad científica, se debe estar dispuesto a ser criticado. Me parece que es un hecho permeable a cualquier otro ámbito. Supongo que de lo que se trata es de dimensionarla, porque si bien es cierto que puede sumar, no siempre es bien intencionada, pero si sabemos apreciarlos, nuestros críticos pueden convertirse en los mejores aliados.

Otra de las mieles de la temida crítica, es su función social. El mundo no sería el mismo sin aquellos que se atreven a cuestionar el status quo, por eso me parece irónico cómo hemos convertido un motor en un freno; sin la crítica nada mejoraría, nadie podría ver más allá de sus narices y siempre pensaríamos que vamos muy bien. El poder de criticar es tan fuerte en positivo, que al convertirse en un movimiento social puede cambiar el mundo. Uno de los personajes más icónicos al respecto es Mafalda. De niña solía hojear los libros que mis papás tenían sobre ella, y sin saber que detrás estaba Quino, me preguntaba de dónde sacaba tantas ideas una pequeña de 6 años. Si Mafalda no se hubiera atrevido a criticar al mundo, habría pasado sus días en un panfleto para promocionar productos electrodomésticos, –eso fue lo que la compañía Mansfield le había encargado a Joaquín Salvador Lavado en primer lugar–; la campaña publicitaria jamás se llevó a cabo, pero en su lugar, se convirtió en una historieta sobre una niña de clase media con una actitud comprometida ante el mundo. El resultado: Quino publicó la tira cómica con Mafalda como su protagonista por 9 años, sin embargo, 56 años después de su primera publicación, su autor pudo ser testigo hasta su fallecimiento, que ella nunca perdió vigencia. El portal de la BBC la califica como la “niña más contestataria del humor gráfico latinoamericano” y explica que “para los argentinos Mafalda es un ícono nacional, a la par de ídolos de carne y hueso como Maradona, Fangio o Gardel”; y no solo es famosa en Argentina, se le considera uno de los personajes más famosos del mundo hispanohablante. Su éxito me hace pensar que a pesar del miedo que nos provoca, la crítica nos hace crecer porque nos confronta.

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