Federico García era, es y será un autor único. Un personaje especial. Decían de él los que lo conocieron que en su compañía no hacía frío ni calor, “hacía Federico”, y esto se transmite a su prosa, su poesía y su teatro. Penguin Random House, Víctor Fernández y Jesús Ortega recogen ahora en un solo volumen, este De viva voz: conferencias y alocuciones, una de las facetas menos conocidas de Lorca: su pasión por dar conferencias.
Federico García Lorca es uno de los poetas y dramaturgos más célebres de nuestra literatura, y su amplia obra ha sido representada, leída, editada y estudiada desde que el poeta fue asesinado en 1936. Sin embargo, son poco conocidas sus conferencias y presentaciones en público, un conjunto que se ha publicado de forma muy dispersa. Este volumen presenta por primera vez la totalidad de esas charlas y alocuciones, e incluye algunos textos inéditos de su madurez. Escritos para ser leídos en voz alta, todos tienen la particularidad de mostrarnos las preocupaciones estéticas y sociales del gran autor granadino, acercándonos a su pensamiento de un modo fresco y directo.
Esta es una reseña en la que me costará ser imparcial. De hecho, creo que ni voy a buscarlo. Viví un año con una beca en la Residencia de Estudiantes, el mismo lugar en que vivió García Lorca una década, y el ambiente que se respiraba allí estaba embriago de Federico. De hecho, mis compañeros y yo tuvimos el placer de coincidir en nuestras estancias con el centenario de la llegada del poeta a Madrid, por lo que su espíritu rondaba cada pasillo, aparecía en muchas conversaciones. En el mismo salón en que hablara, casi un siglo atrás, sobre las canciones de cuna españolas, pude escuchar esa misma conferencia (recogida también en este volumen), teatralizada y convertida en pieza de escenario. Por tanto, volver sobre las teorías de García Lorca sobre el cante jondo, las nanas, sobre la Barraca o Luis de Góngora, es un placer y un privilegio.
Este volumen recoge conferencias, pero también presentaciones, proclamas, agradecimientos y demás lecturas en público que dejara por escrito el poeta, que no dejaba mucho a la improvisación, y que corregía y volvía sobre sus textos para seguir trabajando en ellos. El trabajo realizado para reunir toda esta producción es soberbio, del mismo modo que lo son las notas que acompañan a los textos, en que se explica el lugar, fecha y contexto de cada una; la cronología sobre la vida de Lorca que presenta el volumen y los anexos, una muestra de fotografías, manuscritos y demás curiosidades que orbitan la vida de unos de los autores más importantes de la literatura en castellano.
La producción en prosa de García Lorca es menos conocida, ha sido menos divulgada, y él mismo la cultivó algo menos (quién sabe si la hubiera desarrollado más en caso de no ser asesinado). De viva voz es un buen ejemplo de una producción que se prodiga poco. Especialmente interesantes resultan los estudios del autor sobre el cante jondo:
“Y son estos cantos, señores, los que desde el último tercio del siglo pasado y lo que llevamos de este se han pretendido encerrar en las tabernas malolientes, o en las mancebías. La época incrédula y terrible de la zarzuela española, la época de Grilo y los cuadros de historia, ha tenido la culpa.”
Con la pasión que caracterizaba su poesía, las conferencias del autor se extienden como una suerte de representación teatral, cosa que se ha llevado a cabo en varias ocasiones. Juan Echanove interpretó al autor en una representación, en 1998, de Como canta una ciudad de noviembre a noviembre, incluida en esta misma antología:
“Un granadino ciego de nacimiento y ausente muchos años de la ciudad sabría la estación del año por lo que siente cantar en las calles.”
De cerca me toca la conferencia Canciones de cuna españolas, que es bella por terrible, por doliente, porque García Lorca analiza las nanas con que las madres españolas desde siglos pasados hasta principios del siglo XX dormían a sus pequeños. En esta conferencia se puede apreciar un trozo del pasado de España, esa actitud hacia la muerte, la pérdida, que en el norte resulta casi amigable, en el sur pasionaria. Las mujeres dormían a sus niños con cantos dedicados al miedo, a la parca. Las leyendas que toman parte de la educación de generaciones que se duermen al arrullo del folclore popular. En esto incide García Lorca con sensibilidad y arrojo; con una conferencia llena de emotividad, que se ha convertido en mi favorita por partida doble: por poderla oír en el mismo lugar en que se proclamó por primera vez, y poderla leer de nuevo.
El estudio de estas conferencias y alusiones pasa por una investigación de las fuentes, de las publicaciones, una ordenación sistemática y una corrección. Por suerte, el autor dejaba poco a la improvisación y escribía cada palabra, cada inflexión, sabiendo cómo conmover al público.
De viva voz es el mejor complemento que se puede desear a una colección lorquiana. Es una publicación llena de respeto y cuidado, que nos brinda la oportunidad de acercarnos a las palabras más locuaces y cercanas del autor de la voz perdida. Su edición, a cargo del sello Debolsillo, nos llega en elegante tamaño reducido, con fotografías en blanco y negro y una excelente introducción de los autores.
Se puede empezar a leer aquí.
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