Extraño y olvidado, Rafael Cansinos Assens tuvo la capacidad, como pocos escritores, tal vez se podría incluir también a Gómez de la Serna, de retratar la bohemia madrileña entre finales del siglo XIX y 1936. Sus memorias, La novela de un literato, ha llegado a eclipsar el resto de una producción que, salvo las traducciones, es muy poco conocida y menos leída. Una obra que, sin embargo, no fue publicada de forma póstuma hasta 1982 y que a día de hoy se encuentra descatalogada y es prácticamente imposible de encontrar, lo que da cuenta del desconocimiento que hay en torno a la figura de Cansinos Assens y de lo insuficiente de su recuperación.
Lejos de envidiar a París, el Madrid de entonces era una ciudad cosmopolita, abierta al mundo, donde se mezclaban lo más bajo con lo más elevado, la refinación del mundo cultural con criaturas infames y canallescas. Las tertulias parecían no tener fin. En el Café Fornos, en el Pombo, en el Café de Levante, en el Gijón, en el Universal, en el Comercial, en el Colonial, se daban cita la flor y nata de la intelectualidad española. En este último, precisamente, predicó Cansinos Assens las bondades del ultraísmo.
De todo ello, y mucho más, da cuenta Cansinos Assens en La novela de un literato. Además de magna obra de la literatura memorialista, en la recámara quedan infinidad de manuscritos y miles de páginas de diarios de la Guerra Civil y de la posguerra, todos ellos esperando a ser editados en algún cajón. Uno de esos manuscritos lo sacó a la luz Rafael Manuel Cansinos en 2001, una novelita a la que bautizó con el título de Bohemia, y que de alguna manera se deriva de La novela de un literato, con el que comparte cierto espíritu. De hecho, el periodo que Cansinos Assens relata, entre 1901 y 1095, abarca una veintena de páginas en el libro de memorias, aunque en esta nueva versión Cansinos Assens pasa a un segundo plano, convirtiéndose en mero narrador, y decide adoptar la forma de novela. Su escritura es probablemente anterior a La novela de un literato, a principios de la década de los cuarenta, mientras que las memorias podrían haber sido ya escritas en la década de los cincuenta.
Una de las muchas cosas que separaba a Cansinos Assens del cabecilla de Pombo era el afecto por la bohemia. A Cansinos Assens no le gustaba ni la bohemia ni mucho menos los bohemios, y eso se deja ver a las claras en sus escritos. El retrato más conocido que existe, Luces de Bohemia de Valle-Inclán, tiene precisamente mucho de crítica. No es extraño, por otra parte, encontrar ataques en los escritores de la época, e incluso reniegas en algunos de sus propios protagonistas. Y es que, con el paso del tiempo, de forma inevitable, la bohemia fue perdiendo su espontaneidad inicial y se convirtió en una pose. El arte por el arte acabó transformándose en la extravagancia por la extravagancia, y eso parecía que ya poco tuviera que ver con la literatura. A pesar de ello, visto el movimiento desde una mirada más actual, hay que reconocer la revolución que supuso la bohemia, antesala de las vanguardias artísticas.
Como La novela de un literato, Bohemia está escrita uniendo pequeños episodios narrativos, pero aunque ambas sean obras abiertas, esta última tiene un hilo narrativo que, si bien es algo difuso, es posible seguirlo. Nos cuenta las desventuras del joven aspirante a escritor Rafael Florido (no es difícil imaginar que es un trasunto de Cansinos Assens), que va vagando por el Madrid de la época, en sus intentos por convertirse en un bohemio de manual. Se nota a leguas que la destreza de Cansinos se centra más en la recreación de ambientes, que es lo que hace en sus memorias, que en las dotes novelísticas. No espere el lector un derroche de imaginación o creación sólida de personajes, situaciones o tramas, sino más bien la reconstrucción de una de las épocas más interesantes de la historia intelectual del siglo XX, que no es precisamente poco.
Quizá la producción novelística de Cansinos Assens no haya envejecido bien. Al fin y al cabo, la forma de hacer novelas ha cambiado muchísimo y a los ojos actuales hay un deje vetusto que se deja entrever en su estilo, pero sin duda es un documento fundamental para comprender mejor el periodo que refleja. En sus páginas hacen apariciones fugaces algunos de los intelectuales más importantes de la época, como Rubén Darío, Alejandro Sawa o los hermanos Machado (puntuales, que nadie espere que destaquen demasiado).
Teniendo en cuenta que a día de hoy, y mientras nadie lo remedie, como decía al principio, La novela de un literato no es fácil de conseguir, Bohemia, publicada por la Fundación Arca, el Archivo de Rafael Cansinos Assens, es prácticamente la única posibilidad que tenemos de acercanos a su magna obra. Una edición además que viene acompañada por un índice onomástico y una profusión de notas que si bien demuestran que detrás de este proyecto hay un trabajo sólido, alejan el libro del lector medio y lo acercan a un ámbito más académico. Sea como fuere, aunque lentamente, es necesario reivindicar y recuperar a personajes tan injustamente olvidados y relegados, como es sin duda el caso de Rafael Cansinos Assens. Esperemos que todos esos materiales que por el momento duermen en algún archivo acaben viendo finalmente la luz.
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