Estados Unidos lleva unos cuantos siglos siendo una de las mayores potencias del mundo. Como ha ocurrido en otros momentos de la historia con otras regiones y estados, buena parte de su poder deriva del uso de la fuerza física, la agresividad, el egoísmo y una capacidad bélica francamente absurda.
En su libro ‘Estados fallidos’ (2007, segunda edición en 2017), Noam Chomsky habla de aquellos estados soberanos que se han visto incapaces de sobrevivir tras la aparición de la política estadounidense, del desembarco de sus tropas, de la aplicación de sus instrucciones económica o del uso de sus aranceles, entre muchas otras formas de manipulación geopolítica.
Si vives en un país en el que EEUU va a participar de cualquier forma posible, ya puedes empezar a preocuparte por el futuro de tus hijos. Haití, Irak, Guatemala, Nicaragua, Chile y, especialmente, Palestina, pueden dar buena cuenta de ello. Que EEUU te haga una visita no es una buena señal.
Noam Chomsky es una de esas personas maravillosas que apenas necesitan introducción. Profundamente educado, admirablemente culto, con un estilo de escritura cuidada y fundamentada únicamente en información trazable, este profesor es una de las personas con mayor autoridad para señalar los agravios del país donde nació. Y en su libro lo hace con contundencia.
Chomsky desnuda la política estadounidense (no es el primero que lo ha hecho, pero sí uno a los que más atención dirigimos) y representa el país como un estado caprichoso, infantil y rufián. Y no precisamente porque sus ciudadanos respondan a estas categorías, sino más bien porque los Estados Unidos de América están dirigidos por una clase política que roza la sociopatía.
Un ejemplo del libro: a pesar de que se sabe desde hace muchos años, décadas incluso, que la privatización del sistema de salud encarece la atención sanitaria y reduce casi todos los índices relevantes, como pueda ser el de la mortalidad infantil, Estados Unidos sigue apostando por un modelo de sanidad privada en estilo “sálvese quien pueda” incluso cuando más de dos tercios de los estadounidenses “están a favor de la atención médica nacional, aun cuando motive un aumento de impuestos”.
Esta incapacidad manifiesta de escuchar a su propia población ha hecho del país un autómata violento de difícil control gobernado por un puñado de personas ricas con un paternalismo que excede las fronteras nacionales. Es un estado donde la máxima es que un país no puede ser democrático si la política de este no se alinea con los intereses de Estados Unidos.
Como un niño caprichoso, tiende a entrometerse sin permiso allí donde las cosas se hacen de cualquier otro modo, a menudo con absoluta impunidad debido a su desorbitada capacidad bélica. Usando las palabras del exembajador británico Craig Murray, “la política estadounidense no se centra mucho en la democracia y la libertad. Tiene que ver con el petróleo, el gas y la hegemonía”. Y para lograrla hará uso de la fuerza siempre que sea posible o le dejen.
‘Estados fallidos’ es un libro imprescindible para entender el papel de Estados Unidos en el mundo, especialmente si a uno se le acerca este país o vive dentro del mismo. Una ventana absolutamente recomendada de las consecuencias de la política estadounidense, especialmente para los países que se atreven a cruzarse en su camino, que son o han sido casi todos.
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