Los que hemos tenido que estudiar temas sobre magia y hechicería estamos hartos de ver los típicos nombres como, por ejemplo, la gran Hécate. Definitivamente, hay alguien más impresionante: el Rey Salomón, eternamente relacionado con la magia y los símbolos. Ya ha sido nombrado en algunos artículos dentro de este blog, pero sin incidir en su relevancia histórica o artística. Que se relacione con las ciencias ocultas puede resultar irónico si pensamos que fue un personaje bíblico, mucho más importante en todos los sentidos que otros practicantes de las escrituras como la Bruja de Endor. Quizá es por esto que sobre él baila el mito.

Gracias a mi labor de documentación para mi novela Dentro de dos años, reuní muchísimos datos sobre esta vertiente fantástica que es la magia, e inevitablemente llegué a Salomón. Según los escritos, fue el último monarca del Reino Unido de Israel y a él se le atribuyen escritos como el Cantar de los Cantares, considerándose profeta. Es el que da origen, también, a la archiconocida historia del Juicio de Salomón. Así, se consolidó en la Antigüedad como el Monarca más sabio de todos.

En el Juicio de Salomón, dos madres clamaban ser progenitores de un mismo bebé, por lo que el Rey decidió cortarlo a la mitad. Al escuchar esta sentencia, la verdadera madre suplicó que se lo dieran a la otra con tal de no matarlo, y así Salomón supo cuál de ellas decía la verdad.

Las mil y una noches dejó constancia de su actividad mágica: varios cuentos lo señalan como un poderoso Rey hechicero que encerró a los espíritus del desierto, construyó el gran templo de Jerusalém con el gran “anillo de Salomón” – que le daba poder- y concedía milagros. Dominaba todas las ciencias, entre ellas la alquimia, y poseía la perdida Clavícula de Salomón, una colección de fórmulas mágicas también llamada “el Secreto de los Secretos”, el verdadero Libro de la Magia.

Su sello, el hexagrama, también conocido como «La Estrella de David«, es la piedra angular del judaísmo, pero en verdad hay otra estrella que se le atribuye: el Pentáculo de Salomón o “Pentáculo de los Magos”. También tiene otros nombres como “pie de bruja” o “estrella del Diablo”. Esta, junto con la de David, simbolizan el principio de polaridad en la ciencia esotérica. Cada punta representa un elemento: agua, tierra, calor del sol, aire y cosa divina. Aunque de emplearse como talismán de poder, sus cinco puntas aludirían a los cinco sentidos. Obviamente, la Inquisición persiguió este signo, porque luego pasó a ser típico en el mundo de la magia negra. El significado de la estrella de cinco puntas varía, pero en lo general se ha representado como firma de las brujas o como símbolo de protección. A veces se interpreta como una persona con las extremidades separadas (recordando al Hombre de Vitruvio del Código Da Vinci o las cinco heridas de Cristo), siendo la punta superior la cabeza y las demás, sus miembros, controlando los 4 elementos y adquiriendo un toque sagrado. Si se invierte, podría aludir a lo oscuro. Por otra parte, los números 5 y 7 suelen ser asociados con la perfección.

Pese a todo, los antecedentes supuestamente históricos no han sido nunca probados e incluso se dice que Salomón fue, en realidad, un faraón egipcio. No sabemos nada con seguridad, y dado que estamos hablando de lo oculto, preferimos que Salomón siga siendo una inspiración y ante todo, un verdadero referente en justicia.

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