Como una imagen de augurio apocalíptico, al mismo tiempo que pasaba la última página del libro un gasoducto submarino sufría una rotura en el Golfo de México. La fuga de gas hizo arder la superficie del océano en una fantástica demostración de cómo la estupidez humana puede llevarnos a una pronta extinción. El planeta está ardiendo, si no de fuego sí de fiebre. ¿Haremos algo al respecto, o seguiremos en una trayectoria suicida?

¿Qué hacer en caso de incendio?’ (2019), de Emilio Santiago y Héctor Tejero, es un libro sobre cómo el capitalismo nos ha dejado a las puertas de un cambio climático ya del todo inevitable, y de cómo en este momento de necesarias tomas de decisiones alguno sigue sugiriendo acelerar un poco más. Pero, acelerar, ¿hacia dónde? ¿Durante cuánto?

En un interesante ensayo publicado por Capitán Swing estos dos autores, vinculados a movimientos sociales y de prospectiva, resumen la forma en la que desde 1970 (‘Los límites al crecimiento’), sabedores ya del riesgo del cambio climático, hemos declarado la guerra a la naturaleza. Como afirman varias veces a lo largo del libro, se trata de una guerra que solo podemos perder.

que hacer en caso de incendio

La interpretación capitalista del crecimiento perpetuo está a punto de chocar contra la realidad a medida que nos acercamos al momento del pago de la deuda ambiental que hemos contraído desde 1980, año en el que consumimos más recursos de los que el planeta podía renovar en un año. Desde entonces vivimos a deuda, de prestado, y los intereses no dejan de aumentar. La música está a punto de parar. ¿Habrá sillas para todos?

Por desgracia, todo apunta a que los que menos han contribuido al incendio serán los que más sufran sus consecuencias. El cambio climático promete convertirse en el gran multiplicador de problemas del siglo XXI, un multiplicador mayor a cero que, con un enorme esfuerzo mundial que nace en las ciudades pero debe implantarse también desde arriba, podríamos minimizar un poco.

Todos los modelos climáticos apuntan a lo inevitable: vamos a vivir las consecuencias del cambio climático hagamos lo que hagamos, pero si actuamos rápido esas consecuencias serán moderadas e incluso leves. Apenas unos grados a final de siglo. Si seguimos como hasta ahora, disfrutaremos de una decena de grados más todo el año, y entonces puede ocurrir una tragedia.

Olvida los golpes de calor y la factura elevada del aire acondicionado. Con cinco grados más de temperatura el permafrost desaparece y libera cepas de virus remotos o destruye asentamientos e infraestructuras humanas. El océano se calienta y expande, aumentando la ferocidad de las tormentas y contaminando los acuíferos. El precio de la comida se dispara al disminuir la productividad de los cultivos. Sin sillas, ¿dónde esperamos sentarnos para ver el final o seguimos bailando como si la fiesta fuese con otro?

Con un tono que no puede ser sino serio y pesimista, Emilio Santiago y Héctor Tejero analizan qué nos ha traído a este punto, pero también qué puede minimizar el golpe. Lejos de señalar las llamas, ambos corren a por una manguera con la que paliar la catástrofe y reducirla a un conato con el que tendremos que vivir. Juntos, planean un Green New Deal similar al New Deal norteamericano de los años 30.

Ha pasado un siglo y el neoliberalismo y sus políticas negacionistas y de expansión ilimitada de la riqueza han hecho estragos entre la población. ¿Reaccionaremos al borde del abismo? España ya tiene veranos cinco semanas más largos que en los años 80. Y subiendo. Somos uno de los países con más riesgo de desertificación, nos ha llegado de nuevo el dengue a través de mosquitos y los acuíferos están bajo mínimos.

El clima se está desestabilizando y corremos el riesgo de entrar en una ‘dinámica no lineal’. Hasta ahora la temperatura ha crecido por detrás de las emisiones de CO2, pero cuando el metano del subsuelo ártico explote hacia la atmósfera y los bosques de todo el mundo no dejen de arder, igual no podemos frenar nuestra extinción. De modo que más vale que nos pongamos manos a la obra y empecemos a diseñar políticas sociales para combatir el cambio de clima entre todos.

“Cada barril de combustibles fósiles que se queda bajo tierra es espacio ecológico ganado para las generaciones futuras”. Por descontado, eso exige prescindir cuanto antes de todo combustible fósil, de entrada, pero no quedarse ahí. Apoyados en los estudios de grandes mentes de nuestro tiempo como es el caso de Jorge Riechmann, el libro plantea soluciones políticas para el presente que eviten una desgracia (mayor) en el futuro.

Con un corte evidentemente político —el prólogo es de Iñigo Errejón— Emilio Santiago y Héctor Tejero proponen alternativas al suicidio colectivo que promete el área liberal de la política. El crecimiento sostenible es un oxímoron inviable en un mundo finito. Necesitamos una nueva política valiente que haga frente a los bulos sobre una economía siempre creciente. Funcionamos a crédito, y alguien va a pagar los intereses.

A pesar de que un par de referencias carecen de fundamento, como por ejemplo ocurre con la frase “cada vez trabajamos más” (no es cierto, trabajamos menos por año y en el total de la vida), y un sistema de bibliografía algo opaco y de difícil trazabilidad, se trata de un buen libro para entender el problema al que nos enfrentamos como especie. Recomendable.


Con el objetivo de ahorrar en libros y reducir (un poco) mi impacto ambiental, este año leeré todos los libros que pueda en la tablet de la fotografía, una BOOX Note Air (reseña).

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