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El gobierno francés lanzó en mayo una aplicación llamada Culture Pass que da 300 euro a cada joven mayor de 18 años para que lo gasten en cultura (libros, música, entradas para exposiciones y espectáculos) y la mayoría de las compras se han concentrado en el sector de los cómics. Los libros, en general, suponían un 75% de todas las compras realizadas a través de la aplicación, pero dos tercios de esos libros eran cómics, y más concretamente manga.

Los adolescentes tienen un máximo de dos años para gastar los 300 euros en las más de 8.000 empresas e instituciones que han decidido sumarse a la iniciativa y que ofrecen no solo artículos digitales sino también físicos, en librerías, tiendas de discos, de música o de arte, así como entradas para películas, obras de teatro, conciertos o exposiciones de museos. Incluso pueden apuntarse a clases de baile, dibujo o pintura. La aplicación cuenta con una función de geolocalización, lo que permite a los jóvenes buscar ofertas culturales cercanas. Así mismo, utiliza incentivos para animar a los adolescentes a consumir formas de arte nuevas y menos conocidas, en una lista de recomendaciones seleccionadas por miembros del personal de la aplicación y por artistas y celebridades.

Aunque Emmanuel Macron utilizó esta iniciativa como una de las promesas fuertes de su campaña, no han faltado las voces críticas, que argumentan que darles dinero a cientos de miles de jóvenes para que vayan al cine o a una exposición de arte es un despilfarro ingenuo del dinero de los contribuyentes (el proyecto costó unos 80 millones de euros y se espera que se duplique el próximo año) o que se hace con vistas a conseguir su voto. Jean-Michel Tobelem, profesor asociado de la Universidad Paris 1 Panthéon-Sorbonne y especialista en economía de la cultura, dijo que era un esfuerzo loable pero que en el fondo beneficiaría sobre todo a los principales medios de comunicación, ya que Culture Pass ofrece pocos incentivos para consumir aquellas obras que son más exigentes desde un punto de vista artístico.

Las restricciones que presenta la aplicación hace que los productos más populares no estén disponibles. Los usuarios solo pueden gastarse hasta cien euros en libros electrónicos, suscripciones online, plataformas de música o cine, y solo de empresas francesas. Aunque es posible gastar dinero en videojuegos, el editor tiene que ser francés y el juego estar libre de violencia.

Cuando la aplicación nació, Francia, como muchos otros países en todo el mundo, estaba padeciendo las restricciones de la pandemia, que afectaron a teatros, cines, festivales de música y otros espectáculos, así que se entiende que los jóvenes buscaran refugio a algo que ya era tremendamente popular en el país. Esto ha hecho que los medios de comunicación franceses hablen ya de una «fiebre del manga».

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