
Imagen vía Pixabay.
En algún momento, allá por el 2015, se creía que los libros físicos seguirían el mismo camino que las cintas VHS o los CD. Seguramente, siempre habrá snobs que se aferren a lo físico, pensaban muchos, pero el mercado acabaría dominado por los libros digitales de la misma forma que la música, las películas o los programas de televisión, que se han pasado casi por completo al streaming. No había ventajas en el libro impreso, más allá de la nostalgia o del fetiche, y finalmente acabaría obsoleto. Cuando las editoriales lucharon con Amazon para mantener el precio de los libros electrónicos similar al de los impresos, muchos se rieron de ellos pensando que así acabarían condenando la industria.
Sin embargo, aquí estamos, en 2012, catorce años después del lanzamiento del Kindle, un tiempo en el que la música, la televisión, el cine y otros medios se han vuelto completamente digitales, pero los libros impresos no solo resisten sino que continúan dominando el mercado. ¿Por qué? Probablemente no sea cuestión tanto de la industria como del medio en sí. A la gente le gustan los libros físicos más de lo que se pensaba. A pesar de la inevitable irrupción de lo digital en todos los ámbitos, lo físico todavía sigue manteniendo un gran atractivo en determinadas áreas. Y los libros es una de esas áreas.
¿Qué hace que los libros sean diferentes a otros sectores de la cultura como la música o el cine? Es muy posible que parte de la respuesta es que los libros son algo con lo que se interactúa físicamente cuando se consume. Para bien o para mal, la sensación del tacto o del olor son parte de la experiencia, algo que no ocurre con una película o un videojuego. Poner un disco o ejecutar un archivo digital brinda una experiencia demasiado similar para la mayoría de los usuarios. Ahora bien, la experiencia de un libro de tapa dura o de una edición de bolsillo frente a un Kindle o a una aplicación de teléfono es muy diferente. No es cuestión de preferir uno u otro, de decir cuál es mejor o peor, es admitir simplemente que no es lo mismo.
A la gente le gusta el aspecto de los libros, cargarlos, sostenerlos o ponerlos en estanterías (incluso cuando hay alguna mudanza de por medio). Eso explica, por ejemplo, por qué restaurantes y hoteles ponen estanterías llenas de libros como decoración y no suelen hacerlo con CD o DVD. Otro factor es el hecho de que los libros se consuman más lentamente y con menos frecuencia, porque los modelos de suscripción o membresía tienen menos sentido. Pagar unos euros al mes por una oferta ilimitada de películas sale a cuenta solo con ver una docena de películas al mes, pero no es un gran negocio si solo se lee un libro al mes. Los intentos por mejorar los libros implementando las posibilidades digitales, como el hipertexto o las imágenes emergentes, tampoco llegaron a cuajar. En última instancia, los libros electrónicos han acabado convertidos en un sucedáneo de los libros físicos, a los que intentan imitar.
La industria editorial también tiene su parte del mérito. Lucharon para asegurarse de que los libros no se vendieran por una fracción de los precios de venta de los impresos, por lo que el público nunca entendió que tuvieran que pagar lo mismo por algo que consideran que vale muchísimo menos (o incluso, en los casos más extremos, que es gratis), una mentalidad que como hemos visto ha tenido desastrosos resultados para otras industrias como la de la música o el periodismo.
Lo cierto es que los nativos digitales de la Generación Z, que son los que se suponía que debían ser los más interesados en los libros digitales, son a los que menos les llaman la atención. Pasan tanto tiempo frente a una pantalla, entre redes sociales, videojuegos o películas, que cuando llega el momento de leer un libro en general prefieren descansar de pantallas. No deja de ser curioso que sean los boomers los que se muestran más apegados a los libros digitales, lo que lleva a pensar si el formato no se estará volviendo ya un poco anticuado. Sea como fuere, lo único que está claro es que a los libros impresos les queda una larga y duradera vida dentro de la era digital.
No hay comentarios