Cuando se piensa en la carrera espacial de los años 50 y 60 lo primero que se le viene a la cabeza a la mayor parte de la gente es Estados Unidos y la Unión Soviética. Es normal que sea así, porque esos dos gigantes fueron los actores principales, pero además de ellos hubo otros participantes menos importantes y conocidos, como es el caso de Zambia, que puso en marcha en esa década un programa espacial que estaba gestionado por un solo hombre, el profesor Edward Mukuka Nkoloso.

Un artículo de la revista Time publicado en noviembre de 1964, cuando la República de Zambia tenía una semana de vida, explicaba que Mukuka Nkoloso, que era profesor de ciencias de primaria y director de la Academia Nacional de Ciencia, Investigación y Filosofía del Espacio de Zambia, tenía un plan para vencer a Estados Unidos y a la Unión Soviética en su carrera hacia la luna: entrenar a doce astronautas zambianos, entre los que se incluía una adolescente de dieciséis años, con pruebas que incluían dar vueltas alrededor de un árbol dentro de un cubo o caminar sobre sus manos, que según creía Nkoloso era la única forma en la que se podía caminar en la luna. El caso es que consiguió convencer al entonces presidente de Zambia, Kenneth David Kaunda.

Nacido en 1919 en lo que en aquel momento era Rodesia del Norte, Nkoloso recibió una educación misionera, para a continuación ser reclutado por los británicos en la Segunda Guerra Mundial. Durante su servicio mostró un enorme interés por la ciencia y al regresar a casa montó su propia escuela. A continuación pasó por toda clase de oficios, desde vendedor hasta agitador político, pasando por libertador mesiánico, una trayectoria que hizo que las autoridades coloniales decidieran encarcelarle.

¿Qué llevó a Nkoloso a plantearse la carrera espacial? Hay quien piensa que la idea fue el resultado de las torturas a las que fue sometido Nkoloso por parte de las autoridades de Rodesia del Norte; para otros, en realidad estaba entrenando a sus afronautas para que se convirtieran en guerrilleros políticos. También hay quien piensa, como es el caso de Arthur Hoppe, columnista del San Francisco Chronicle, que el programa espacial de Zambia era una sátira contra la carrera espacial de Estados Unidos. En un artículo para The New Yorker, Namwali Serpell explica que pesó mucho su activismo político en la lucha por la libertad dentro del Partido de la Independencia Nacional Unida.

Independientemente de cuáles fueran los motivos que llevaran a Nkoloso a intentar llevar a cabo su excéntrica idea, el programa espacial de Zambia ha atraído poderosamente la atención del mundo, dando como resultados varios documentales e incluso un cortometraje titulado Afronautas. Y aunque Nkoloso murió hace ya más de treinta años sin ver su sueño cumplido, (según dice Serpell, culpó del fracaso de su proyecto a los «neocolonialistas imperialistas», que, pensaba, estaban asustados por el conocimiento espacial que poseía Zambia), pasó a la historia como un icono del Afrofuturismo, un movimiento que une arte, cultura y tecnología.

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