Boceto de Hansken hecho por Rembrandt (Fuente).

A mediados del siglo XVII, los ciudadanos de Ámsterdam acudieron en masa para ver un espectáculo insólito y extraño: un elefante asiático traído desde Sri Lanka, que era capaz de hacer un increíble repertorio de trucos. Entre los deslumbrados por esta exótica criatura, llamada Hansken, se encontraba Rembrandt van Rijn. El pintor dibujó detallados bocetos del animal, además de incluirlo en su grabado de 1638 Adán y Eva en el Paraíso, donde se representaba la castidad y la gracia.

Hansken nació en Sri Lanka, conocida en aquel momento como Ceilán, en 1630. Después de que varias partes de la isla quedaran bajo el control de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales a principios del siglo XVII, el gobierno recibió una petición por parte del príncipe Federico Enrique de Orange-Nassau para recibir un elefante joven. Fue por eso que, en 1633, cuando Hansken tenía tres años, fue trasladado en barco a los Países Bajos.

Después de eso, Hansken cambió de manos varias veces antes de ser comprado por un tal Cornelis van Groenevelt por 20.000 florines, unos 420.000 euros actuales. Van Groenevelt pasó las siguientes dos décadas transportando a Hansken de un lugar a otro, como una atracción turística. Rembrandt probablemente lo vio por primera vez en 1637, durante uyna de sus visitas a Ámsterdam. Hansken seguramente fue un espectáculo asombroso para un público, el europeo, que nunca antes había visto un elefante. En los siglos XVI y XVII habría como mucho dos o tres elefantes en todo el continente. A esa fascinación natural se sumó, además, la habilidad de Hansken para realizar trucos como sostener una espada o disparar un arma, trucos que por cierto, no son los que Rembrandt reflejó en sus dibujos.

Placa de cobre anónima del siglo XVII con trucos realizados por Hansken en 1641 (Fuente).

Cuando tenía 25 años, Hansken murió en la Piazza della Signoria en Florencia. La terrible escena fue capturada por Stefano della Bella, un artista que fue testigo de sus últimos momentos. Hansken todavía era joven en el momento de su muerte, ya que los elefantes asiáticos pueden llegar a vivir hasta 50 años. Un examen posterior reveló acumulación de pus en sus pies, por lo que es probable que muriera a causa de una infección. Teniendo en cuenta la falta de conocimientos de los europeos sobre estos animales en aquella época, lo más seguro es que Hansken no recibiera la alimentación ni la atención médica necesarias.

El esqueleto de Hansken se exhibió en la Galería de los Uffizi y posteriormente pasó al Museo della Specola de la Universidad de Florencia. Es muy probable que sus restos sirvieran para la primera descripción científica de un elefante asiático, la del naturalista británico John Ray en un libro de 1693. Ahora bien, Ray solo vio el esqueleto de Hansken, mientras que Rembrandt pintó al elefante en vida, cuando lo vio en Ámsterdam en 1637, por lo que su representación sería más correcta con el original.

Recientemente el cráneo de Hansken fue transportado de Italia a Ámsterdam, como parte de la exposición «Hansken, el elefante de Rembradt», que explora la fascinación del artista por el elefante y presenta obras de otros artistas que también quedaron cautivados por el animal, así como documentos históricos y un mapa de todas sus actuaciones por Europa, haciendo hincapié también en el sufrimiento que sin duda tuvo que soportar en vida.

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