Auguste Dupin, realizando una inteligente maniobra, en una ilustración de The Purloined Letter, en 1844 (Fuente).

Con C. Auguste Dupin Edgar Allan Poe consiguió dar con una fórmula ganadora. Este personaje que era Sherlock Holmes antes de la creación de Sherlock Holmes aparició por primera vez en 1841 en «Los crímenes de la calle Morgue». Se trata este del primer relato de lo que se podría llamar «»misterio de habitación cerrada», en el que se reta al lector a resolver un enigma aparentemente irresoluble.

Aunque las raíces del relato detectivesco se remontan a Shakespeare, las narraciones de Poe sobre la resolución racional de crímenes crearon un género. Poe establece el esquema por el que discurrirá la novela policíaca: sus historia mezclan el crimen con una narrativa de detectives en la que hay que resolver un rompecabezas y en la que se invita a los lectores a que también lo hagan. La figura clave en esa resolución es el personaje del detective. Dupin, que aparecería también en los relatos «El misterio de Marie Rogêt» y «La carta robada», es un caballero que no tiene necesidad de trabajar y que se mantiene ocupado ayudando a la policía real a resolver crímenes mediante el análisis lógico. Los miembros de la policía, por supuesto, son absolutamente incompetentes, como ocurre con el inspector Lestrade y Scotland Yard en Sherlock Holmes.

Al igual que su descendiente literario, Dupin fuma en pipa y tiene un carácter excéntrico. También es tremendamente racional y más inteligente de lo normal, una especie de superhéroe que usa los poderes del razonamiento y de la creatividad para lograr grandes hazañas en la resolución de crímenes, incluso poniéndose a sí mismo en la mente del criminal. Dupin es un verdadero observador que presta atención a aquello en quien nadie se fija, como la indecisión, impaciencia o una casual o involuntaria palabra. Casi podría describírsele como una máquina de pensar deshumanizada, un hombre cuyo único interés es la lógica pura. El narrador, por su parte, es compañero del detective y testigo de sus proezas. En el caso de Dupin, ese narrador es un compañero del detective aunque, a diferencia del Doctor Watson, se mantiene como un «yo» anónimo a lo largo de los tres relatos. Por lo demás, la coincidencia entre él y Watson es casi plena.

Sherlock Holmes fue uno de los detectives ficticios influenciados por Dupin (Fuente).

Además del tipo de narrador, Poe introdujo en los cuentos de Dupin, Poe introdujo una otra serie de elementos que pasarían a incorporarse de forma habitual en las historias de detectives: el protagonista solitario, con un ayudante normal, intentando resolver un crimen aparentemente imposible, ayudando a la incompetente policía. Esa fórmula atrajo la atención de escritores y lectores en el siglo XIX, cuya confianza en el razonamiento era plena, al tiempo que llenaba de connotaciones espeluznantes, que apelaban a las preocupaciones de la gente por lo oculto.

Las historias de detectives, escribe Ben MacIntyre en The Times of London, fueron particularmente atractivas porque prometían que «el intelecto triunfará, el delincuente no podrá con el detective racional, la ciencia rastreará a los malhechores y permitirá que las almas honestas duerman por la noche». «Al mismo tiempo», escribe MacIntyre, «las ansiedades del siglo XIX sobre la Revolución Industrial y las nuevas formas de vida despertaban la idea de que el mal era anónimo y estaba en todas partes». Estas dos emociones, «fe en la razón y desconfianza en la apariencia», son lo que hicieron que los victorianos amaran las historias de detectives.

Incluso Arthur Conan Doyle, creador de Sherlock, tuvo que reconocer la influencia de Edgar Allan Poe. «¿Dónde estaban las historias de detectives hasta que Poe les dio aliento de vida?», escribió. De hecho, en la primera historia de Holmes, Estudio en escarlata, Watson compara a Holmes con Dupin, a lo que este, irónicamente, responde: «No hay duda de que crees que estás halagándome… En mi opinión, Dupin era un tipo bastante inferior».

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