
Figura que se cree que es Basticci de Vita Giannozzo Manettis (Fuente).
Cuando se piensa en la Florencia renacentista se suele hacer en términos puramente visuales, en la arquitectura, en la pintura o en la escultura. Sin embargo, no solo fueron amantes del arte sino también de la sabiduría y de los libros. Tal vez en la actualidad no sea tan conocido como Miguel Ángel o Brunelleschi, pero en su tiempo Vespasiano da Bisticci fue una figura importante y muy influyente, representante de un sector al que no se suele hacer referencia cuando se habla del Renacimiento: el de los libreros.
Vespasiano vivió aproximadamente entre 1421 y 1498, y más que librero alcanzó la cima en la Florencia del Renacimiento como cartolai, un término que se refería además de al oficio de librero al de encuadernador, ilustrador y editor. Pero el apodo con el que Vespasiano ha pasado a la historia es el de rei de li librari del mondo, «rey de los libreros del mundo».
En el tiempo de Vespasiano Florencia se vio sacudida por innumerables hitos históricos: la muerte de Cosme y Piero de Medici, el ascenso de Lorenzo el Magnífico, los enfrentamientos de los Medicis con los Pazzi y otros clanes o las hogueras de Savonarola. Pero entre tanto trajín, Vespasiano supo construir un próspero negocio basado en el conocimiento y en los libros. Su clientela incluía papas, emperadores, duques y muchos otros destacados aristócratas, lo que le permitió escribir toda una serie de biografías sobre ellos. Ayudó a abastecer las bibliotecas de las figuras más importantes de la época ‒los Médicis, el Papa Nicolás V, Alfonso de Nápoles y Federico da Montefeltro, entre otros‒ con exquisitas ediciones en vitela de Platón, Cicerón, Quintiliano y muchos más. En veintidós meses, por ejemplo, hizo que veinticinco copistas hicieran 200 volúmenes para Cosme.
Vespasiano tuvo la suerte de vivir en un período de transición único, el de la imprenta de Johannes Gutenberg, que permitió producir libros en masa y, en definitiva, marcó el final del mercado de manuscritos que dominaban los libreros de la época. Lejos de suponer un desastre para su negocio, la imprenta le trajo crecimiento y prosperidad, ya que los libros a mano coexistieron en paz con los impresos, en un sistema muy parecido al que tenemos hoy con los libros impresos y los digitales (aunque ya sabemos que finalmente la balanza se inclinó en favor a los impresos).
Su afán no era simplemente complacer solo a sus clientes, antes bien, creía firmemente, como muchos de sus compañeros libreros, que era vital recuperar y restaurar la sabiduría del mundo antiguo para contrarrestar la violencia y la corrupción del momento. Creía que esta sabiduría podría enseñar a los gobernantes a gobernarse a sí mismos de manera más sabia y moderada, creando una sociedad mejor. No era el único que pensaba así ni mucho menos. Para los humanistas, los textos antiguos, sobre todo los de la antigua Grecia y Roma, podían ayudar a reparar el presente.
Aunque muchos de los volúmenes que Vespasiano produjo se destruyeron o se perdieron en incendios, otros han sobrevivido y se pueden encontrar hoy en algunas de las mejores bibliotecas del mundo. Su existencia, junto con las biografías que escribió, nos dan un sentido de la amplitud y de la profundidad de los fundamentos intelectuales del Renacimiento. Su creencia en el poder de la palabra escrita y su esperanza en que los libros son capaces de inspirar a los líderes para convertirlos en mejores gobernantes un crear una sociedad más justa parece ahora más necesario que nunca.
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