Estaré sola y sin fiesta de Sara Barquinero, editada por Lumen, es una de las novelas más originales de este año en el panorama literario. Y no puedo hablar de ella sin decir que conozco personalmente a la autora, que leí la novela en su estado larvario (como manuscrito) y que la historia la conocí de primerísima mano. Pero que no sirva esto como justificación para dudar de mi parcialidad: cuando la autora ha escrito algo que no considere a la altura, no me tiembla el pulso para defenestrarlo y recomendarle que lo tire a la basura.

Cuando hablamos de leer, hay que ser así de tajante.

Estaré sola y sin fiesta parte de una premisa conocida: el manuscrito encontrado. En este caso, un diario hallado en la basura que presenta la voz interior de Yna, una inmigrante en la Zaragoza de los años 90 que espera con desesperación la llamada que nunca llega. La llamada del hombre al que ama.

Con esta premisa, la narración se vuelve bella y trágica:

¿Quién es Yna? ¿Por qué su diario íntimo, crónica de su enamoramiento de Alejandro en 1990, ha aparecido en un contenedor de Zaragoza? La protagonista de Estaré sola y sin fiesta no puede evitar hacerse estas preguntas cuando encuentra el viejo cuaderno manuscrito de Yna. Hay algo en la prosa sencilla de esa desconocida que la empuja a querer saber más. Su historia tiene una fuerza contagiosa que, a pesar de la distancia, la obliga a pensar en sí misma, hasta el punto de dejar toda su vida en pausa para dar comienzo a una investigación que la llevará a Bilbao, Barcelona, Salou, Peñíscola y, finalmente, de vuelta a Zaragoza. ¿Es cierto que nadie fue al cumpleaños de Yna el 11 de mayo de 1990? ¿Tiene sentido que el amor de su vida nunca la llamara? ¿A qué respondía esa gran obsesión romántica? ¿Y dónde estarán ahora sus protagonistas? ¿Seguirán vivos?

Durante la presentación de la novela en Madrid, en la librería Tipos Infames, a manos de la autora y de Luna Miguel (poeta, editora, periodista) se habló, de forma ineludible, sobre la actual literatura de jóvenes autores. Inevitable la comparativa, ya que Sara Barquinero, de menos de treinta años, se une a una lista de estrellas rutilantes de la literatura española que van trasegando entre la atención del público y la de la crítica. Unas veces, ambas atenciones se unen, pero no muchas. Se dijo allí lo sorprendente que era editar una novela con trama, que rehúye la autoficción, que no se presenta con unas escasas doscientas páginas llenas de pensamientos, vagabundeo de sentimientos y menudeo de diálogos y personajes. Estaré sola y sin fiesta se presenta con una trama bien definida, que se mira, además, en la tradición romántica del manuscrito encontrado. Presenta unos personajes, se apoya en la poesía de la narración, pero también en extensos diálogos. Por ende, se aleja de la tradición que venimos viendo en las primeras novelas de las jóvenes promesas literarias que llenan sellos como Caballo de Troya y que saltan del poemario a la prosa y reniegan de la trama.

Sin duda he ventilado con demasiada ligereza a toda una generación, pero que no se enfade nadie.

Con esto quiero señalar que Estaré sola y sin fiesta, y también su autora, están lejos de lo que solemos ver en la mesa de novedades. Como joven autora, las influencias de la novela americana de la segunda mitad del siglo XX en adelante es más que evidente. David Foster Wallace, Thomas Pynchon… referentes que apabullan, pero la novela que nos atañe es mucho más amable y sencilla. Lo complicado, o eso parece, llegará con sus próximas obras, que Lumen, ya ha anunciado, va a publicar. Esta es una novela melancólica, pero también llena de belleza: un viaje por la España de los 90, una década olvidada que va copando ahora su lugar en la historia: una clase especial de resaca post-movida, una época en que España se creía, por fin, que el franquismo había terminado y que el futuro había que ganárselo.

En su lectura, el lector puede apreciar una preocupación genuina por la voz. Escrita en una primera persona literaria (no pensando en la adaptación cinematográfica ni buscando la prosa poética), la novela sigue los pasos de una protagonista que sirve como herramienta de la crónica. Nos cuenta una historia ficticia a través de un hecho concreto real: el diario de Yna. Diario que se presenta con escaneados en blanco y negro que acompañan la narración. El personaje que nunca aparece, que nunca nos da su visión de los hechos. Una constante que acompañará la novela y que aportará la extrañeza que soporta el avance de la trama: la búsqueda del pasado, quizás como método para entender el presente, quizás como respuesta a la clásica crisis que viven los jóvenes cuando el mundo les obliga a posicionarse, a tomar un camino. Y es que en Estaré sola y sin fiesta se adivina una verdad importante: que todas las primeras novelas hablan siempre de lo mismo, pero cómo se cuenta es la clave. Y que muchas primeras novelas de las nuevas promesas literarias, que cada poco tiempo reciben la atención de un par de suplementos culturales y un gran sello editorial, acaban convertidas en parodias de miedos adolescentes.

No es el caso.

Desde que la leí como un manuscrito, me rompió el corazón esta novela. Ahora que se ha editado, corregido algunas cosas, limado algo el estilo, y he podido releerla, me encuentro con una novela sorprendentemente madura. Muy lejos de lo primero que yo mismo edité y tanto me afano en relegar al olvido; muy lejos de las nuevas voces que me intentan vender los periódicos y editores. Es una novela, con todas las letras, y no se avergüenza de tener claro que los personajes necesitan un desarrollo, que la trama necesita de un misterio y que, en literatura, paradójicamente, no basta con hablar de las cosas: hay que mostrarlas. Y sí, lo difícil de escribir un buen libro es saber mostrar con palabras.

La resolución del misterio de la novela no implica que sea satisfactorio, pero no es tramposo: hay un misterio y hay un final. Personalmente, me parece el mayor acierto de la novela, un final que me dejó con un desasosiego en el cuerpo, como hacen los buenos libros. Pero no pongo la mano en el fuego porque todos los lectores sientan lo mismo. Pero me parece importante señalarlo: el misterio importa y llega a puerto. Cada cual decidirá si ese puerto le vale. La novela no es una carrera: es un viaje. Recorre España para hablar de España, la del pasado y la del futuro.

Estaré sola y sin fiesta me recuerda, inevitablemente, a Los Modlin, de Paco Gómez. Uno de esos milagros del underground literario, autoeditada, un éxito, una obra que va de boca en boca y que los lectores de la nueva literatura patria no pueden evitar pasar. Curiosamente la leí muy cerca en el tiempo con esta que ahora reseño. Misma premisa: autor encuentra en la basura la vida de una persona misteriosa. En este caso, Yna; en el de Paco Gómez, las pinturas y diarios de la familia Modlin. La gran diferencia entre una y otra es el uso de la ficción: mientras que Los Modlin se contenta con ser una crónica realista del hallazgo, la búsqueda, y se sustenta en el propio misterio de la familia, mientras que los intentos del autor de reflexionar o colocarse a sí mismo como personaje son fallidos (debido sobre todo a lo pobremente que está escrito el libro), Sara Barquinero decide abrazar la absoluta ficción: crea una historia, una mentira, para hablar de un misterio que la propia autora no ha desvelado.

El diario existió, también la mujer que lo escribió, todo lo demás, no.

Llevo recomendado Estaré sola y sin fiesta desde antes de que se publicara. A quien quisiera escucharme le decía que pronto se publicaría la novela de una joven autora a la que debería prestarse mucha atención. Ahora, lo dicen los periódicos y editores. Pero lo diré una vez más en este pequeño espacio: lean a Sara Barquinero. Es una de las voces más genuinas de las jóvenes promesas literarias. Estaré sola y sin fiesta es una novela escrita con el corazón, trabajada con mucha cabeza y editada con mucho acierto. Si alguna vez el lector ha hecho caso de alguna de mis recomendaciones, que esta no sea la excepción.

Pero no tienen que creer en mi palabra. Les invito a leer un adelanto del libro aquí.

Sara Barquinero (Zaragoza, 1994). Estudió Filosofía en la universidad de su ciudad y realizó un máster de Escritura Creativa en Hotel Kafka. Actualmente está cursando los estudios de doctorado. En 2018 obtuvo una beca de creación en la Residencia de Estudiantes de Madrid, en la que escribió su nouvelle Terminal (Milenio, 2020). Ha obtenido el Premio de ensayo Valores Universales de la Fundación Unir en 2016, el Premio Virginia Woolf de relato en lengua inglesa en 2017, el Premio del IAJ de creación artística y tecnológica en la modalidad de literatura en 2018 y el Premio Voces Nuevas de poesía de la Editorial Torremozas en 2019. Tras Estaré sola y sin fiesta Lumen publicará su proyecto literario Los escorpiones, formado por cinco novelas, y El desapego.

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