Imagine el lector que un día empieza a notar un hormigueo en la mano. A lo largo de varias semanas el hormigueo se ha extendido al brazo, y al cabo de un mes una sensación incapacitante ha inmovilizado parte de su tronco inferior. Lo lógico, pensará, es buscar un origen orgánico a su afección: genes mutados, un trauma físico no curado, una enfermedad neurodegenerativa. Pero, ¿y si todas las pruebas salen negativas? ¿Y si esas manifestaciones tienen un origen psicológico?

Todo está en tu cabeza‘ (2015), escrito por Suzanne O’ Sullivan y traducido por Gema Deza Guil, es uno de esos volúmenes que permiten al lector reformular su marco mental y abrirse a nuevas realidades que a menudo tendemos a silenciar cuando no menospreciar. El libro gira en torno al proceso de aceptación de pacientes con síntomas reales pero causados por problemas psicológicos (en lugar de orgánicos) con foco en convulsiones disociativas y parálisis de diferente gravedad.

Lejos de ser invenciones de los pacientes, estos síntomas de parálisis o convulsiones son reales, pero su origen no son enfermedades orgánicas como la ELA o la epilepsia, sino que tienen un origen psicológico que dista de ser algo voluntario. A menudo esos síntomas son una respuesta que el cuerpo aporta para proteger al paciente de un trauma, como respuesta al estrés o como señal de aviso de que hay asuntos pendientes. Sin embargo, encajar este diagnóstico se topa con barreras significativas.

Uno de los puntos más complicados para los pacientes de Sullivan aparece cuando estos deben encajar que sus manifestaciones físicas responden a una perspectiva psicológica, lo que no las hace menos reales. El paciente se encuentra entonces con que su realidad se trunca. La enfermedad «real» (nótese las comillas) que creían padecer, a menudo mal diagnosticada, se ha convertido con frecuencia en un escudo con el que protegerse o un bastón en que apoyarse durante años, y ante un diagnóstico acertado que la elimina de la ecuación los enfermos se sienten desprotegidos e incluso insultados.

«Cuanto más rotundamente niega alguien el diagnóstico psiquiátrico e imagina un paradigma físico particular para explicar una enfermedad, más tiempo se prolonga dicha enfermedad»

A pesar de que estamos en el siglo XXI, a menudo se sigue pensando en que la atención psicológica es algo para débiles, para desequilibrados mentales o para locos. Algo bochornoso que ha de ser ocultado porque «yo no soy de ese tipo de personas». Spoiler: todos somos ese tipo de personas, todos podemos necesitar ayuda psicológica y eso no hace menos real nuestra dolencia, solo traslada su origen a otro campo.

Sin embargo, el menosprecio de la sociedad en general, y de bastantes médicos en particular, no ayuda a estos pacientes a alcanzar el tratamiento que sí necesitan, motivo por el cual muchos de ellos se oponen de manera tajante al diagnóstico o desaparecen desaparecen poco después de haberlo recibido.

«Si un paciente está dispuesto a aceptar el componente psicológico de la enfermedad, es mucho más probable que se recupere por completo»

Los prejuicios de la sociedad juegan en contra de la recuperación de los pacientes de Suzanne, que siempre demandan una segunda o tercera opinión, cuando no la están recibiendo al visitar a esta doctora. Respecto a una paciente, pero extrapolable a casi todos, comenta que «ella no quería un tratamiento mejor, sino un diagnóstico mejor». Uno que pudiese encajar socialmente, porque no está bien visto necesitar tratamiento psicológico.

La negación de los pacientes a que sus dolencias son psicológicas juega en contra de su recuperación, pero la aceptación de este hecho es difícil porque «para que podamos considerar que una enfermedad grave tiene un origen psicológico es esencial que creamos que tal cosa es posible».

En los últimos años la idea de que la atención psicológica es necesaria está abriéndose paso en todos los niveles de la sociedad, político incluido, aunque aún queda mucho por enseñar. Aún queda mucho por aprender. Libros como el de la doctora Suzanne O’ Sullivan ayudan a comprender la existencia de estas afecciones y lo relevante que es achacar bien su origen.

La lectura de ‘Todo está en tu cabeza‘ resulta más que recomendable. Ser capaces de admitir que una dolencia psicológica es tan real como una orgánica es uno de los grandes retos sociales que debemos superar.


Con el objetivo de ahorrar en libros y reducir (un poco) mi impacto ambiental, este año leeré todos los libros que pueda en la tablet de la fotografía, una BOOX Note Air (reseña).

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