Currículum con monstruos es un título tan horrible como genial es el libro que lo soporta. Una novela de William Browning Spencer, inédito en nuestro país, y que ahora rescata la incombustible Gigamesh con su nueva política de distribución y venta directamente desde sus canales oficiales.
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Philip Kenan también. Ha perdido el trabajo, su novia lo ha dejado y escribe, pero lo que había de ser una novela normalita ocupa ya dos mil páginas y es cada vez más impublicable. Y, por si fuera poco, es el único que sabe que unas horrendas criaturas lovecraftianas pretenden saltar telepáticamente un abismo de seiscientos millones de años y destruir la civilización.
Una novela cuya cubierta despierta interés, cuya sinopsis deja, con perdón, con el culo torcido, y cuyo desarrollo bebe de tantas locuras que, para cuando hemos terminado de leer, no nos queda más que reírnos a mandíbula batiente, encerrar el libro bajo varios candados, guardarlo en una caja fuerte, arrancarnos la piel a tiras y entregar nuestro sacrificio a Cthulhu.
Quizás este sea el libro que habría escrito Lovecraft de haber nacido en la era de Facebook.
Un autor marginado con una novela extensa, compleja, inabarcable y llena de monstruos; saltos en el tiempo, una relación herida, una gran empresa y la alienación que provoca el trabajo. Una oda al inconformismo moderno que parece reírse de las soluciones casi kafkianas de Fight Club (Chuck Palahniuk, 1996) y abraza los mitos de Cthulhu y su círculo de Weird Tales. Los Antiguos van penetrando en nuestra realidad para exterminar la vida en la Tierra y lo hacen a través del fantasma del capitalismo. ¿O acaso estamos ante un empleado de clase media, derrotado por el Sistema, que pierde la cabeza y escapa de la realidad con la exquisita llave de la locura? Un poco de todo, aunque no vamos a desvelar aquí la guinda del pastel. Currículum con monstruos es una novela divertida, con un personaje paranoico y una voz narrativa ácida, que por momentos me ha recordado a un grande en este género (terror absurdo) como es la novela John Dies at the End (David Wong, 2007). Aunque, en este caso, Currículum con monstruos es una novela anterior, por lo que podríamos encontrarnos ante un caso en que la obra que influye a otra es menos conocida que la segunda.
Las virtudes de esta novela pasan por una prosa ligera y divertida, un argumento de lo más absurdo, una reverencia irreverente (valga la redundancia) hacia la obra y cosmogonía de Lovecraft y un personaje principal, Philip Kenan, paranoico y desquiciado, que hace las delicias del lector. Es una novela que puede causar verdaderas carcajadas haciendo uso de una tragicomedia terrorífica y cósmica llena de frescura. Curiosa, en todo caso, para los tiempos en que se publicó (1995), donde el terror andaba por otros derroteros. Los lectores de Lovecraft se van a divertir de lo lindo viendo a una especie de Quijote que se vuelve loco a base de leer los Mitos; los amantes del género que, por razones que solo Cthulhu comprenderá, no hayan leído al autor de Providence quizás pasen por encima de los varios nombres impronunciables que se van soltando a la largo de la narración, pero igualmente podrán seguir una trama que pasa por la máxima en la narrativa: el mal llega (o no), y hay que hacer algo (o tampoco).
La comparativa con el Quijote es sencilla: la lectura que destroza el cerebro y vuelve loco al protagonista, transformando al mismo tiempo la lectura en un ejercicio de desconfianza ante un narrador muy poco fiable. Esto mismo le sucede a la mayoría de protagonistas del propio Lovecraft, y se ha convertido en un referente en el cine de terror (gracias a muchos clásicos, pero a mí me gusta pensar en la inigualable In the mouth of Madness, John Carpenter 1994).
Como contrapunto decir que Currículum con monstruos a veces es un poco repetitiva. Insiste mucho en la locura del personaje a través de una serie de gags que aportan humor y ligereza al conjunto, pero adolece en ocasiones de cierta falta de ritmo; de cambios bruscos en la trama (introduciendo personajes que parece que van a gozar de importancia y que después se quedan en nada) y de una clase muy particular de pérdida de rumbo. Sabemos dónde está el final, podemos atisbarlo, pero la novela a veces decide dar una vuelta nada ventajosa.
Con todo, Currículum con monstruos es divertida e ingeniosa. Una novela con la que pasarlo bien, no comerse demasiado la cabeza y darle una vuelta a los clásicos mitos de Cthulhu sin pasar por una sobriedad y dramatismo que no siempre le sientan bien. Si el juego de mesa Munchkin fuera una novela, se parecería mucho a Currículum con monstruos.
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