La primera vez que se publicó la historia de Peter Pan hacia el 27 de diciembre de 1904, el dramaturgo James Matthew Barrie no había puesto especiales pretensiones en su narración por lo que su éxito le sorprendió con la pluma en la mano. No obstante, más de un siglo después, continúa siendo su obra más reconocida.
Siete años más tarde del lanzamiento de su primera edición, Barrie decidió honrar la respuesta del público transformando el relato en una novela de corte juvenil que recibió el título de Peter Pan y Wendy. Muchos de nosotros vivimos nuestra primera toma de contacto con su trabajo a través de alguna de las adaptaciones se han llevado a cabo en el cine y precisamente por ello, pocos sabíamos que el germen del relato proviene de un Peter Pan de carne y hueso, un amigo del dramaturgo, según este blog de cine.
Criado en la década de los sesenta del siglo XIX en un pequeño pueblo de Escocia llamado Kirriemuir, James Matthew Barrie tuvo la oportunidad de experimentar un profundo dolor a una edad en extremo precoz. Su infancia estuvo condicionada por una frialdad que parecía haber silenciado el corazón de sus padres quienes, ausentes, faltos de afecto y, quizá de vida, le abocaron a una vida llena de silencios. Claro que este drama familiar hundía sus raíces en un trauma de dimensiones insondables y era ciertamente irreparable: La inesperada muerte del primogénito que, cuando solo era un niño, fue engullido por la superficie de un lago congelado que, al agrietarse, se lo llevó junto al calor de sus padres.
Las consecuencias fueron tan irreparables para James como para él. Y es que su partida paró el reloj, literalmente, porque James decidió dejar de crecer. No de una forma voluntaria, claro. Su reloj biológico se resistía a avanzar como resultado de una herida que se tornó psicosomática y acabó manifestándose en su propio cuerpo. Barrie fue un niño que no podía crecer por una extraña herida que nadie podía ver.
Hacia 1897 decidió trasladarse a Londres y allí entabló relación con Sylvia du Maurier y Arthur Lewlyn Davies, un simpático matrimonio que formaba una agradable familia compuesta por sus tres hijos: Peter, John y George y que, años más tarde, crecería con la llegada de Michael y Nicholas.
Barrie se instaló en la infancia de aquellos pequeños y su corazón conectó de forma especial con Michael y Nicholas, los más jóvenes. De hecho, decidió representar el nacimiento de Nicholas nacimiento en su obra El pajarito Blanco, donde además, por primera vez, hizo acto de presencia Peter Pan, el joven que era capaz de volar a través de pensamientos maravillosos, gracias al polvo de hada.
Para construir al personaje, Barrie decidió recurrir a todo lo que él entendía por felicidad, es decir, su primera infancia, antes de que la muerte hiciese acto de presencia en su pequeña familia y la propia infancia de Michael y George.
Nuevamente de forma inesperada, la muerte volvió a manifestarse en su vida. Esta vez, para llevarse a Sylvia y Arthur en 1907 y 1910. La orfandad de aquellos pequeños pronto le llevó a asumir su tutela y, poco a poco, ir estrechando sus lazos con ellos, ya de por sí sólidos. No obstante, tan sólo cinco años más tarde, la muerte regresó, esta vez, de una forma más dolorosa pues lo hizo para llevarse a uno de los pequeños, George. A raíz de este nuevo deceso, la relación entre Barrie y Michael se consolidó rotundamente, más ahora que ambos conocían lo que significaba perder a un hermano a una edad tan temprana.
Con el paso del tiempo, Michael comenzó a estudiar en la universidad de Oxford y en la de París y fue entonces cuando conoció a un sensible amante de la poesía, del teatro e hijo de aristócrata, de nombre Rupert Buxton. El vínculo que se gestó entre ambos fue tan íntimo y arraigado a sus corazones, que pronto comenzó a crecer alrededor de ellos una sombra de rumores que cuestionaba la naturaleza de su relación.
Lamentablemente, dicha naturaleza pareció quedar confirmada cuando en mayo de 1921 los cuerpos de Michael y Busxton fueron encontrados en un embalse, bajo el agua. Ambos murieron abrazados el uno al otro, a través de un suicidio pactado.
Su tutor, James Mattew Barrie, tan sólo logró sobrevivirles algunos años más antes de morir en 1937 como consecuencia de una grave neumonía. Su legado aún permanece adherido a la imaginería colectiva, a través de Peter Pan, el personaje de un niño que no desea crecer y cuya configuración proviene niños que, lamentablemente perdieron la vida, pero también de otros que permanecieron vivos tras la visita de la muerte a sus hermanos y, desde entonces, sus vidas y sus relojes biológicos quedaron congelados en el tiempo.
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