Al echar un vistazo a la historia de la música contemporánea podemos encontrar un gran paisaje de expresiones. Cuando logramos comprender qué fue lo que llevó al surgimiento de determinados géneros y manifestaciones artísticas, nos resulta relativamente sencillo comprender dónde se ubica el punto de unión entre la sociedad y el arte. La música habla a la sociedad, pero también lo hace en su nombre y refleja dónde se encuentran sus fracturas que, por lo general, suelen coincidir con las heridas más profundas de ciertas minorías y sectores marginales.
El soul sigue presente en la memoria de las nuevas generaciones y continúa ejerciendo su influencia sobre las nuevas fórmulas musicales. No tenemos más que echar un vistazo al fenómeno Amy Winheouse que, a pesar de ser marcadamente pop y comercial, se nutría del soul y, de hecho, logró resucitar un estilo aparentemente olvidado y con el que el público, aún sin saberlo, deseaba volver a conectar.
Pero, ¿dónde hunde sus orígenes el soul exactamente? Este género se convirtió en el resorte para reavivar la música de baile alrededor de todo el mundo pero, sin duda, su principal propuesta fue su concepto humano: El soul habla sobre estrechar lazos, sobre hacer comunidad.
Sus raíces se encuentran en Estados Unidos, concretamente, en las Iglesias Evangélicas de Philadelphia, Missisippi o Georgia. Aunque no resulta fácil identificar el momento exacto en el que apareció la música soul, si existe algo innegable: Fue producto de un sentimiento común en los estratos más marginados de la sociedad estadounidense.
Las primeras pinceladas del soul pueden identificarse en las melodías de rythm and blues que fueron cantadas por las comunidades afroamericanas que, más tarde, fusionaron con los acentos religiosos del gospel. Dicha fusión abrió la puerta a una infinidad de propuestas creativas y, en última instancia, constituyó la base de varios movimientos que más tarde serían de alcance masivo como el rock.
La profunda melancolía de sus melodías comenzó a acompañarse con una técnica vocal de gran profundidad. Las voces aterciopeladas y capaces de realizar movimientos complejos acaparaban todo el protagonismo y, a la vez, eran acentuadas por un ciclo de respuesta en donde la intérprete principal era acompañada y sostenida en cierto modo por un angelical coro.
La percusión a partir de elementos orgánicos como las palmas de las manos es otro de sus rasgos más característicos. Y es que el soul, a pesar de beber de una profunda tristeza, también es capaz de brillar con una alegría y energía arrolladoras.
Por otro lado, el metal adquiere un papel principal: El saxofón, los trombones o las trompetas constituyen emblemas del soul y poseen esa versatilidad cromática propia del género: La capacidad para evocar la profunda alegría y la profunda tristeza de una forma grácil y natural.
Si profundizamos en su dimensión más humana y social, encontramos un contexto marcado por la inmundicia, por la ruina, por la desolación. La década de los años cincuenta trajo una inevitable podredumbre a Estados Unidos tras su colaboración en la Segunda Guerra Mundial que, aunque el resultado fue victorioso, repercutió negativamente en forma de disputas y conflictos a nivel interno, en su mayoría motivados por cuestiones raciales.
Por otro lado, la comunidad negra había empezado a dar sus primeros pasos en busca de la igualdad. Estaba harta de la opresión y exigía derechos, protección ante la continua violencia y discriminación que sufría, especialmente en el sur. Cada vez fueron más los afroamericanos que comenzaron a dejarse llevar por las consignas de líderes como Martin Luther King y, poco a poco, comenzó a germinar la conciencia racial.
El movimiento germinó en un entorno de inestabilidad y soledad y a nivel artístico llegó a convertirse en una realidad gracias a artistas como Solomon Burke y temas como ‘Cry to me’, ‘Just out of reach’ o ‘Down in the valley’.
Su éxito creciente a lo largo de la década de los años 50 derivó en una internacionalización gradual. Fue entonces cuando el R&B comenzó a escucharse en Europa con todo lo que ello supuso en la aparición posterior de lo que se denominó ‘invasión británica’ con iconos como The Rolling Stones o The Beatles.
Hacia 1964, Billborad decidió eliminar sus listas musicales específicamente creadas para la comunidad negra y creó un Top 40 estadounidense como símbolo clave de un entorno influido por la integración y en el que el soul siguió la estela del blues en un contexto más tolerante.
El movimiento social para la defensa de los derechos civiles quedó condicionado por la revolución racial que, de hecho, fue proyectada a través del soul. En la década de los sesenta destacó la aparición de Aretha Franklin, considerada de hecho la reina del soul. ‘I never loved a man the way I love you’ fue su álbum más importante y contó con canciones de calado global como ‘Respect’.
Además, también destacaron las contribuciones que artistas como Eddie Floyd o Johnnie Taylor hicieron al género.
Una década más tarde, en los años 70, el género ya se había consolidado y poco a poco fue evolucionando hacia fórmulas como el funk y que, poco a poco, fueron sentando las bases de géneros posteriores como la música disco.
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