Portada de «Todo en Orden».

Paso por la Piedra de Sísifo para hablar un poco de la nueva obra del escritor Luís Sánchez Martín (Cartagena, 1978), autor de, entre otros, Sin Anestesia (ed Hades, 2014), Bebop Café (Boria Ediciones, 2016) o el poemario Carrera con el Diablo (Lastura ediciones, 2019); también es el editor de Boria Ediciones; paga facturas (y el numerazo de autónomo) ejerciendo de contable y colabora en el blog de reseñas Literatura+1 y en la sección cultural de Leer el presente de eldiario.es. Tengo que mencionar que Luís, además, es el editor que apostó por mi manuscrito El Jinete de la Tormenta, en la cual trabajó durante meses para convertirlo en novela.

Aprovecho esta reseña a modo de venganza.

Antes de comentar el contenido, quiero mencionar el continente. Chamán Ediciones es una editorial con carácter que cuida mucho sus proyectos. La portada me llamó la atención, es hermosa; la sinopsis es de las mejores que he leído, si no la mejor:

«Cansado de quemar tus días en horario de trabajo, abrazas otra realidad posible; cuando dependes exclusivamente de alguien que jamás te supo valorar; cuando tres días sin dormir te llevan hasta donde nunca creías poder llegar; cuando cruzas la frontera en busca de fármacos; cuando un graznido corta la oscuridad, una carcajada rompe la noche, el saco gatas las uñas y aparcas tu vida en doble fila; cuando tu obra se convierte en una extensión de ti mismo y abres día tras día el mismo buzón, siempre vacío.

Cuando todo esto sucede, ha llegado el momento de poner todo en orden.

La vida como condena es el nexo común de estas historias de precariedad, ostracismo, lastre, muerte y soledad con las que el autor denuncia el dolor, pero también reivindica el derecho a morir con las botas puestas y la cabeza bien alta. Porque a muchos solo les queda el placer, que lo es, de hacer mucho ruido».

Todo en Orden se compone de diez relatos cortos y uno largo, que es el que da título a la obra. Éste es crudo, violento, turbador en la medida en que me sentí reconocido en el protagonista (creo que muchos lo haréis); de los que te tienes que leer de una sentada. Trata sobre un enfermo terminal que decide, a su manera, poner orden en su vida antes de morir. Si la obra se redujese sólo a esta historia, la recomendaría de igual manera, aunque hay más, mucho más.

Y es que Luis Sánchez no deja títere con cabeza en esta colección de relatos; sus personajes, la mayoría de clase obrera o de esa clase media o media-baja a los que engañaron haciéndoles creer que podían subirse al carro de los afortunados de buena cuna, tienen que lidiar con situaciones que solemos ver y sufrir en carnes propias: empresarios desalmados, un estado corrompido que los apoya y una sociedad inerme y domesticada que no reacciona; deudas impagables que se convierten en los nuevos grilletes del siglo XXI; falta de oportunidades para unos, favoritismo para otros; maltrato familiar y machista; relaciones tóxicas; decisiones equivocadas; sueños frustrados.

Para ello, el autor compone en Todo en Orden un cuadro donde recurre al realismo sucio (es admirador ferviente de Bukowski, y se nota), aunque no escatima a la hora de dar unas pinceladas de realismo mágico si con ello consigue su objetivo: dejarnos poso en cada final de sus historias; inquietud en algunas; en otras un atisbo de sonrisa en la boca y un «jódete, cabrón» en los labios.

Leer Todo en Orden es entrar en la psique de Luís Sánchez; es ponerse en la piel de parte de una generación; es comprender de una vez por todas que hay muchas cosas que están mal, que tenemos todo el derecho a expresarlo, a denunciarlo, a señalar e insultar a los causantes y, por qué no, también a resarcirnos, a poner todo en orden, aunque sea en la ficción.

Como he comentado al principio, he aprovechado esta reseña para vengarme del Luís Sánchez editor; en el proceso de corrección del Jinete de la Tormenta mantuvimos una encarnizada lucha por todos los puntos y coma que pululaban por mi manuscrito, que eran legión. Luís los quería omitir casi todos (argumentos no le faltaban), yo, como hijos díscolos, luché por cada uno de ellos. Quiero pensar que el resultado de la contienda quedó en K.O técnico (muy ajustado) a su favor, aunque vendí caro cada punto y coma que concedí y que fue a parar al limbo de los puntos y coma. Me he esforzado con denuedo en recuperarlos y hacerlos pulular por esta reseña; ha sido mi particular forma de poner todo en orden.

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