Imagina que te obligan a huir de tu país para escapar a un lugar seguro. Con suerte, tuviste tiempo de hacer una maleta. Si no, simplemente dejaste todo y huiste. Actualmente, se calcula que más de 82,4 millones de personas de todo el mundo viven una situación de desplazamiento forzoso. Una enorme parte de ellos son niños, que a menudo se ven obligados a salir adelante sin adultos que los protejan. Recientemente hemos tenido la oportunidad de volver a ver ese drama, y con toda probabilidad no será la última. Lo que mucha gente no se plantea (o no se quiere plantear) es la historia que hay detrás de cada refugiado: lo que sienten al dejar atrás su país, con su lengua, su cultura, sus gentes y, en definitiva, su hogar, para emprender un viaje incierto a través de tierras extrañas, en busca de un futuro mejor.
Somos exploradores desarrolla una de esas historias desde un punto de vista sencillo pero al mismo tiempo lleno de belleza. La narración comienza en una ciudad de alguna zona en guerra y cuenta cómo una niña tiene que huir con su hermano después de que su casa fuera destruida. El hermano le propone un juego que consiste en convertirse en exploradores y, así, dejan atrás su hogar, llevando solo unas pocas cosas dentro de una mochila, porque los exploradores llevan su casa a las espaldas como si fueran un caracol. El camino, por supuesto, está lleno de dificultades: pasan hambre y tienen que conformarse comiendo un trozo de pan viejo, dormir al aire libre o, finalmente, sobrevivir a un incierto viaje en barco. Pero frente a todas esas adversidades, los verdaderos exploradores siguen siendo valientes. ¿Conseguirán su objetivo final, que no es otro que llegar a la ciudad de los exploradores, donde podrán encontrar la seguridad que han perdido?
Uno de los detalles más conmovedores del libro es que el hermano mayor siempre usa su imaginación para tranquilizar a su hermana, a través del juego de convertirse en exploradores. Esto no solo hace que ella apenas se dé cuenta de que el hermano, en ocasiones, se desanima ante las adversidades sino que la mantiene durante todo el viaje llena de fuerza y de esperanza. También llama la atención la falta de figuras paternas, lo que hace que el libro comunique no solo por lo que dice sino también por lo que calla.
Puesto que en ningún momento se mencionan nombres de personas, países, razas u organismos, la historia logra ser universal. Y aunque está centrada en la experiencia de los niños, puede hacerse extensiva a la vivencia por la que atraviesa cualquier refugiado: la destrucción del hogar, el viaje, las penurias del camino, cómo las cosas se pueden torcer en cualquier momento, la supervivencia en tiendas de campaña y, con suerte, la llegada a un lugar seguro. Aunque la historia es más o menos cerrada, también deja espacio para la imaginación y la interpretación personal. Esto permite que sea el lector el que elija cuánto quiere profundizar en la historia, por lo que además de ser un libro ideal para introducir este tema a niños pequeños, también se puede enfocar hacia un lector más adulto, como revelación o como toma de conciencia.
Las ilustraciones, de Ghazal Fathollahi, complementan a la perfección el hermoso texto de Shahrzad Shahrjerdi. Son sobre todo en blanco y negro y solo la ropa de los hermanos aparece llena de algo de color. A veces algún toque de color aislado llama la atención, como las llamas devastadoras o la pelota del campo de refugiados. De hecho, en cada relectura puede descubrirse algún elemento nuevo, como unos pájaros que vuelan a lo lejos, el detalle de la camiseta del hermano o las ciudades en llamas de fondo. La última página, de un colorido vivo y cautivador, representa la esperanza de los exploradores que han encontrado su destino.
Porque además de los horrores de esta situación, Somos exploradores también ofrece esperanza, gracias en gran medida a ese hermano mayor, una figura protectora que es como un superhéroe. No solo es un libro ilustrado terriblemente hermoso sino que también es una reflexión sobre quiénes son los verdaderos exploradores de este mundo: los refugiados.
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