Existe un puñado de libros publicados a mediados del siglo XIX, encuadernados y cubiertos con un pigmento verde esmeralda, extremadamente raros y potencialmente mortales. Y es que ese tono verdoso, también conocido como verde de París, contenía arsénico, un mineral tóxico que precisamente era lo que les daba ese color tan distintivo. El verde esmeralda se puso de moda en aquel momento y se utilizó no solo en pinturas sino como pigmento para la ropa e incluso se utilizó en la cocina. Si bien es poco probable que manejar uno de estos libros en la actualidad produzca la muerte, los síntomas de la exposición al arsénico pueden incluir problemas gastrointestinales y a largo plazo pueden provocar otras lesiones e incluso cáncer.
«Sabíamos que había papeles pintados que tenían el pigmento de arsénico y que había ilustraciones de libros que también lo tenían, pero no se esperaría que cubrieran el exterior de un libro, que es lo que más tocas cuando lo sostienes para leerlo», dijo Melissa Tedone, conservadora del Museo Winterthur de Delaware. Tedone descubrió por primera vez pigmentos de arsénico en las cubiertas de un libro cuando examinaba una copia de Rustic Adornments for Homes of Taste de Shirley Hibberd, un hermoso libro de estilo victoriano publicado en 1857. Tedone estaba reparando el lomo y las cubiertas cuando descubrió que se estaba cayendo un pigmento verde, lo que le pareció inusual. Después de pruebas como la fluorescencia con rayos X confirmó que el pigmento contenía arsénico.
Ahora Tedone trabaja en The Poison Book Project, buscando libros potencialmente tóxicos a través de la documentación de todas las encuadernaciones en masa de libros del siglo XIX y advirtiendo sobre su manejo. A pesar de que la toxicidad del arsénico ya era conocida en la era victoriana, según National Geographic, la producción de verde esmeralda fue barata y popular. Y este color no era el único tóxico. El verde de Scheele, otro pigmento popular de la época, también contenía arsénico, mientras que había un amarillo que contenía una mezcla de cromo y plomo.
Allie Alvis, catalogadora de colecciones de libros raros de Washington, DC y ex bibliotecaria de colecciones especiales en las Bibliotecas Smithsonian, ha investigado libros que contienen arsénico que datan del siglo XVII. Según ella, es poco probable que estos libros contuvieran toxinas con fines nefastos o de seguridad, sino que simplemente lo hicieron porque era un color verde bonito. Alvis, que también forma parte de The Poison Book Project, proporciona información a bibliotecas y otras instituciones sobre la mejor manera de manejar libros que contienen este tipo de pigmentos. Lo recomendable es usar guantes de nitrilo y guardar los ejemplares en bolsas de polietileno, aislados del resto de libros.
Hasta el momento, The Poison Book Project ha identificado 92 libros que usan el verde esmeralda en sus encuadernaciones. Como señala Tedone, no todos los libros de tapa verde publicados en el siglo XIX contienen arsénico ni hay que entrar en pánico si alguien tiene un libro de esa época y color en su casa. «No tenemos conocimiento de ningún caso de que alguien se haya enfermado gravemente por manipular libros como estos», dijo. De cualquier forma, si alguien tiene sospecha de tener un libro que contenga arsénico puede ponerse en contacto con ellos. Lo que no debería hacerse en ningún caso, afirma Alvis, es tirar el libro, ya que ofrecen una visión única de las técnicas y prácticas de encuadernación del pasado.
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