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Hacer arte como forma de mejorar la salud mental se remonta a mediados del siglo XX, cuando los soldados que regresaban de los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial sufrían lo que entonces se conocía como «fatiga de combate» y que hoy en día se denomina «estrés postraumático». Para ayudarles a procesar lo que habían presenciado y experimentado en la guerra, los veteranos dibujaron, pintaron, esculpieron y pusieron en práctica otras formas de arte. Según Girija Kaimal, terapeuta de arte de la Universidad de Drexel y presidente de la Asociación Americana de Terapia de Arte, «experiencias como el trauma son muy difíciles de articular en palabras, por los que las terapias que pueden apoyar y conectar a los pacientes con la expresión no verbal son realmente la base de las terapias de artes creativas».
La práctica ha ido en aumento desde entonces. Hoy en día, alrededor de cinco mil terapeutas de arte ejercen en los Estados Unidos, y muchos más en el resto del mundo. Usan sus tratamientos para ayudar a los pacientes en innumerables situaciones. Los niños, por ejemplo, han trabajado con terapeutas de arte en las escuelas para hacer frente a las dificultades sociales y emocionales, a los trastornos del comportamiento, el TDAH, la baja autoestima y otros problemas. Los adultos que han vivido algún tipo de trauma también lo han probado. Hay experiencias con pacientes con cáncer que se someten a quiomioterapia, con adolescentes que tienen problemas de salud mental, con ancianos, con veteranos de guerra, con pacientes que sufren trastornos alimentarios, con prisioneros y con muchas otras personas que presentan problemas de salud física y mental.
Los terapeutas ofrecen tratamiento en grupo o de forma individual y esta puede tener muchas formas distintas, desde hacer garabatos con indicaciones o no hasta actividades más específicas diseñadas para ayudar a los pacientes a dar sentido a sus emociones. Es cierto que al principio los pacientes pueden parecer reacios a participar, a menudo porque consideran que no tienen dotes artísticas o porque no han hecho nada parecido desde que eran niños, por lo que los terapeutas tienen que ser convincentes y creativos.
Por supuesto, nuestros antepasados han estado practicando el arte terapéutico mucho antes de que se convirtiera en una terapia establecida. Parece que las primeras muestras de arte se remontan al menos al Paleolítico, hace decenas de miles de años. Y aunque nadie sabe exactamente por qué las personas de entonces pintaban en las paredes de las cuevas, todo parece indicar que disfrutaban con la expresión artística.
Ahora bien, ¿por qué el arte tiene esta capacidad? Cuando los pacientes tienen dificultades para poner sus sentimientos en palabras, dibujar, pintar, esculpir o hacer collages pueden desbloquear sus emociones y traducirlas en algo real. Durante el proceso, pueden compartir lo que están pasando con las personas que los rodean. Al igual que otras formas de terapia, el arte es una forma segura y saludable de canalizar el estrés y otras emociones negativas. El problema, afirma Kaimal, es que la mayor parte de nosotros no podemos trasladar nuestras emociones a las palabras de forma exacta y tener formas expresivas adicionales permite ayudar a llenar esos huecos.
Hay estudios que demuestran que el arte puede vías de recompensa en el cerebro, reducir el estrés, disminuir los niveles de ansiedad y mejorar el estado de ánimo. También se han analizado sus beneficios entre sectores de población concretas. Se ha relacionado con una reducción del estrés postraumático, con niveles más bajos de ansiedad entre los niños refugiados sirios o entre los niños víctimas de abusos sexuales. La arteterapia puede ayudar a reducir el dolor y mejorar la sensación de control de los pacientes sobre sus vidas.
Debido a que este tipo de terapia puede ser particularmente útil cuando las personas no tienen palabras para describir sus experiencias, se ha mostrado muy eficaz para mejorar la salud mental a raíz de la pandemia. En un informe sobre el impacto del coronavirus de la Asociación Americana de Terapia de Arte se señalaba que las personas estaban cansadas de hablar sobre la pandemia. Con la arteterapia no tienen que decir ni una sola palabra si no quieren y aun así pueden aclarar sus emociones. Además, hacer arte requiere un enfoque total, lo que significa un descanso del tiempo que pasamos frente a pantallas, algo que también aumentó considerablemente durante la pandemia. Como Mallory Braus y Brenda Morton escribieron en Psychological Trauma: Theory, Research, Practice, and Policy, «en la terapia de arte, la atención plena es lo que le permite a una persona recibir el beneficio terapéutico de ‘desconectarse’ del estrés y de la ansiedad diarios y concentrarse en una sola tarea al mismo tiempo, que se enfoca en los materiales empleados para la autoexpresión».
Si bien es cierto que la arteterapia no es la panacea y que puede que no sea el enfoque correcto para todo el mundo, a menudo funciona como complemento a otras terapias tradicionales y puede tener beneficios definitivos. A pesar de todo, queda mucho por saber cómo, por qué y cuándo funciona. Gran parte de la investigación se basa en experiencias poco significativas y muchos de los estudios han utilizado muestras demasiado pequeñas, por lo que se deben realizar más ensayos controlados y estudios a mayor escala que permitan hacer que no quede la menor duda sobre su efectividad.
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