
Internet Archive (Fuente).
Internet Archive es una organización sin ánimo de lucro fundada en 1996 que presta copias digitales de libros, música, películas y otros contenidos digitalizados con el objetivo de preservar esos contenidos para las generaciones futuras y democratizar el acceso al conocimiento. Sin embargo, a principios de mes, solicitó al tribunal de Estados Unidos que pusiera fin a una demanda que le había sido interpuesto por cuatro de las más grandes editoriales del país.
Estas editoriales argumentan que el préstamo digital ejercido por Internet Archive supone una infracción internacional de los derechos de autor y algunos autores se han quejado también de que la plataforma ha comenzado a alojar contenidos pirateados. Internet Archive, por su parte, se defiende diciendo que su funcionamiento es similar al de una biblioteca común, ya que solo presta copias digitales de los libros físicos que posee y que lo que las editoriales pretenden es simplemente controlar cómo las bibliotecas pueden prestar los libros que poseen.
La polémica se volvió especialmente virulenta a raíz de la creación por parte de Internet Archive de la Biblioteca Nacional de Emergencia en marzo de 2020, un proyecto que pretendía brindar a maestros de acceso a materiales didácticos digitales ante el cierre de las bibliotecas debido a la pandemia de COVID-19. En junio de 2020 las editoriales Hachette, Penguin Random House, HaperCollins y John Wiley & Sons presentaron una demanda por infracción de derechos de autor con la intención de cerrar no solo la Biblioteca Nacional de Emergencia sino cualquier tipo de préstamo ejercido por Internet Archive, al prestar libros digitales sin el permiso ni el pago de los derechos.
El argumento de Internet Archive fue que, debido a que solo se permite que una persona tome prestado al mismo tiempo un libro digital, en realidad se está haciendo el mismo tipo de préstamo que se haría en cualquier biblioteca. Sin embargo, está restricción se relajó temporalmente durante la Biblioteca Nacional de Emergencia.
No es la primera vez que surgen este tipo de disputas. En 2002 Google comenzó a digitalizar libros y en 2005 algunas editoriales presentaron una demanda contra el motor de búsquedas por infracción de los derechos de autor, una demanda que tardó una década en resolverse. En el caso de Google, los tribunales decidieron que hacer copias completas de los libros en la base de datos de Google Books y mostrar solo fragmentos al público era un uso legítimo, basándose en el interés público del acceso al conocimiento.
Pero la decisión con Google Books no significa que en el caso de Internet Archive se falle a su favor. Los tribunales toman su decisión considerando hasta qué punto se perjudica al propietario de los derechos de autor y al proporcionar acceso completo a los libros, Internet Archive ofrece gratis lo que las editoriales hacen a cambio de dinero. En el caso de Google Books, en cambio, se consideró que proporcionar acceso a fragmentos de libros podría ser incluso beneficioso para el mercado. Ahora bien, los tribunales también podrían considerar que el tipo de préstamo de Internet Archive supone un beneficio público incluso a pesar de que representaran un daño al mercado.
La de Internet Archive es una disputa que llevamos varias décadas presenciando. Antes de la llegada de Internet, las industrias del entretenimiento ganaban dinero vendiendo copias individuales de sus contenidos, pero en la era de Internet esas copias han perdido su valor y ahora lo valioso es el acceso al contenido en lugar de la propiedad de las copias de ese contenido. Es lo que ha ocurrido en las industrias de la música y del vídeo con servicios por suscripción o con publicidad como Spotify o Netflix. Sin embargo, lo que la demanda contra Internet Archive demuestra es que todavía no existe un modelo equivalente basado en el acceso a libros.
Lo que Internet Archive ha tratado de hacer es seguir un camino intermedio entre el modelo antiguo y el nuevo, por ejemplo, limitando el acceso a los libros para que coincidan con la cantidad de ejemplares almacenados. En lugar de atacar este tipo de prácticas, lo que las editoriales deberían hacer es ofrecer una respuesta adaptando sus modelos de difusión a las necesidades de la sociedad. En lugar de imponer términos y condiciones restrictivas para el acceso a los libros, deberían trabajar con las bibliotecas para construir modelos sostenibles de difusión del conocimiento.
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