Guayaquil es el escenario perfecto para relatar lo terrorífico que se manifiesta entre los intersticios de la cotidianidad latinoamericana. La violencia evidenciada en lo perverso de personajes que actúan bien por ingenuidad o por situaciones que los llevan al límite, son el detonante para que acciones cada vez más brutales les acontezcan, que no son más que la expresión de lo real en la narrativa de Mónica Ojeda. ¿Cómo hacer a un lado las escenas de horror que se viven en casa, en los vecindarios, las escuelas o en la calle? A todos nos suceden, a todos nos salpican con esa sangre sudorosa de una pelea callejera o un golpe en la nariz. Mandíbula es eso, una novela que muerde a cada instante, violencia propia de la cotidianidad de los pasillos escolares y también de los pasillos interiores que nos andan punzando desde dentro.

La situación parte desde el desconcierto del hecho –no tan descabellado si lo piensa con calma– del secuestro llevado a cabo por una docente, Miss Clara, a una de sus estudiantes. Al principio usted podrá pensar ¿pero qué pasa aquí?, esto me parece fuera de orden. Sin embargo, la autora comienza a abrirnos una puerta a los hechos, contándonos –más bien sugiriendo– las experiencias que han llevado a Miss Clara a tal acto que, a la mayoría, podría parecerle de mal gusto.

Miss Clara, una profesora como cualquier otra, ha vivido acontecimientos desagradables con estudiantes que han desatado sus miedos más profundos, miedo a socializar, a los otros, a su madre y, sobre todo, a ella misma. Sufre un trastorno de ansiedad que se va acrecentando a medida que avanza el relato, que no permite continuar la lectura sin sentir una angustia empática hacia dicho personaje, mucho más cuando conocemos lo vivido con dos estudiantes suyas a quienes llama las M&M´s, quienes inevitablemente nos recuerdan a las malvadas gemelas de El Resplandor de Stephen King, pero en una representación más realista y menos fantasmal de lo macabro que puede resultar la conjunción genética de dos almas unidas para hacer daño.

Por otro lado, también se cuentan las peripecias de las alumnas de 5.° B del Delta, un colegio privado, caracterizado por su orden y gusto por las buenas formas de comportarse de una “mujercita”. Sin embargo, el grupo de las seis, al comando de Annelise y Fernanda, son la expresión de la rebeldía, pero también de la ironía de pretender formar personas con moldes de buena conducta. Se trata de seis jóvenes a quienes les gusta juntarse para realizar retos y contar historias terroríficas, en donde pueden arriesgar sus propias vidas, soñando con un dios Blanco que conforma el éxtasis en el caos que parecen pretender.

Los acontecimientos que se desarrollan a partir de estas historias de vida, por un lado la perspectiva de la maestra y por otro la de las alumnas, nos guiarán por una confusa secuencia de imágenes grotescas, pero –¿cómo no?– muy humanas, donde lo abyecto y lo siniestro están saboreándose lo que puede venir a nuestra mente.

Foto de Lisbeth Salas. Tomado de Las voladoras, Páginas de espuma, 2021.

Mónica Ojeda (1988), escritora ecuatoriana que muestra su interés por lo extraño, la violencia y el terror, comienza a anidar con Mandíbula lo que posteriormente denominaría como gótico andino, entendido como esos relatos que heredan elementos propios del género gótico, pero que se transfiguran y adaptan a la realidad contemporánea de la región de los Andes. De esta manera, esta novela es la expresión de los miedos que pueden generarse en personas del común como una maestra de primaria o sus mismas alumnas, abrumadas por fantasmas interiores y exteriores con los cuales conviven.

Si estás deseando leer una novela sin tapujos, directa y mordaz, que expresa el miedo y la violencia con la cual vivimos en muchas ciudades latinoamericanas, abre las hojas de este libro no sin el temor de que en varios momentos pueda hacerte daño, desgarrarte las manos, la mente o el corazón, y, ojalá, los prejuicios entre lo adecuado y lo inadecuado, lo vil y lo admisible, en una sociedad que asume lo que debemos ser o cómo debemos comportarnos.

Comentarios

comentarios