
El Turco (Fuente).
A principios de la década de 1770, Wolfgang von Kempelen, un inventor europeo, estrenó su última creación: un jugador de ajedrez robótico. «Conocido inicialmente como el jugador de ajedrez autómata y más tarde como el turco mecánico o simplemente como el Turco, la máquina consistía en un hombre mecánico vestido con una túnica y un turbante que se sentaba en un gabinete de madera sobre el que había un tablero de ajedrez», describe el invento Ella Morton en Atlas Obscura. Diseñado para enfrentarse al ajedrez a cualquier oponente lo suficientemente valiente como para desafiarlo, el Turco finalmente fue vendido a Johann Maelzel, que lo llevó de gira por toda Europa, alcanzando la cima de su fama.
Según el historiador Stephen P. Rice, cuando el Turco llegó a Estados Unidos en abril de 1826, más de cien personas se reunieron para presenciar su debut en Nueva York y se hicieron infinidad de críticas favorables en la prensa del día siguiente. «Nunca se ha visto nada de naturaleza similar en esta ciudad», escribió el New York Evening Post. Naturalmente, gran parte de la fama que ganó el artefacto tiene que ver con la curiosidad que generaba su funcionamiento. En aquellos momentos, en los que que la mecanización de la era industrial estaba en pleno crecimiento, un artefacto como el Turco planteaba qué tipo de trabajos podían hacer las máquinas y en qué funciones podrían reemplazar a los seres humanos.
Ahora bien, la mayor parte del mundo era de la opinión de que el Turco era un artilugio falso, no una máquina con la capacidad de pensar por sí misma sino un simple autómata controlado por un ser humano. El verdadera enigma era cómo se las apañaban para controlarlo sin que fuera evidente, un misterio que llamó la atención de un joven Edgar Allan Poe. En 1836 el autor escribió un ensayo titulado «El jugador de ajedrez de Maelzel», en el que intentaba poner de manifiesto el engaño.
Poe ofreció siete razones que permitían concluir que el Turco era falso, en un modelo que guarda paralelismos con el método detectivesco del personaje de Poe, C. Auguste Dupin. Por ejemplo, si el Turco era una máquina real, escribió Poe, siempre ganaría, algo que no ocurría. Para Poe había un hombre de pequeñas dimensiones que se mentía dentro del Turco y lo manejaba desde ahí. En realidad, con lo que sabemos ahora, Poe se equivocaba en su hipótesis: la persona no manejaba al autómata desde dentro sino que estaba sentado bajo el gabinete. Maelzel solía utilizar a campeones de ajedrez para que controlaran la máquina, lo que explica por qué ganaba con tanta frecuencia.
Lo interesante desde el punto de vista de la escritura de Poe es que después de analizar al Turco pasó a escribir sus primeras historias de detectives, a las que se debe, en gran medida, la conformación del género. Y no solo eso sino que años después Poe planteó sus propios engaños, inspirándose de alguna manera, tal vez, en ese engaño inicial.
Me remití a buscar una lectura que me ayudara a comprender mejor la visión tan amplia de Poe al descifrar el artilugio para el cual se prepara una estafa para ganar argumentando ( de manera conciente o inconscientemente) que es mejor una vida resuelta que resolver por si mismo nuestro propio engaño.