
Ruth Belville fuera de las puertas del Observatorio de Greenwich , 1908 (Fuente).
Aprovechando que el señor John Henry Belville trabajaba en el Observatorio de Greenwich, en 1836 creó un ingenioso servicio. Ponía su reloj en hora según el meridiano y luego se trasladaba en calesa por las casas de sus más de doscientos clientes poniendo sus relojes en hora. Belville siguió ofreciendo este servicio hasta su muerte en 1856, y cuando esta tuvo lugar, el privilegio de continuar ofreciendo ese servicio se le ofreció a su viuda, Maria, que lo hizo hasta su jubilación en 1892, cuando tenía ochenta años.
Cuando Maria se retiró, su hija, Ruth Belville, se hizo cargo del negocio y lo mantuvo funcionando hasta 1940. Belville tenía ochenta años cuando dejó de hacerlo, con 86 años. Hasta ese momento, Ruth llevaba a hacer unos veinte kilómetro diarios, desde su casa al Observatorio, donde llegaba a las 9:00, y después por los domicilios de todos sus clientes. El reloj utilizado por Belville era el mismo que su padre, un cronómetro de bolsillo John Arnold que originariamente se había fabricado para el duque de Sussex.
Aunque el negocio de los Belville pueda parecer singular, no carecían de competencia. El principal rival fue John Wynne, director de la Standard Time Company, que vendía un servicio similar por telégrafo. Wynne pronunció un discurso en el United Wards Club atacando a Belville, afirmando que sus métodos estaban desactualizados y que se aprovechaba de su condición de mujer para atraer clientes. Este discurso se publicó en el diario The Times, sin mencionar a la Standard Time Company ni a Wynne, pero esto acabó produciendo un curioso efecto Streisand, que generó un mayor interés por el negocio de Belville y que acabó derivando en un aumento de las ventas.
No hay comentarios