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En el verano de 1940, Gran Bretaña se encontraba al borde del abismo. La Fuerza Expedicionaria Británica había escapado por los pelos de las playas de Dunkerque y el 10 de julio Alemania lanzó un ataque aéreo, comenzando lo que se conoció como la Batalla de Gran Bretaña. Mientras caían las bombas, la nación se preparaba para la inevitable invasión alemana. Con gran parte del armamento abandonado en las costas de Francia, se echó mano de cualquier cosa que tuviera la más mínima posibilidad de repeler al invasor. Todo podía servir para bloquear el avance enemigo, desde camiones viejos hasta bañeras y aquellos que eran ya demasiado mayores o enfermos como para alistarse, fueron organizados en unidades de la Guardia Nacional y se les armó con escopetas, rifles y cócteles molotov y cuando todo esto se acababa hasta con palos de madera. Aunque de todas las cosas a las que se echó mano en la guerra, la más extraña fue sin duda la magia.
Este extraño episodio fue descrito por primera vez por Gerald Gardner, fundador de la religión moderna Wicca, Witchcraft Today de 1954. Según Gardner, el ritual tuvo lugar el 1 de agosto de 1940 cerca de la ciudad de Highcliffe-on-Sea, en la costa sur de Inglaterra. Esta fecha cayó en la víspera del Día de Lammas, un festival pagano de la cosecha y uno de los Grandes Sabbats en la Wicca moderna. Esto, junto con la ubicación del ritual, en un claro cerca de un viejo árbol de la horca conocido como el Hombre Desnudo, se eligió específicamente para impartir mayor poder a los hechizos que se lanzaban. El aquelarre estaba compuesto por unos 17 miembros, de varias sociedades esotéricas. En lugar de la hoguera tradicional, que habría atraído la atención del ejército del aire, utilizaron una linterna. Desnudadas, las brujas bailaron en círculos alrededor del claro, recitando encantamientos. El objetivo de este ritual era reunir y concentrar la energía cósmica, que luego podría enfocarse en alguien en particular, en este caso, Adolf Hitler, para inducirle la idea de que no podía cruzar el mar. Como afirma Gardner, el plan alemán para invadir Gran Bretaña, cuyo nombre en clave era Operación Sealion, nunca tuvo lugar, aunque esto se debió más a cuestiones estratégicas y errores tácticos que a la intervención de las brujas.
En realidad, los eventos del 1 de agosto de 1940 formaron parte de una larga tradición de ocultistas británicos que usaban magia para repeler a los invasores extranjeros. Según la leyenda, cuando la Armada Española se acercó a Gran Bretaña en mayo de 1588, el vicealmirante de la flota inglesa, Sir Francis Drake, se unió a un grupo de brujas marinas en un promontorio llamado Devil’s Point cerca de Plymouth para realizar un ritual destinado a dispersar los barcos españoles. Doscientos años después, otro grupo de brujas británicas se reunió en la costa para repeler la abortada invasión de 1805 de Napoleón Bonaparte.
Si bien no existen otras fuentes para el ritual de 1940 más allá del libro de Gardner, la historia fue considerada verdadera al menos hasta la década de 1970, cuando fue cuestionada por Amado Crowley, que afirmaba ser el hijo y sucesor espiritual del infame ocultista británico Aleister Crowley. Amado estaba convencido de que el incidente que Gardner describe en realidad se basa en un ritual que su padre realizó en Ashdown Forest, Sussex, en mayo de 1941. Según Amado, el propósito de este ritual era atraer al lugarteniente de Hitler, Rudolf Hess, a Gran Bretaña. El 10 de mayo de 1941, Hess despegó de Alemania en un avión de combate y cruzó el Mar del Norte hasta Escocia. Después de perderse y quedarse sin combustible, se lanzó en paracaídas en South Lanarkshire, donde fue rápidamente capturado por las autoridades británicas. Hess afirmó que volaba para reunirse con el decimocuarto duque de Hamilton, que creía que era un líder destacado en el movimiento contra la guerra, para negociar la paz con Gran Bretaña. Sin embargo, la verdadera razón de la huida de Hess nunca se ha revelado completamente, y después de conocer su condena por crímenes de guerra en los juicios de Nuremberg, Hess fue sentenciado a cadena perpetua en la prisión Spandau de Berlín, donde murió en 1987.
Amado Crowley afirmó además que el ritual de su padre era en realidad parte de un complot más grande de la inteligencia británica conocido como Operación Muérdago, ideado nada menos que por Ian Fleming, el creador de James Bond. En ese momento era bien sabido que varios miembros del círculo interno nazi estaban fascinados por el ocultismo y uno de los mayores devotos era Heinrich Himmler, quien fundó su propio culto pseudoteutónico en el castillo de Webelsburg y supuestamente patrocinó varias expediciones para recuperar reliquias místicas como el Santo Grial. Aunque Adolf Hitler consideraba las creencias de Himmler como extrañas y sin sentido, también se sabía que él mismo estaba interesado por la magia. A lo largo de su carrera política, Hitler había sido víctima de numerosos intentos fallidos de asesinato, y su supervivencia casi milagrosa lo llevó a verse como una especie de iluminado por la providencia, destinado a tener éxito en todos sus esfuerzos. En algún lugar entre Hitler y Himmler estaba Rudolf Hess, cuya creencia en la astrología se sabe que influyó en su elección del 10 de mayo para su misterioso vuelo a Escocia. Aleister Crowley creía que estas creencias podían ser útiles y le escribió al Director de Inteligencia Naval en 1941 ofreciéndole sus servicios.
Pero mientras que el plan de Aleister Crowley implicaba influir directamente en los líderes nazis usando magia, la Operación Muérdago de Ian Fleming era mucho más elaborada. Según el autor Richard Spence, Fleming y Crowley reclutaron a dos oficiales de las SS con los nombres en código Kestrel y Sea Eagle y fueron llevados a Ashdown Forest para participar en varios rituales ocultos. A continuación, los oficiales regresaron a Alemania, informando que la Orden Hermética neopagana de la Golden Dawn se mantenía en activo. El objetivo de la artimaña era doble: primero, asustar a los supersticiosos alemanes para que pensaran que estaban siendo atacados por brujería británica; y segundo, convencer a los líderes del Partido Nazi como Hess de que existía un gran movimiento clandestino contra la guerra en Gran Bretaña y que la paz, e incluso una alianza contra la Rusia soviética, podría ser negociada entre Gran Bretaña y la Alemania nazi. Todo esto se complementó con una elaborada campaña de desinformación destinada a convencer a Hess de que este movimiento ficticio estaba dirigido por el duque de Hamilton, que estaba esperando reunirse con él en Dungavel House en Escocia. Según este relato, el plan funcionó a la perfección y Hess voló directo a la trampa de Fleming.
Pero a pesar de lo convincente que pueda ser esta historia, es probable que no sea menos ficticia que cualquiera de las aventuras de James Bond. Según el historiador Ronald Hutton de la Universidad de Bristol, aunque Aleister Crowley mantuvo diarios extremadamente detallados, no mencionan ningún ritual o incluso que Crowley tuviera un hijo o que trabajara para la inteligencia británica. Si bien Crowley ofreció sus servicios a la División de Inteligencia Naval en septiembre de 1939, dos semanas después de la declaración de guerra, esta oferta finalmente fue rechazada. Además, no existen pruebas que corroboren la existencia de la Operación Muérdago o cualquier operación similar, lo que lleva a la mayoría de los historiadores a concluir que esto fue una invento posterior.
Por último, que el único relato del ritual sea el de Gerald Gardner resulta sospechoso. Como indica Ronald Hutton, esta historia se publicó en un momento en que el neopaganismo estaba asociado con la perversión sexual y el satanismo, y un relato de neopaganos patriotas que aportan su granito de arena en defensa del país habría ayudado mucho a rehabilitar su imagen. Según Gardner, el aquelarre estaba compuesto en gran parte por miembros demasiado mayores para alistarse en las fuerzas armadas o en la Guardia Nacional y el baile del ritual fue tan intenso que varios participantes murieron de agotamiento poco después.
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