Kate Warne (Fuente).

En 1856 Kate Warne, una viuda de 23 años que acababa de llegar a Nueva York, se presentó a la Agencia Nacional de Detectives Pinkerton con la idea de convertirse en detective. Ninguna agencia estadounidense había contratado antes a mujeres como detectives, y precisamente por eso, Warne supo convencer a Allan Pinkerton para que la aceptaran: nadie esperaría que una mujer fuera una detective encubierta, lo que le permitiría infiltrarse fácilmente en cualquier lugar y hacerse amiga de las parejas de los presuntos delincuentes. «Las mujeres tenemos buen ojo para los detalles y somos excelentes observadoras», añadió Warne para acabar de convencer a Pinkerton.

Los argumentos de Warne funcionaron y Pinkerton decidió contratarla. Fue una gran decisión, porque Warne no solo hizo historia convirtiéndose en la primera mujer detective de Estados Unidos sino que salvó la vida de Abraham Lincoln al ayudar a descubrir y frustrar un complot que se había urdido para asesinarlo antes de su toma de posesión en marzo de 1861. Su capacidad camaleónica para adaptarse y encajar en cualquier situación le dio una gran ventaja como detective, afirma John Derring, que escribió una novela sobre ella en 2014.

Poco se sabe sobre los primeros años de vida de Warne, salvo que nació en el seno de una familia numerosa y muy humilde, en la ciudad de Erin, en Nueva York, en 1833. Desde pequeña quería convertirse en actriz, pero sus padres se encargaron de que ese sueño no se hiciera realidad. No está claro cómo llegó a la conclusión de que convertirse en detective podría ser una alternativa a la actuación, pero tenía tantas cualidades para este trabajo que no tardó en convertirse en una de las principales investigadoras de la agencia. En 1859, por ejemplo, ayudó a rastrear a Nathan Maroney, sospechoso de malversación de fondos en Adams Express Company, en Montgomery, Alabama. Warne cambió su acento del norte por uno sureño y se hizo amiga de la mujer de Maroney y junto al también detective de Pinkerton John White consiguió una confesión del criminal.

Muy impresionado con su trabajo en Alabama, en 1860 Pinkerton la puso al frente de su recién creada Oficina de Detectives Femeninas, un cargo que ocuparía el resto de su vida, supervisando el reclutamiento de todas las mujeres detectives de la agencia, incluidas Hattie Lawton y Elizabeth H. Baker, que espiaron para la Unión durante la Guerra Civil. No se sabe a cuántas mujeres contrató Warne, pero bajo su liderazgo la oficina de Chicago se expandió a varias sucursales más. Pinkerton confiaba plenamente en ella, ya que no le había fallado nunca.

Pinkerton y al presidente Lincoln en la Batalla de Antietam en 1862 (Fuente).

En 1861 Warne y otros agentes de la agencia, por petición de Samuel M. Felton, presidente del Ferrocarril de Filadelfia, Wilmington y Baltimore, lograron descubrir un complot secesionista que tenía la intención de asesinar a Lincoln antes de que asumiera la presidencia. Felton, que ha recibido un aviso de que había una conspiración para hacerse con el control de Washington y evitar la toma de posesión de Lincoln, sospechaba que los secesionistas atacarían en Baltimore, por ser la única ciudad esclavista dentro del recorrido del futuro presidente. Warne se infiltró y logró desentrañar la trama, repitiendo el mismo papel que había desempeñado en el caso de Maroney: una belleza sureña de Alabama. Se hizo amiga de las esposas y hermanas de los hombres que quería matar a Lincoln y así ayudó a resolver el caso.

Cypriano Ferrandini, un peluquero de Córcega, era presuntamente el cabecilla de los secesionistas. En más de una ocasión, Ferrandini declaró que estaba dispuesto a dar su vida para evitar que un abolicionista se convirtiera en presidente. Sin embargo, no llegó a ser acusado por su papel dentro de la conspiración y todavía hoy en día los detalles del complot siguen siendo un misterio. Según los registros de Pinkerton, el plan era que los conspiradores atacaran a Lincoln el 23 de febrero de 1861 entre su llegada a la estación en Calvert Street de Baltimore y su partida desde Camden Street.

Para evitar a posibles asesinos, Pinkerton introdujo a Lincoln a escondidas en Baltimore, a bordo de un tren nocturno que llegó a la ciudad por la madrugada. El presidente electo se hizo pasar por un hermano inválido de Warne y la detective se convirtió en su cuidadora. Gracias a su simpatía, Warne consiguió un coche cama para Lincoln, su guardaespaldas, Pinkerton y ella misma. Nadie más sabía que el futuro presidente estaba a bordo. Sin la protección de Warne, es probable que Lincoln no hubiera salido con vida de Maryland.

Después de que comenzara la Guerra Civil en abril de 1861, el comandante del Ejército de la Unión, George B. McClellan, nombró a Pinkerton su jefe de inteligencia. Warne, mientras tanto, siguió haciéndose pasar por una belleza sureña, transmitiendo información de sobre los confederados a sus superiores. Aunque la agencia Pinkerton se hizo muy famosa por haber evitado el asesinado de Lincoln y por su labor de espionaje en tiempos de guerra, se suele mencionar poco el imprescindible papel desempeñado por Kate Warne.

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