Aunque lleva ya varios meses en fase BETA, no ha sido hasta hace poco que he descubierto DALL-E 2. No he conocido todavía a nadie que no se haya sentido fascinado con este software de Inteligencia Artificial capaz de generar toda clase de imágenes a partir de texto.
Detrás de esta magia hay dos ingredientes: el GPT-3, que es posiblemente el algoritmo de aprendizaje automático del lenguaje natural más avanzado que existe en la actualidad, y un modelo de Inteligencia Artificial conocido como CLIP. Ambos elementos permiten que un ordenador entienda y genere un lenguaje natural y sofisticado. Al entrenar a la red neuronal DALL-E 2 con miles de millones de imágenes y sus descripciones en lenguaje natural, esta aprende las relaciones entre conceptos. Se podría decir que DALL-E 2 usa al proceso inverso al que se suele utilizar con los sistemas de aprendizaje automático, en los que se proporciona una imagen y la IA trata de describir lo que ve.
DALL-E 2 no es ni mucho menos el primer software de aprendizaje automático capaz de generar imágenes. Lo que ha supuesto un punto de inflexión con los anteriores es que las imágenes creadas por esta IA son estéticamente agradables. Otros sistemas a menudo creaban imágenes perturbadoras o que parecían sacadas de un sueño. Como una especie de valle inquietante pero aplicado a las artes visuales. Las de DALL-E 2 son imágenes con un claro sentido estético detrás, hasta tal punto que se puede comparar con obras de arte realizadas por artistas humanos.
Pero el sistema no solo crea imágenes estéticas de alta resolución de la nada y en pocos segundos a partir de unas descripciones hechas con palabras, sino que también puede ajustar y editar esas imágenes, proporcionar multitud de variaciones de una imagen existente o de una imagen proporcionada por el usuario. ¿Significa eso que los artistas deberían guardar su caballete y sus pinturas y aprender a programar en su lugar? Probablemente, el arte generado por IA no suponga el fin del arte, porque al fin y al cabo, este tipo de arte es relativamente barato y desechable, algo que no podrá competir con el arte creado por el hombre, que siempre contará con una audiencia dispuesta a apreciarlo y a pagar grandes sumas de dinero por él.
Sin embargo, ahora que se ha demostrado lo que una IA potente puede hacer en el terreno del arte, no pasará mucho tiempo hasta que otras empresas repliquen DALL-E y le den diversos usos. Imaginemos por ejemplo un programa que puede hacer cientos de imágenes por hora, ajustándose a la descripción de un cliente, y que puede realizar cambios en esas imágenes casi al instante. Como la caja de Pandora se ha abierto, habrá que aceptar que el mundo de las artes visuales tendrá que cambiar.
Una tecnología como esta pone el poder de generar arte en las manos de cualquiera. Ahora ya no se trata de tener la capacidad técnica para crear imágenes sino de ser capaz de describir con precisión una imagen, hasta que en la pantalla aparezca lo mismo que se tenía en mente. En otras palabras, ahora más personas tendrán la capacidad de expresarse visualmente, al igual que ahora cualquier persona pueden hacer los cálculos más complejos y precisos gracias a las calculadoras.
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