Mario+Rabbids Spark of Hope: sencillez, color y magia.
A menudo me encuentro pensando en mis primeros años con los videojuegos. Como muchos niños y niñas en la década de los noventa, empecé con una Game Boy. En mi caso fue la versión Color, aguamarina, con un cartucho de Pokémon amarillo. El videojuego de los pequeños monstruos de bolsillo fue todo un fenómeno, y lo sigue siendo, aunque se ha diluido el impacto. Hace veinticinco años, los píxels básicos y la música en midi aportaban una aventura difícil de creer a esa edad. Después, llegaron otros para mí: Súper Mario se convirtió en una aventura adictiva, llena de saltos, mundos de fantasía y locura. En las revistas de la época todo era Nintendo y Mario.
Hablo de esto porque he estado jugando a Mario+Rabbids Sparks of Hope, la última aventura del fontanero más famoso del mundo, lanzada en Nintendo Switch. Y me ha hecho reflexionar sobre algo importante: a veces, me gusta volver a esa época. Cuando era un niño y los videojuegos eran más sencillos.
No me refiero a la dificultad como hoy día usamos la palabra cuando hablamos de videojuegos. Me refiero a la simpleza de la infancia. A cuando los videojuegos eran entendidos como juguetes. Y soy el primero que ha aportado su granito de arena, en varios artículos, para que el videojuego deje de ser tratado y entendido como un juguete. Hace ya tiempo que ha salido de la sección infantil para, primero, copar los espacios de tecnología de las tiendas y, más tarde, reclamar sus espacios propios. Ahora, el videojuego es una industria que asusta. Se jacta de ventas millonarias, e-Sports y demás jerigonzas que, a los ajenos al mundillo, incluso a aquellos que solían jugar y dejaron el “vicio”. Pero hay videojuegos, como Mario+Rabbids Sparks of Hope, que se enorgullecen de regresar a la sencillez de aquellos videojuegos. A la esperanza, el color, la fantasía y el optimismo. Contrastan, claro, con obras que se tildan de maduras y auténticas experiencias narrativas (inserte aquí el título que le plazca al lector), que tienen un valor enorme para el medio y que lo han hecho madurar. Pero a veces, me gusta volver a sentirme como un niño.
Ubisoft y Nintendo han unido fuerzas para esta secuela del juego que se lanzó en 2017 y llevaba por subtítulo Kingdom Battle y une las mascotas Rabbids de Ubisoft, que tienen su origen en la otra gran saga Rayman, y los unen con las mascotas favoritas de Nintendo, Mario y compañía. Para unificar ambos, los de Ubisoft inventan un videojuego de estrategia por turnos combinado con plataformas. Es decir: recogeremos monedas y exploraremos mundos de fantasía donde una suerte de fuerza del mal, que toma la forma de tentáculos oscuros, va arrasando a su paso. Imposible no pensar que la sencillez de esta historia me lleva directamente a la obra de Michel Ende, La historia interminable. Y es que todo en este videojuego toma una máxima que Nintendo lleva años perfeccionando: que el jugador se sienta de nuevo como un niño.
Pero ojo, esto no significa que Mario+Rabbids Sparks of Hope sea un videojuego simple, en la acepción más capciosas de la palabra.
A menudo, confundimos infancia con vulgaridad. Pocas cosas tan difíciles en el arte (e inserte aquí el lector la disciplina que guste) como hablarle a los más pequeños. No muchos autores y autoras son capaces de escribir libros infantiles, del mismo modo que un videojuego para los más pequeños requiere una complejidad inusitada, por mucho que los niños nos lleven ventaja a muchos con el uso de dispositivos electrónicos. Ubisoft y Nintendo han decidido hablarle a los más pequeños a través de los más mayores: Mario+Rabbids Sparks of Hope sabe que muchos de sus jugadores ya juegan a videojuegos con sus propios hijos. Y en lugar de hablarles a los mayores con historias dramáticas, oscuras o espectaculares, nos golpean con la nostalgia del tiempo en que descubríamos los videojuegos desde un prisma totalmente nuevo. Cuando éramos una tábula rasa y todavía estábamos construyendo nuestros gustos. Lo hacen con propuestas nuevas, claro: ahora Mario dispara y se cubre y convierte a sus enemigos en estrellas de colores con las que aumentar en el nivel de sus aliados y armas. Nuevas mecánicas, pero la esencia sigue ahí. El color, el humor, la sencillez en la curva de aprendizaje, una historia que habla sobre el bien y el mal, personajes reconocibles, agilidad y ritmo.
Nintendo es el Disney de los videojuegos, para que se me entienda.
Pero Ubisoft es el Marvel (o el Star Wars) de los videojuegos.
La combinación de ambos da como resultado una obra indiscutible. No la nostalgia facilona que no aporta nada. Mario+Rabbids Sparks of Hope es algo completamente nuevo, a nivel de historia, gráficos y mecánicas, pero que se siente como algo conocido. Como algo que podría llegar directamente de los ochentas (pero con un aspecto gráficos que rivaliza con una película de Pixar). No puedo evitar pensar en algo que me señaló una vez un buen amigo. ¿Han visto las películas de Guardianes de la Galaxia de James Gunn? En la sala de cine en que la vi yo, había muchos padres y madres con hijos. Muchos. Y al arrancar la película, el personaje hereda una cinta de cassette llena de música. No lo pensé hasta que me lo señalaron: eso no estaba pensado para los niños, sino para los padres. Sí, claro, la película tiene superhéroes, planetas increíbles, luchas espaciales y la eterna lucha del bien contra el mal. Pero los creadores de la misma sabían que los padres irían a verla con sus hijos. Y por eso, les lanzan un guiño a ellos. Y, de pronto, lo he visto en un montón de películas. Y, ahora, lo veo en videojuegos también. No digo que se estén creando expresamente videojuegos para jugar con hijos, porque no todos tenemos hijos ni las empresas pueden esperar que los tengamos. Pero con Mario+Rabbids Sparks of Hope me hace sentir como si mi yo de ocho años y mi yo de ahora, jugáramos juntos.
Es una sensación fantástica.
Y claro que aprecio las historias maduras. Como ya he señalado, yo mismo a través de mis artículos sobre el mundo del videojuego, me he esforzado por hablar del medio desde un balcón de alta cultura que, quizás en ocasiones, no necesita. Del mismo modo que La historia interminable hace casi medio siglo, no necesita compararse con las grandes obras de la literatura y solo se preocupa (como se ha preocupado siempre) en gustar a sus lectores (ya sean niños que la leen por primera vez, padres que la leen a sus hijos o adultos que queremos volver a la infancia durante un rato), Mario+Rabbids Sparks of Hope solo se preocupa por gustar. Da igual si eres adulto, un niño o si eres ambas cosas.
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