Dahl firmando libros en Ámsterdam en 1988 (Fuente).

Teniendo en cuenta que el contexto histórico y cultural y los estándares de lo que se considera inapropiado ha cambiado a lo largo del último siglo, no es extraño que las obras literarias infantiles clásicas puedan contener expresiones, palabras o conceptos poco adecuados o incluso directamente ofensivos. Ocurre, por ejemplo, con Las aventuras de Tom Sawyer, de Mark Twain, que contiene pasajes y términos que hoy en día se consideran racialmente ofensivos. Y también pasa con muchas de las obras de Roald Dahl. Novelas como Matilda o Charlie y la fábrica de chocolate han sido criticadas a menudo por contener insultos y términos peyorativos hacia ciertos personajes, así como por el uso de estereotipos y representaciones negativas.

En defensa de Roald Dahl podríamos decir que el humor negro y el sarcasmo forman parte de su estilo. Además, en sus historias también existen valores positivos, importantes para los niños, como la valentía, la amistad o la honestidad. Por supuesto, son los padres o tutores lo que, en última instancia, tienen que tomar la decisión de permitir o no que un niño lea las obras de Roald Dahl o cualquier otro libro que contenta un lenguaje inapropiado o elementos similares. Si bien es cierto que es importante recordar que estas obras son producto de su tiempo y que deben ser leídas y analizadas en su contexto histórico y cultural, no es menos cierto que los niños no son lectores preparados para hacer ese tipo de análisis.

La editorial Puffin ha elegido otra posibilidad, sin duda no exenta de polémica. Ha decidido reescribir fragmentos del texto del autor para asegurarse de que los libros puedan seguir siendo leídos y disfrutados por los niños hoy en día. El problema de esta opción, que en cierto modo conlleva una actualización de la historia, es que al hacer grandes cambios en la obra original supone un deformación del texto y una traición a su autor. Un aviso de la editorial en la parte inferior de la página de derechos de autor advierte las modificaciones del texto original con estas palabras: «Las maravillosas palabras de Roald Dahl pueden transportarte a mundos diferentes y presentarte a los personajes más maravillosos. Este libro se escribió hace muchos años, por lo que revisamos el lenguaje para asegurarnos de que todo el mundo pueda seguir disfrutándolo hoy en día».

Entre los cambios realizados se ha hecho especial cuidado con todas aquellas referencias que aluden a la apariencia física de los personajes. Así, por ejemplo, los adjetivos «gordo» y «feo» fueron eliminados. Augustus Gloop ya no es «gordo» sino «enorme» y la señora Cretina, de Los Cretinos, ya no es «fea y bestial» sino solo «bestial». Pero no solo se cambiaron o se quitaron algunas palabras, sino que se realizaron cientos de cambios, agregando pasajes completos no escritos por Dahl. En muchos casos los añadidos han sido para hacer que el texto sea políticamente correcto. En Las brujas, cuando se dice que son calvas, se ha añadido una nueva línea que dice «Hay muchas otras razones por las que las mujeres pueden usar pelucas y ciertamente no hay nada de malo en eso». También se han agregado términos enfocados a género no binario. Los Oompa Loompas de la fábrica de chocolate eran descritos como «hombres pequeños» y ahora se les menciona como «personas pequeñas».

Puffin y la Roald Dahl Story Company realizaron los cambios en colaboración con Inclusive Minds, un colectivo para personas que luchan por la inclusión en la literatura infantil. Alexandra Strick, cofundadora de Inclusive Minds, afirmó que se pretendía garantizar una representación auténtica pero tratando re respetar a aquellos que han vivido la diversidad en cualquiera de sus facetas. Un portavoz de la Roald Dahl Story dijo que se ha tratado de mantener las tramas, los personajes, la irreverencia y el espíritu afilado del texto original y que todos los cambios realizados han sido pequeños y cuidadosamente considerados.

Ahora bien, ¿hasta qué punto es lícito alterar un texto original para adaptarlo a la sensibilidad de los nuevos tiempos? Tal vez pueda ser una solución más o menos válida siempre que se haga con cuidado y se respete la integridad de la historia original. Sin embargo, los límites de hasta dónde se puede alterar ese original para no traicionarlo son cuanto menos subjetivos, lo que explica que la controversia esté servida.

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