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Si bien es cierto que la situación de las mujeres en el mundo laboral varía significativamente según el país y el sector en el que nos encontremos, bien es sabido que en general las mujeres se enfrentan a desafíos y barreras que para los hombres son inexistentes. En lo que respecta a la brecha salarial de género, a nivel mundial, las mujeres ganan menos que los hombres de media. Según datos de la Organización Internacional del Trabajo, la brecha salarial de género global es del 16%. Esto significa que las mujeres ganan solo el 84% del salario de un hombre por el mismo trabajo. Además, las mujeres están insuficientemente representadas en puestos de liderazgo en todo el mundo, sobre todo en áreas como la política o las ciencias. Según datos del Foro Económico Mundial, solo el 27% de los gerentes y altos ejecutivos son mujeres.
Aunque estas diferencias de género también se manifiestan de forma evidente en el sector editorial, el economista de la Universidad de Minnesota Joel Waldfogel se propuso estudiar la publicación de libros para comprender cuánto han contribuido las mujeres y los hombres a la cantidad de libros publicados en los últimos 70 años. El estudio de Waldfogel concluyó que para 2020, por primera vez en la historia, las mujeres publicaban más libros que los hombres.
Tras analizar datos de Goodreads, de Bookstat, de Amazon y de la Biblioteca Nacional del Congreso, Waldfogel descubrió que la participación de mujeres en los títulos publicados aumentó de alrededor del 20 % en la década de 1970 a más del 50 % en 2020. Esto, probablemente, desplazó a autores masculinos, pero el cambio se debió sobre todo al crecimiento de toda la industria. Así llegamos a 2021, año en que los libros escritos por mujeres vendieron de media más copias que los escritos por hombres.
En su estudio Waldfogel concluye que este crecimiento de autoras publicadas aumentó el bienestar de los lectores, ofreciéndoles elementos que no habrían podido obtener sin la afluencia femenina. Estos libros podrían, por ejemplo, haber ofrecido narraciones y perspectivas que de otro modo no se habrían escrito.
El estudio tiene algunas limitaciones. Waldfogel determinó la autoría femenina y masculina por el nombre de pila, lo que hace que corra el riesgo de clasificar erróneamente a algunos autores con nombres que no encajan fácilmente en ninguno de los dos grupos de género. Sin embargo, sus conclusiones, en general, son esperanzadoras tanto para el sector editorial como para las escritoras: el aumento de su presencia hace que sea una industria mejor y más grande y los lectores son los grandes beneficiados de esta tendencia.
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