udith decapitando a Holofernes, de Artemisia Gentileschi (Fuente).

Jody Enders es quien se hace eco de esta leyenda en su libro Death By Drama and Other Medieval Urban Legends. Se dice que la muerte ocurrió en 1549, durante una representación de la obra Judith y Holofernes, que cuenta la historia bíblica de Judith, que cortó la cabeza de un general asirio llamado Holofernes. La compañía teatral quiso que la obra tuviera un mayor toque de realismo, así que lo prepararon todo para que el actor que interpretaba a Holofernes fuera realmente decapitado.

La obra se había concebido y preparado en honor a Felipe II, que en 1549 hizo su entrada triunfal en Tournai. Frederic Faber relata que los productores Jean de Bury y Jean de Crehan habían organizado un entretenimiento muy especial para el futuro monarca: un asesino convicto asumiría el papel de Holofernes para ser decapitado en la propia obra por otro delincuente convicto, Este último, que después de interpretar su papel de verdugo sería indultado, se convertiría brevemente en Judith.

El motivo que supuestamente hizo que alguien aceptara ser decapitado es que la víctima iba a ser desollado y probablemente prefirió la decapitación a la horrible tortura a la que había sido condenado. Tal vez esperaba que la joven que interpretara el papel de Judith no tuviera la fuerza ni plan tuvieron la misma idea, decidieron que el papel de Judith lo interpretaría otro joven convicto, que sería indultado si cumplía bien con su misión. Esta Judith solo tenía una condición que cumplir: proporcionar una actuación tan buena que no fuera actuación en absoluto.

Así, Judith desenvainó una espada bien afilada y, agarrando los cabellos de Holofernes, que se hacía el dormido, le asestó un solo golpe con tanta habilidad y vigor que la cabeza quedó inmediatamente separada del cuerpo. Al ver los chorros de sangre que brotaban del cuello de la víctima, algunos de los espectadores se alzaron frenéticos e irrumpieron en aplausos, mientras que otros estallaron en griegos de indignación y protesta. También se dice que el joven príncipe permaneció impasible, observando con curiosidad las convulsiones del decapitado.

A pesar de que Enders se muestra escéptico ante la posibilidad de que esta ejecución en plena obra de teatro haya tenido lugar, tampoco puede descartar la posibilidad por completo. Es cierto que Felipe II fue a Tournai en 1549, que Jean de Crehan era una persona real, que se representaron obras en honor del príncipe y que en Tournai había toda una tradición de ejecuciones espantosas. Sin embargo, no existe ni una sola fuente contemporánea que mencione esta decapitación. Las primeras referencias a este hecho aparecen cientos de años después de que supuestamente hubiera ocurrido. Además, no parece creíble pensar que un prisionero condenado a muerte asumiría un papel como el de Holofernes, hasta el punto de fingir estar dormido antes de ser decapitado.

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