En 1818 el naturalista europeo Constantine Samuel Rafinesque hizo un viaje por el valle del río Ohio recolectando especímenes y relatos de plantas y animales. Durante su viaje se detuvo para visitar a compañeros botánicos y naturistas. Así fue como llegó a la casa del artista y naturista John James Audubon en Henderson, Kentucky, en agosto de ese año.
Durante su visita, Audubon le describió a Rafinesque veintiocho especies inventadas que rozaban lo extravagante y que el naturalista desarrolló tanto en notas escritas como en dibujos en sus diarios. Entre las especies figuraban once tipos de peces (incluso había uno con escamas tan duras que eran a prueba de balas), dos pájaros, una criatura parecida a un molusco, tres caracoles y dos plantas. También se le ocurrieron nueve ratas salvajes, algunas de las cuales Rafinesque después las incluyó en artículos que aparecieron publicados en revistas científicas como el American Monthly Magazine o el Critical Review. Es probable que Audubon pensara que Rafinesque se daría cuenta de la broma y que no se atrevería a publicar esas invenciones en revistas científicas, pero sin duda subestimó la ingenuidad del naturalista.
¿Por qué Audubon, uno de los más grandes naturalistas de América, fabricó este engaño? Se especula que la visita de Rafinesque se le hizo demasiada pesada a Audubon y quiso tomarse esta venganza. Según un relato titulado «El naturalista excéntrico», Audubon se despertó una noche y se encontró a Rafinesque desnudo, corriendo por si habitación, y golpeando con su violín favorito a unos murciégalos que habían entrado por una ventana. Convencido de que esos murciélagos eran una nueva especie, Rafinesque quería dejarlos inconscientes para atraparlos. Audubon cogió los restos del violín y preparó su venganza.
Como escribió Allison Meier en Hyperallerggenic, el truco pudo haberle costado cierta credibilidad a Audubon. De hecho, más tarde fue acusado de inventarse cinco aves en su obra magna Birds of America, de 1827, especies que probablemente eran híbridas, extintas o con colores raros.
El mismo Audubon fue víctima de una broma similar a la que le hizo a Rafinesque. Su amigo John Graham Bell viajaba con él en la década de 1840 en calidad de ayudante y tarxidermista cuando se separaron durante una semana. En ese tiempo, Bell cosió la cabeza, el cuerpo y las patas de diferentes pájaros y se la mostró a Audubon, que quedó completamente sorprendido. Cuando semanas más tarde Bell le confesó el engaño, Audubon se enfureció en un primer momento pero más tarde supo encajar la broma con humor.
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