Antonio Machado gran poeta, dramaturgo y narrador español, ilustre representante de la llamada generación del 98, a la cual pertenecen otros no menos ilustres escritores como, Miguel de Unamuno, Pío Baroja, Azorín, Jacinto Benavente, Villaespesa y Blasco Ibáñez, entre otros. La obra literaria de Machado compuesta por poesía, teatro y prosa, evolucionó, según sus críticos desde la corriente modernista, en sus inicios, hacia la tendencia simbolista, con rasgos románticos. Esta primera etapa modernista y su coincidencia con el connotado poeta Rubén Darío, le mereció los mejores elogios de éste, cuando dijo: <<Antonio Machado es quizá ́ el más intenso de todos. La música de su verso va en su pensamiento (….) Es uno de los más cosmopolitas, uno de los más generales, por lo mismo que lo considero uno de los más humanos>> (Rubén Darío. Biblioteca Ayacucho. Pág. LXXVIII). En este contexto, la obra poética de A. Machado es la más influyente, aunque también es reconocido como un extraordinario prosista con su libro Juan de Mairena (1936).
La obra poética de Machado, abundante, heterogénea y de una gran riqueza temática, ocupó buena parte de su vida, desde 1903 hasta 1938, con la publicación de 16 títulos, que incluyen numerosos poemas. Dentro de esta agrupación se encuentra el poemario Campos de Castilla (1912), su obra más conocida. Este poemario está compuesto por 123 unidades, dentro 4 capítulos, en el contexto de una diversidad temática, que refleja la desilusión por el comportamiento del ser humano, en cuanto a la sociedad como un elemento corrompido por la envidia, el orgullo y la codicia. La figura de Caín aparece repetidas veces a lo largo de los poemas como culto a los pecados y maldad de la sociedad. Así mismo aparecen en este poemario temas intimistas del hombre como la tristeza, la melancolía y la soledad, la idea de Dios, el tiempo y la muerte. Todo esto bajo el despliegue de brillantes imágenes, simbologías y metáforas, como los árboles, el agua, los caminos, el mar, etc., que expresan las virtudes y pecados del ser humano, transmitidas al lector dentro de una alta calidad emocional y estética.
Dentro del poemario Campos de Castilla, en el capítulo 3, Proverbios y Cantares, se ubica el poema No 135, objeto de nuestro escrutinio, el cual reza:
Nunca perseguí la gloria
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles
como pompas de jabón.
Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse.
Como puede observarse es un tributo al aislamiento, a la soledad, a la huida del mundo, refugiarse en una burbuja redonda, brillante, hermosa, donde todo funciona pero efímera y volátil, se quiebra, se rompe, porque no pasa de un deseo, una quimera. Esa huida estaba dentro de la esencia del temperamento de Antonio Machado, como lo dejó ver en su autobiografía (1913):
<<Soy más autoinspectivo que observador y comprendo la injusticia de señalar en el vecino lo que noto en mí mismo. Mi pensamiento está generalmente ocupado por lo que llama Kant conflictos de las ideas trascendentales y busco en la poesía un alivio a esta ingrata faena. En el fondo soy creyente en una realidad espiritual opuesta al mundo sensible >> (Citado por Wikipedia).
La simbología de la pompa de jabón está documentada. Ha constituido una fascinación por su belleza fugaz vinculada al mundo de la infancia, de lo mágico, de la belleza, de lo efímero. Ha sido motivo de inspiración para artistas, escritores y filósofos. Fue un tema recurrente de la pintura barroca, especialmente en la pintura holandesa –Rembrandt 1634- donde simboliza la brevedad de la belleza y de la vida, la fragilidad del amor, indicando que el hombre es una burbuja. Igualmente en la pintura del S. XIX están presentes las pompas de jabón con el pintor John Everett Millais, quien la utilizó para transmitir la brevedad de la vida en su óleo Bubbles (1886) (mascaviar.wordpress.com. 2009).
Hermann Hesse, poeta y novelista de origen alemán, ganador del premio nobel de literatura en 1946. Escritor de una narrativa de alta difusión, dentro de una temática de gran profundidad psicológica, espiritualista y existencialista. Entre sus obras mas conocidas están: Demian (1919), Siddhartha (1922), Bajo la rueda (1906), El juego de abalorios (1943) y El lobo estepario (1927). Esta última obra, objeto de nuestro escrutinio, es una de las más populares e innovadoras del autor. Es el caso de una persona insatisfecha (Harry Haller), consigo misma y con su vida, debido a que cree estar compuesto de dos naturalezas irreconciliables: El lobo y el hombre. (Gómez Molina Claudia). Este tema de las dos naturalezas en el hombre, ya había sido tratado por el gran novelista y poeta francés Víctor Hugo(1802-1885), en el prefacio de su obra Cromwell (1827), al referirse a la religión espiritualista, la cual <<enseña al hombre que es doble, como su destino; que se encierra en él un animal y una inteligencia, un alma y un cuerpo>> (p.5).
La personalidad de Harry Haller está cargada de conflictos y contradicciones psíquicas a partir del rechazo del sistema burgués de vida en que se desenvuelve. Es <<el enemigo solitario del mundo de la pequeña burguesía>>. Dice Harry: <<El contraste en que esta mi vida, mi vida solitaria, ajetreada y sin afectos, completamente desordenada, con este ambiente familiar y burgués (….) ¿Cómo no había de ser yo un Lobo Estepario y un pobre anacoreta en medio de un mundo, ninguno de cuyos fines comparto, ninguno de cuyos placeres me llama la atención?>> (Edición de Editores Mexicanos Unidos.S.A. 2017:31-33). De allí que Harry, gran aficionado a la música, se sumerge en la pompa de jabón,como Machado y huir del mundo, al evocar una melodía olvidada: <<Y repentinamente volví a acordarme de la olvidada melodía, de aquellos dulces compases de oboes; como una pequeña y reluciente pompa de jabón, la sentí ascender dentro de mi, brillar, reflejar policromo y pequeño el mundo entero y romperse de nuevo suavemente>> (Ibid: 37).
De lo expuesto se infiere que ambos escritores, cada uno con sus características propias, coinciden en su rechazo al mundo sensible de su época. Se sentían como individualidades aisladas, como seres extraños de poca vida familiar y escasas ambiciones sociales, ajenos a las pequeñas normas de la vida corriente.
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