
Duelo emancipado (Fuente).
Uno de los duelos más famosos de la historia fue el que tuvo lugar entre Alexander Hamilton y Aaron Burr (incluso tiene su propio musical). Sin embargo, ¿quién ha oído hablar del duelo entre la princesa Paulina von Metternich y la condesa Anastasia von Kielmansegg, dos aristócratas que se enfrentaron desnudas?
Paulina von Metternich nació en 1836 como la condensa Paulina Sánndor de Szlavnicza en Viena, en el seno de una familia noble húngara. A los 26 años se casó con su tío, el príncipe Richard von Metternich, que desarrolló su carrera como diplomático. Se dice que tuvieron un matrimonio relativamente feliz, a pesar de los frecuentes amoríos públicos del príncipe Richard con varias actrices y cantantes de ópera.
Tras casarse, Paulina acompañó a su esposo en viajes tanto a la corte real sajona en Dresde como a la corte imperial francesa en París. Durante la guerra franco-prusiana de la década de 1870, vivieron en Francia. Convertida en una especie de embajadora intercultural, expuso en su círculo todas aquellas nuevas ideas y tendencias que había recogido en sus viajes. En última instancia, se hizo conocida como un icono de la moda y ayudó a popularizar algunas actividades entre las aristócratas de su época que hasta ese momento había sido cosa de hombres, como patinar o fumar cigarrillos. También se convirtió en una importante defensora de las obras de compositores como Richard Wagner o Franz Linszt, cuyas carreras no dudó en apoyar.
En el verano de 1892 tuvo lugar la Exposición Anual de Teatro Musical de Viena, un evento clave en el calendario social de la élite. La princesa Paulina supervisó los preparativos junto con otra aristócrata, la condesa Anastasia von Kielmansegg. Aunque el motivo de su disputa sigue siendo desconocido, estas dos mujeres tuvieron un enconado enfrentamiento sobre cuestiones organizativas del evento. Probablemente el intento de la condesa de tomar todo el control en el evento pudo haber sido visto como una amenaza por la princesa. Una revista femenina británica de ese momento señaló que Anastasia era una rival ambiciosa en la corte de la princesa Paulina, lo suficientemente joven como para ser su hija (en la década de 1890 la princesa Paulina tenía ya 50 años, mientras que la condesa Anastasia era una figura emergente en la escena social vienesa).
Como la etiqueta y el decoro prohibían llegar a las manos, las mujeres optaron por resolver su disputa con un duelo, que eran considerados como algo más apropiado y respetable. En un duelo tradicional del siglo XIX una de las partes desafiaba públicamente a la otra debido a una ofensa o agravio. La parte desafiada tenía entonces la opción de ofrecer una disculpa pública o restituir el daño para evitar el duelo o aceptar el desafío y elegir las armas. Si optaba por seguir adelante con el duelo, el retador elegía el campo de honor donde tendría lugar el combate, aunque la persona desafiada tenía la posibilidad de proponer un lugar alternativo. Cada duelista traía un médico y al menos un testigo, que velaban porque todo se desarrollara correctamente y actuaban como intermediarios ante cualquier cosa que ocurriera. Si alguna de las partes abandonaba el duelo antes de tiempo, su oponente sería considerado el vencedor y el perdedor sería tildado públicamente de cobarde.
A mediados del siglo XIX los duelos ya estaban en declive. El último duelo con un desenlace fatal conocido en Inglaterra tuvo lugar en 1845, casi cincuenta años antes de que la princesa y la condesa se enfrentaran. Que dos mujeres participaran en un duelo era algo extraordinario, porque cuando las aristócratas eran ofendidas pedían a familiares o amigos varones que se batieran en su nombre. Desde finales del siglo XIX, a medida que los movimientos protofeministas se extendieron por Europa, estas ideas comenzaron a cambiar, dándole más protagonismo a las mujeres en este tipo de situaciones. Un duelo entre dos mujeres se conocía como duelo emancipado y todas las partes involucradas en el asunto, incluyendo a los médicos y a los testigos, eran mujeres.
La princesa Paulina y la condesa Anastasia optaron por enfrentarse a las afueras de la ciudad de Verduz, la capital de Liechtenstein. La ubicación era clave como principado independiente. Antes de las guerra napoleónicas, de principios del siglo XIX, Liechtenstein había sido miembro soberano del Sacro Imperio Romano Germánico, pero cuando el imperio fue disuelto en 1806 por Francisco II, el estado dejó de depender de cualquier señor feudal. Finalmente, se unió a la Confederación Alemana, presidida por el emperador de Austria, aunque siguió disfrutando de un razonable nivel de autonomía y autogobierno. Esto lo convirtió en un lugar ideal para una actividad dudosamente legal como era un duelo.
La princesa Schwarzenberg actuó como testigo de Paulina, mientras que la condesa Kinsky hizo lo propio con Anastasia. La baronesa Lubinska, de la nobleza polaca, actuó como médico para ambas partes. Como armas, las dos combatientes llevaban estoques, diseñados para dar puñaladas rápidas con su extremo puntiagudo. Un duelo entre mujeres era lo suficientemente singular como para que los periódicos de la época se hicieran eco de ello. De hecho, gran parte de lo que sabemos que ocurrió en ese fatídico día de agosto lo sabemos gracias a los informes de la prensa.
En los duelos de espadas los oponentes comienzan en los lados opuestos de un cuadrado de unos veinte pasos de ancho. Abandonar ese cuadrado en cualquier momento, antes de que el duelo hubiera finalizado, equivalía a perder. Las condiciones de la victoria variaban de un duelo a otro, y no sabemos qué acordaron exactamente la princesa y la condesa en ese duelo. La mayor parte de las versiones sostienen que el duelo duró tres rondas. En las dos primeras ninguna de las mujeres resultó herida, lo que se consideraba empate. En la tercera ronda Paulina recibió un pequeño corte en la nariz, mientras que Anastasia recibió un corte en el brazo. No se sabe quién ganó el duelo, pero lo que está claro es que ninguna de las dos podría haber sido tachada de cobarde, conservando las dos su honor. Uno de los testimonios afirma que el duelo acabó con las dos mujeres abrazándose y besándose, como final a sus diferencias.
Un detalle curioso es que ambas mujeres se batieron en duelo sin ropa cubriendo la parte superior de su cuerpo. Ambas aceptaron esto por sugerencia de la baronesa Lubinska, una de las primeras defensoras de la teoría de los gérmenes y que tenía cierta experiencia en el tratamiento de las heridas infectadas. Lubinska sabía que si alguna de las duelistas hería a la otra, era posible que los estoques hubieran rasgado ropa sucia, haciendo que la lesión se infectara. En cambio, un corte limpio era mucho más fácil y rápido de curar. Como el objetivo del duelo no era matar a nadie, parecía lógico seguir el consejo. Además, como ninguno de los presentes era hombre, no había ningún problema.
Claro que no hay certeza absoluta de que esta versión del duelo fuera real. Así fue, recordemos, cómo la describieron los diarios de la época. Y aunque la historia escandalizó a la Inglaterra victoriana, ninguno de los relatos que se hicieron en la prensa se basaron en versiones de testigos presenciales reales, ni tampoco ha quedado ninguna imagen del evento. Si consideramos que todo ocurrió tal y como se contó, se trata de uno de los últimos grandes duelos de la época.
Incluso aunque los duelos volvieron a reavivarse en Estados Unidos debido a la moda de las películas de género western, acabaron por perder popularidad debido a la aparición de armas más devastadoras, como los tanques, las metralletas o incluso la guerra química. A esto habría que sumarle el declive de la aristocracia europea, a medida que la clase social iba asociándose cada vez más con la riqueza, dejando a un lado conceptos como legado u honor. Como las personas estaban cada vez menos preocupadas por defender su buen nombre, cada vez había menos motivos para acabar batiéndose en duelo.
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