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Cualquiera que trate de vender determinadas falsificaciones, desde un documento antiguo hasta una pelota de béisbol firmada por alguna celebridad, se arriesga a verse las caras con el Servicio Secreto de Estados Unidos. Para ello, disponen de una biblioteca internacional de tintas única en su tipo, con más de 11.400 huellas dactilares de tinta de escritura. La biblioteca se creó a finales de la década de 1960 en la Oficina de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego y fue creciendo hasta trasladarse en 1988 al laboratorio de servicios forenses de los Servicios Secretos en Washington D.C. Su fondo, que contiene tintas que datan de la década de 1920, se ha ido actualizando desde entonces anualmente.

Con los datos ofrecidos por este singular banco, el Servicio Secreto puede llevar a cabo dataciones con tinta estática que respalden una enorme cantidad de investigaciones. Una de las solicitudes más habituales, por ejemplo, es determinar cuándo se puso una tinta a disposición del público por primera vez, lo que permite concluir si una tinta estaba disponible en el momento en que supuestamente fue utilizada.

Los analistas hacen tres tipos diferentes de exámenes. En el primero, las pruebas físicas, simplemente evalúan el tipo y el color de la tinta. En la segunda prueba se va más allá de lo visual: los investigadores pueden examinar el documento con luz ultravioleta e infrarroja para ver cómo reacciona la tinta. La prueba final, a nivel químico, implica lo que se denomina cromatografía en capa fina. Este proceso separa la tinta en una hoja de papel finamente recubierta y permite separar bandas individuales de color o tintes. Es lo que ocurre con la tinta negra, que puede ser una mezcla de múltiples tintes morados y amarillos, o alguna otra combinación que no se vea a simple vista.

Para obtener un análisis más completo, los investigadores también tienen en cuenta el papel, determinando si aparece algún color de papel en la muestra de tinta. También comprueban si el papel está estucado porque si es así, es posible que la tinta se asiente sobre el papel. Comprender el tipo de papel no solo brinda a los investigadores otra pista, sino que también les da más información sobre las propiedades de la tinta. Además, consiguen una idea más profunda del documento en su totalidad: marcas de agua, abrillantadores, marcas en el papel, tóner o cualquier tipo de defecto que ayude a descubrir la máquina que imprimió el documento.

La Biblioteca Internacional de Tintas está en proceso de convertirse en un catálogo completamente digital, lo que acelerará el esfuerzo de igualar las tintas. Por otra parte, tener toda la biblioteca en versión digital también abre la posibilidad de compartir información sobre la tinta en todo el mundo.

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