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En una reciente carta firmada por un grupo de más de 300 expertos e investigadores en Inteligencia Artificial se advierte del peligro que conlleva esta tecnología, cuyo uso descontrolado podría provocar hasta la extinción de la raza humana. Entre otros factores, la adopción generalizada de IA en cierto tipo de trabajos, no solo mecánicos sino incluso creativos, podría generar una pérdida masiva de empleos, lo que tendría un impacto decisivo en la economía y en la distribución de la riqueza mundial.
El sector editorial es, sin duda, una de las industrias más afectadas, ya que casi cada función del proceso de creación de un libro puede ser automatizada con la ayuda de la IA. Los sindicatos de autores han comenzado a mover ficha, añadiendo nuevas cláusulas a sus contratos al respecto, amparándose en la importancia de mantener «la artesanía de alta calidad a la que están acostumbrados los consumidores». Si bien es cierto que en la mayor parte de los procesos, y sobre todo en los creativos, la IA todavía no puede alcanzar la excelencia humana, en la última generación de Inteligencia Artificial ya se puede llegar a un nivel lo suficientemente bueno como para que muchos lectores lo acepten, compren los libros generados de esta forma o los lean. Un nivel que, con toda seguridad, en futuras generaciones de IA irá progresivamente subiendo de calidad.
¿Significa eso el final no ya de la edición artesanal sino directamente de la que implique cualquier intervención humana? ¿Qué tan valioso es el ser humano dentro de este proceso para justificar los gastos de tiempo y dinero frente al uso de IA? Seguramente seguiremos encontrando nuevos libros con diseños tan extraordinarios o tan bien escritos que podremos afirmar que una IA no ha podido intervenir en su creación, pero lo cierto es que esa no es la cuestión.
Echemos la vista atrás y veamos qué pasó cuando la autoedición entró en el mundo editorial. Las nuevas tecnologías han permitido, de la misma forma que la IA, que sin tener conocimientos específicos de edición se puedan producir libros de una calidad lo suficientemente buena como para que la gran mayoría de lectores estén satisfechos, compren esos libros y los lean. Puede que los libros de editoriales profesionales sean mejores en muchos aspectos, sobre todo para el ojo entrenado de un editor, pero eso no significa que vendan más. No, un libro en el que haya una mayor intervención humana no tiene por qué vender más.
Por otra parte, la IA no tiene que realizar todo el trabajo sino que se puede utilizar como herramienta complementaria, a la que consultar antes de tomar decisiones. Sus habilidades para evaluar la gramática y la expresión lógica, por ejemplo, permiten determinar si un libro está razonablemente bien escrito. Tal vez esto no sirva para detectar joyas en potencia, pero desde luego sí permitirá separar el trigo de la paja. Además, ni los propios seres humanos son muchas veces capaces de detectar esas joyas, a la vista de todos aquellos casos en los que un manuscrito pasó por infinidad de descartes editoriales antes de convertirse en un éxito.
La idea de que la intervención humana está por encima de la automatización en todas las publicaciones es incierta. La mayor parte de la producción de libros, impresos y digitales, ya está total o parcialmente automatizada y la IA se puede utilizar simplemente para acabar de completar las partes del puzzle que faltan. Imagina, por ejemplo, qué puede hacer en cuanto a marketing. Con los datos adecuados, se puede hacer un completo análisis de mercado, en tiempo real, de por qué un libro no cumple con las expectativas puestas en él o qué oportunidades de venta se están perdiendo. Será mucho más fácil identificar a la audiencia ideal y para los lectores será más fácil dar con su próxima lectura perfecta. En ese sentido la IA puede acercar a escritores y lectores, forjando conexiones directas, lo que pondrá en entredicho la posición de los gigantes intermediarios como Amazon.
Se compara la irrupción de la IA en el sector editorial con la revolución que supuso la invención de la imprenta. Pensemos en algo no tan lejano: lo que significó para el sector el desarrollo de todas las herramientas que posibilita Internet. Sabemos cómo se transformó el mundo después de la invención de la imprenta, e incluso después de Internet; sin embargo, cómo será la publicación de libros una vez que la IA se haya incorporado en los procesos editoriales y cuán obsoleta quedará la industria es algo que solo el tiempo lo dirá. Lo único que está claro es que esta nueva tecnología ha llegado para quedarse y por eso es tan importante comprender los peligros que la rodean al tiempo que se aprecian las oportunidades que ofrece.
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