Hija de la frontera de Asier Moreno Vizuete se alzaba hace unos meses con el prestigioso Premio Minotauro en su edición de 2023. Un premio con un bagaje en España que lo ha catapultado como uno de los mejores premios de género en castellano, de los más longevos y mejor dotados económicamente.
El Barón Albredo IV Cadágara ha muerto y la guerra civil sacude la Baronía de Arborias. La Frontera lo engulle todo a su paso y los chatarreros aprovechan la ocasión para zambullirse en El Pedo de Dios en busca de los tan preciados tesoros de Antes de Aquello. Para conseguirlo necesitarán la ayuda de los Rompebotas, conocedores de los peligros del desierto. Mantente viva, mantente al margen.
Esa es una de las frases de su padre, el mejor Rompebotas que el polvo haya engendrado jamás. Ilda ha puesto toda una Baronía de por medio para huir de un pasado que la atormenta, pero, al regresar de una de sus expediciones en La Frontera, descubre que sus fantasmas la están esperando. En su camino de vuelta al hogar, la Rompebotas no solo tendrá que enfrentarse a los peligros del desierto y de la guerra, a daimonios y aldeas carbonizadas, sino a todas esas historias que su padre le contaba y que resultaron convertirse en la más grande de todas las mentiras. Un viaje entre dos mundos y dos tiempos que obligará a Ilda a volver a ser la niña que era para ponerse delante de un espejo, y lo que allí se encuentre, quizá no le sea del todo desconocido.
Tengo una relación de amor-odio con los premios Minotauro. Como buen lector de género he leído, o al menos me he acercado a leer, muchos de los premiados e incluso finalistas. Desde la increíble Máscaras de matar de León Arsenal que inauguró el certamen, hasta la descafeinada Horizonte de estrellas que lo ganó el año pasado. Y tengo una relación de amor-odio porque aún lo considero un premio relevante… pese a que me han horrorizado las novelas que lo han ganado los últimos años (por no decir décadas). Cómo serán las cosas que entre 2018 y 2020 no hubo premio, en un movimiento que sonaba más a replantearse qué hacer con lo que, a todas luces, se había convertido en una serie de novelas mediocres siendo vendidas como la panacea del género.
Ahora bien, ¡por fin! Hija de la frontera ha dado una patada en la puerta del premio y ha demostrado que hay libros de fantasía en castellano que merecen un premio así. Y que el Minotauro todavía guarda su buen olfato.
Una novela grimdark, ni más ni menos, que acertadamente se vende como una mezcla entre Mad Max y Dune, aunque aquí alguien se ha olvidado de mencionar una influencia evidente: Emilio Bueso y su trilogía Los ojos bizcos del sol. Junto con esta, El arcano y el jilguero y alguna que me dejaré en el olvido, evidencian unos años en que el fantástico español va demostrando, con el hueco que le permite el paupérrimo mercado editorial, que tiene mucho que aportar. El grimdark es un género que me tiene fascinado: cierto es que nunca había sido muy lector de fantasía épica (con las excepciones obvias de Tolkien y poco más), pero desde que la fantasía quiso sacudirse a la Dragonlance de encima para venir a llamarse de otro modo (y de paso tener nuevas etiquetas para los algoritmos) me he encontrado con una serie de autores que me interesan mucho. Sí, claro: Martin, Abercrombie, Sanderson aunque no sea tan grimdark… Aquí en España hemos tenido casos, no se crean: Guillem López con La guerra por el norte o Ángel Sucasas con Savannah. El mismo premio ya había premiado Máscaras de matar que, en mi opinión, es puro grimdark. Hija de la frontera viene a enclavarse en este género, aunque su fantasía es algo menos sangrienta y desmadrada: Hija de la frontera es casi fantasía y realismo sucio.
Lo primero que quisiera destacar de Hija de la frontera, es su lenguaje. La construcción, tanto de mundo como de personajes, que hace Moreno Vizuete para enmarcar su obra, junto a un sistema de magia muy bien desarrollado, encumbran la novela, pero todo empieza desde el lenguaje. La prosa es escueta, directa y árida, pero los diálogos no se quedan atrás: las palabras cambian y el argot puebla unas conversaciones que agilizan una narración que se toma su tiempo, no se apresura, en hacernos llegar a donde quiere. Y quiere llegar a construir un mundo lleno de matices, de pequeñas historias aquí y allá que podrían conformar una saga. Una protagonista de la que uno no puede por menos que caer en sus redes y una intriga que se va desvelando a cuenta gotas, pero cuando llega a su culmen mantiene al lector con el corazón en un puño.
Una de las mejores novelas de fantasía que se han editado en España, lo firmo y lo defenderé, y uno de los mejores premios Minotauro. También, la constatación de dos cosas: que Asier Moreno, neófito con un currículum literario todavía por llenar pero que entra por la puerta grande, es un autor sobre el que tener el foco; y que el premio Minotauro está en forma. Solo espero que esto no sea una chispa en un mar de oscuridad y que la medida sea esta a partir de ahora. Como nunca debió dejar de serlo.
Poco más puedo decir de Hija de la frontera sin caer en el destripe y arruinar la lectura. Dice la propia editorial:
Un grimdark oscuro y sangriento al estilo de Joe Abercrombie o George R.R. Martin. Una historia que nos sumerge en un mundo postapocalíptico a la par que mágico, donde los rifles se disparan junto a hechizos imposibles y en las ciudades enterradas por el polvo no solo duerme nuestro mundo sino también demonios que susurran en la oscuridad. Literatura de género que se abre a nuevos horizontes para navegar en mares en los que la fantasía o la ciencia ficción se convierten en un escenario donde dar cabida a los dolores y conflictos más profundos del alma humana.
Por utilizar símiles patrios, es como mezclar el estilo de Emilio Bueso con la imaginación y worldbuilding de Rodolfo Martínez. Si estos autores no les suelan, corran a leerlos. Construye su mundo con cuidado, sabe cómo darle al lector un motivo para pasar la página, se preocupa en que sus personajes no sean simples comparsas por los que la trama circula y no da puntada sin hilo. Una novela a la altura, de lo mejor que nos ha dado el género patrio.
No hay comentarios