San Malaquías

San Malaquías

   El verdadero nombre de San Malaquías era Malachy O´Morgair, y nació en Armagh, Irlanda, en el año 1094. Acabó convirtiéndose en arzobispo de esa misma ciudad, y posteriormente viajó a Roma, donde entabló una estrecha amistad con San Bernardo. Allí recibió los mayores honores por parte del Papa Inocencio II, y regresó a Irlanda para continuar con su apostolado. En el año 1148 regresó a Roma para saludar al Papa Eugenio III, y ese mismo año murió en brazos de su amigo San Bernardo, en el monasterio de Clairvaux (Claraval), que había fundado el propio San Bernardo. Este mismo escribió la biografía de su amigo San Malaquías, en donde ofrece detalles de la vida del santo irlandés.

   San Bernardo no hace en su biografía ninguna referencia a las famosas profecías de San Malaquías. El texto del siglo XII llegó al conocimiento público a través de un monje benedictino llamado Arnoldo de Wyon, natural de Donai, que las incluyó en una obra titulada Lignum Vitae y editada en 1595. En esta obra hace un repaso de algunos de los más famosos benedictinos que brillaron por su virtud o su trabajo. Entre ellos aparece San Malaquías, del que ofrece unas breves pinceladas biográficas. Además añade la famosa profecía de San Malaquías diciendo:»Escribió algunos opúsculos. Hasta hoy, no he tenido la oportunidad de ver ninguno, excepto una profecía relativa a los soberanos pontífices. Como es muy breve, y que yo sepa no ha sido impresa todavía, y dado que a muchos les complacería conocerla, paso a copiar aquí su texto.«

   A continuación transcribe una lista dividida en 111 párrafos, desde el papa Celestino 11(1143- 1144) hasta un papa llamado Pedro el Romano, junto al cual aparece un texto en el que anuncia el día del juicio final y el fin del mundo. Los 74 primeros párrafos, hasta Urbano VII (1590) iban acompañados de un pequeño comentario explicativo firmado por un erudito dominico español, Alphonsus Ciacconius, especialista en historia del papado. Algunos críticos apuntaron posteriormente la posibilidad de que el texto hubiese sido escrito en su integridad por Alphonsus Ciacconius, para presionar a los cárdenales reunidos en el cónclave después de la muerte de Urbano VII, obligándoles a elegir como nuevo papa al cardenal Simoncelli, obisto de Orvieto, que era amigo de Ciacconius. Sea como fuere Simoncelli no fue elegido como papa.

   En el listado atribuido a San Malaquías aparece un atributo para cada uno de los papas. Es evidente que hasta Urbano VII el detalle que se da de cada uno de los papas es mayor, pero a partir de ahí esos atributos se pueden volver más abstractos o inconexos, refiriéndose a cualidades morales o espirituales, que se podrían aplicar casi a cualquier buen papa. Sin embargo, es necesario señalar que algunos de estos atributos han sido bastante certeros, y se han amoldado perfectamente a los papas elegidos. Esto ocurre con posterioridad a 1590, es decir, después de que el texto fuera de sobra conocido públicamente. Podría tratarse simplemente de una casualidad, aunque otra posibilidad que se tiene en cuenta es que, teniendo en cuenta que los cardenales siempre fueron conscientes de la existencia de dicha profecía, en determinados cónclaves el peso de San Malaquías fue mayor, e incluso llevó a los cardenales a elegir a un papa que tuviera alguna relación con los atributos de la lista del santo profeta. Independietemente de cuál sea la explicación, lo cierto es que a veces sorprende la certeza de San Malaquías, llegándose a producir auténticas «casualidades».

   Siguiendo la lista de San Malaquías el papa Juan Pablo II correspondería al papa número 110, cuyo atributo es De labore solis (De los trabajos del sol). Este atributo ha sido interpretado de muy diversas maneras, pero la interpretación más extendida es el hecho de que Juan Pablo II naciera el día 18 de mayo de 1920, coincidiendo con un eclipse de sol. Ahora, mientras escribo estas líneas, después de que Juan Pablo II haya muerto, su sucesor acaba de ser elegido. Se trata de Joseph Ratzinger, llamado a partir de ahora Benedicto XVI. Según San Malaquías el atributo de este papa sería De gloria olivae (De la gloria del olivo). Ahora que ya se sabe quién es el nuevo papa comenzarán las especulaciones para encontrar un vínculo entre el atributo y Benedicto XVI. Teniendo en cuenta que es aleman, la especulación de su origen mediterraneo, vinculado a la aceituna, queda descartada. La opinión más generalizada es que este papa estará relacionado en algún tipo de acontecimiento que implique la paz y la concordia. Una cosa es casi segura, Benedicto XVI, representante del sectos más ortodoxo de la Iglesia, seguramente no haga el menor esfuerzo por adaptar esta institución a los tiempos, por lo que el desfase entre la Iglesia y el mundo actual será aún mayor. Por último, no hay que olvidar que Joseph Ratzinger cumpliará dentro de poco 79 años, por lo que no puede ser un papado excesivamente largo; y posteriormente llegará el último papado, según San Malaquías.

   El último atributo de la lista no aparece con número, sino a continuación de Gloria olivae, por lo que existe la posibilidad de que se refiera al mismo papa, aunque generalmente se suele interpretar como un papa aparte. San Malaquías identifica este último papa como Petrus Romanus, Pedro el Romano, es decir, un papa llamado Pedro y de origen romano. El texto que aparece junto a este papa es desde luego bastante alarmista: In persecutione extrema sacrae romanae ecclesiae, sedebit Petrus Romanus qui pascet oves in multis tribulationibus; quibus transactis, civitas seticollis diruetur, ex judes tremendus judicabit populum. Su traducción es: «En la última persecución de la Santa Iglesia Romana tendrá su sede Pedro el Romano, que hará pacer sus ovejas, entre muchas tribulaciones, tras las cuales, la ciudad de las siete colinas será derruida, y el juez tremendo juzgará al pueblo». Hay quienes dicen que San Malaquías habla del fin de la Iglesia católica como institución, pero las referencias al fin del mundo son evidentes, aunque como siempre, están abiertas a múltiples interpretaciones, dentro del lenguaje simbólico que suele utilizar el santo en toda su profecía.

   Tal vez -o seguramente- todo esto no sea más que charlatanería, pero parece ser cada vez más claro eso de la última persecución de la Santa Iglesia Romana, ya que esta institución cada vez está más arrinconada en la sociedad actual, y cada vez es más criticada y despreciada. No hace falta ser profeta para saber que la Iglesia tiene que andarse con pies de plomos, porque está andando sobre la cuerda floja, y un paso en falso podría hacer que cayera para siempre. Desde luego, nada es eterno. Y si después de todo se produce el fin del mundo, cosa que es poco menos que probable -aunque el ser humano tenga los medios técnicos y armamentisticos para arrasar el planeta-, y llega el día del juicio final, allá se las vea cada uno con sus actos y con su conciencia.

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