Debíamos llegar el viernes a Córdoba a las siete y media para ver a la lectura de poesía de las ocho en el colegio de arquitectos. No había sido posible asistir a ninguno de los actos anteriores, algunos de ellos muy sugerentes, por motivos de trabajo. Desgraciadamente no quedaba más remedio que prescindir de la conferencia de apertura, de los 40 minutos con Sabina, de las distintas lecturas en la universidad o de la mesa redonda sobre la posibilidad de traducir poesía ―una cuestión ésta última no baladí debido al peso que la poesía en lengua no española tiene en el evento―. Con todo, no fue posible llegar a tiempo el viernes a la lectura, y como resultado de la media hora de retraso nos perdimos la lectura de Claribel Alegría, que tenía que irse urgentemente. Cuando llegamos estaba leyendo José Luis Amaro. He de confesar ―quien me conozca lo sabe― que el mayor interés de esta lectura era Luis Alberto de Cuenca, y afortunadamente llegamos a tiempo, porque el orden estipulado era por estricta sucesión alfabética. Mientras los demás recitaban Luis Alberto permanecía con los ojos cerrados, dormitando o tal vez paladeando la poesía de sus compañeros con ese regusto a veces dulce y a veces amargo que los versos dejan en el oído. Cuando le tocó el turno, después de Miguel Casado, Luis Alberto pasó a leer sus poemas como un rayo, sin detenerse a comentar o a introducir los poemas como hacen otros poetas, como queriendo aprovechar al máximo sus diez minutos. No era necesario una introducción, porque Luis Alberto leyó algunos de sus poemas más conocidos: «Amour fou», «La malcasada», «El desayuno», «Cuando pienso en los viejos amigos» o «In illo tempore». Abrir el libro no era más que un viejo ritual: como vate ciego Luis Alberto recitaba con los ojos cerrados versos conocidos como la palma de sus manos.
Lo más destacable en esta lectura aparte de Luis Alberto de Cuenca fueron los poemas de Joan Margarit, cuya voz grave y profunda llenó toda la instancia, conmoviéndonos como ninguno de los poetas presentes había sabido hacer. Además, hay que puntualizar el acierto de Judith Herzberg, poeta holandesa, que optó por leer principalmente traducciones, reservando los poemas en su lengua original para casos muy concretos, y siempre después de la traducción. De esta forma, es posible captar la musicalidad después del sentido, al tiempo que no se cansa al público con largos y tediosos recitados en un idioma que únicamente entiende su autora ―más le hubiera valido a más de un poeta extranjero tomar ejemplo de ella―.
La siguiente cita tenía lugar a las diez de la noche en el palacio de Orive. Una vez más llegamos tarde, pero no tan tarde como para presenciar el bochornoso espectáculo de Matías Ávalos. Al llegar nos obsequiaron con una fotocopia en la que aparecía dibujado un ser aberrante con un parecido muy sospechoso al extraterrestre de la película Predator. En el dibujo de este ser, llamado dislocador, se especificaban las distintas partes de su cuerpo, sus bombonas generadoras de apariencia, sus filtros de salida y entrada y su depósito molecular, como si fuera una página arrancada de un libro de anatomía. Matías Ávalos recitó una serie de poemas dedicados al dislocador y a otro ser también de invención suya llamado simulador. Por supuesto, estos poemas sin título, que carecían de pies y cabeza, resultaban irritantes y molestos, porque nos recordaban la infinidad de cosas mejores que se podían hacer en aquel momento. Si bien es cierto que la poesía rompe con la lógica y el “sentido común” del lengua cotidiano, también hay que decir que la poesía es algo más que juntar palabras, como la pintura es algo más que juntar colores, teniendo en cuenta además que los poemas carecían incluso de musicalidad. A pesar de todo soportamos a este retacillo de Ory ―Carlos Edmundo―, que diría Lope de Vega, para después escuchar a Joan Baptista Humet, que recitó algunas de sus canciones. Sin embargo, estábamos ya tan irritados por el espectáculo de Matías Ávalos que decidimos irnos y dejar la poesía para el día siguiente, prescindiendo también de la sesión trasnochada que tendría lugar a las doce en La Pérgola. Preferíamos ir frescos sobre seguro a la sesión del día siguiente por la mañana en la feria del libro.
Aunque a la lectura en el colegio de arquitectos había asistido una cantidad de público considerable fue muy superior el número de asistentes al palacio de Orive, demostrando así que lo que consigue enganchar al público no es tanto la poesía como la música. En este sentido es fácil comprender que los eventos que tengan un mayor éxito sean la sesión de trovadores o la sesión de trasnoche, en donde poesía y música se dan la mano.
El lugar más propio para la poesía moderna es la página. Rara es la vez en que recitada no queda oscurecida por la vanidad del poeta.
O su incapacidad, quería añadir. Hay que ver qué mal recitan los poetas, en general; y si aún estuviesen solos… Qué mal recitan los recitadores de poesía y aedos y rapsodas en general. Sólo los cantantes se salvan. Y no todos, por supuesto.
Aunque estoy de acuerdo contigo en que lo habitual es que los poetas no sea buenos recitadores de sus versos, también es cierto que debido a la cantidad de poetas extranjeros que había se había elegido a personas que sabían recitar muy bien para leer las traducciones. Además, aunque no es lo habitual encontrar un poeta que sepa recitar, a veces pasa. En cualquier caso me parece que es una magnífica oportunidad para conocer poetas nuevos, verlos o incluso charlar con ellos, teniendo en cuenta el enriquecimiento que significa este intercambio de ideas.
Yo tambien asistí a lo de matias ávalos, y muy al contrario me pareció absolutamente espectacular,eso si muy alejado de los poetas de la experiencia
Victoria, estamos completamente de acuerdo con que fue espectacular. Puro espectáculo que nada tenía que ver con la poesía ni con Cosmopoética. Entre eso y la poesía de la experiencia hay una infinidad de poetas distintos, algunos de ellos muy buenos. No todo son extremos.
A mi me encantó lo de matias ávalos,y si me pareció que tuviera que ver con la poesía,de hecho en el periódico que nos dieron del encuentro ,hay un poema suyo,
que me parece brutal,eso si, se aleja absolutamente de las corrientes que hoy en día predominan en la poesia.Se acerca más a brossa, juarroz..
Por cierto sus canciones me parecen de otro planeta(en el sentido positivo de la frase).