Siempre he sido un auténtico desastre en lógica. Por más vueltas que le doy, normalmente soy incapaz de encontrar la solución a cualquier acertijo lógico. Recuerdo que cuando era pequeño me quedaba perplejo ante el acertijo que se planteaba en la película de Jim Henson Dentro del laberinto. Precisamente ese tipo de acertijo lógico, en el que uno miente y otro dice la verdad es una de las variantes de acertijos más populares, la conocida como «Knights and Knaves», en donde los caballeros siempre dicen la verdad y los bribones siempre mienten. El objetivo final es saber quién es quién.
Este tipo de acertijos admiten una gran variedad de planteamientos y se le pueden añadir distintos condicionantes para dificultar aún más su solución. El filósofo y matemático George Boolos publicó en 1992 en el diario italiano La Repubblica un acertijo al que bautizó como «El acertijo lógico más difícil del mundo». Inspirándose en Raymond Smullyan, el maestro por excelencia de los acertijos lógicos, Boolos planteó el suyo con el siguiente enunciado:
«Tres dioses A, B, y C son llamados, en algún orden, Verdad, Falso, y Aleatorio. Verdad siempre habla expresando la verdad, Falso siempre habla expresando algo falso, pero la respuesta de Aleatorio es completamente aleatoria pudiendo ser verdadera o falsa. Su tarea es determinar las identidades de A, B, y C preguntando tres preguntas cuya respuesta es si o no; cada pregunta debe ser formulada a un único dios. Los dioses entienden español, pero contestarán todas las preguntas en su propio idioma, en el cual las palabras para Si y No son ‘da’ y ‘ja’, en algún orden. Usted no sabe que significado se asocia a cada palabra».
Todo este rodeo me lleva a Kaspar Hauser, un extraño niño salvaje que apareció en 1828 en Núremberg. Hoy en día su identidad sigue siendo un enigma, e incluso se ha contemplado la posibilidad de que pudiera ser un hijo ilegítimo de Napoleón Bonaparte. El caso es que se practicaron multitud de ensayos dirigidos a civilizarle, sobre todo para enseñarle a hablar, leer y escribir. Con el tiempo Kaspar Hauser se ha terminado convirtiendo en todo un fenómeno que ha inspirado a escritores, músicos, científicos o productores de cine. En 1974 Werner Herzog le dedicó una película titulada El enigma de Kaspar Hauser.
Pues bien, el motivo de que le haya puesto este título al artículo es que en un momento de la película se le plantea a Kaspar Hauser una variante del acertijo de «Knights and Knaves» donde debe adivinar quién miente y quién dice la verdad con la condición de que solo puede hacerlo con una única pregunta. En lugar de plantear la solución lógica, a Kaspar Hauser se le ocurre preguntarle al sospechoso si es un sapo. Si su respuesta es negativa sabría que dice la verdad y si es afirmativa sabría que miente. De este modo, a través de una interpretación muy particular de la navaja de Ockham, según la cual «en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la correcta», el supuesto salvaje logra poner en evidencia la artificialidad de la lógica proposicional.
Dejo el fragmento de la película, aunque por supuesto recomiendo verla completa.
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