Biblioteca infinita

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   Hace tiempo me preguntaba cuánto tiempo se tardaría en leer todos los libros que se han publicado en el mundo y traté de ofrecer una respuesta más o menos aproximada. Hoy me gustaría acotar un poco la cuestión y reflexionar sobre algo un poco menos ambicioso: ¿en algún momento de la historia ha sido posible leer todos los libros escritos en castellano? La idea viene de un artículo de Randall Munroe en el que se hace esta misma pregunta aplicada a libros escritos en inglés. Muchos de los razonamientos utilizados por Munroe para el inglés pueden ser aplicados también para el caso del castellano y, desde luego, la conclusión a la que se llega en ambos idiomas es muy parecida.

   El primer problema con que nos encontramos antes de poder ofrecer una respuesta es determinar con precisión el momento en que empieza el idioma que llamamos castellano, o al menos en que empieza a ponerse por escrito. Si tradicionalmente se ha considerado, siguiendo a Ramón Menéndez Pidal, que los primeros testimonios escritos de la lengua castellana son las Glosas Emilianenses de finales del siglo X o principios del XI, conservadas en el Monasterio de Yuso en San Millán de la Cogolla en La Rioja, estudios posteriores han demostrado que estas anotaciones están escritas en otro dialecto romance, el navarro-aragonés. De cualquier modo, si fueran manuscritos en castellano ‒cosa que no son‒ sería plausible pensar que al leerlos uno habría leído todo lo que se ha escrito en castellano, lo que en parte daría una respuesta a la pregunta inicial. Pero, ¿en qué momento la literatura castellana empezó a tener más textos de los que puede leer una sola persona?

   El momento de afianzamiento definitivo del castellano se produjo en el reinado de Alfonso X el Sabio en la segunda mitad del siglo XIII. Hasta ese momento las obras cultas y literarias se redactaban en latín, quedando reservada la lengua vulgar para los cantares de gesta. Sin embargo, con el rey Sabio se empezaron a redactar obras en el nuevo dialecto, lo que dio lugar a su reconocimiento oficial. Durante la Baja Edad Media el español se fue expandiendo por la península al mismo tiempo que avanzaba la Reconquista. Para el siglo XV el español se había extendido prácticamente por todo el territorio peninsular, en gran medida gracias a la unión de los Reyes Católicos. Como fecha simbólica para su nivelación definitiva podemos hablar de 1492, año en que el sevillano Antonio de Nebrija publicó su Grammatica, primer tratado de gramática de la lengua española.

   Ahora bien, aunque supiéramos en qué momento exacto empezamos a encontrar más textos en castellano de los que puede leer una persona todavía habría que calcular cuánto puede llegar a leer una persona a lo largo de su vida. Aquí es donde vuelvo una vez más a Munroe. Para hacer un cálculo aproximado este echa mano de algunos datos sobre la producción de escritores contemporáneos. Tolkien escribió El Señor de los Anillos en 11 años, lo que significa que de promedio escribió a un ritmo de 125 palabras por día, es decir, 0.085 palabras por minuto. En cambio, Harper Lee escribió Matar a un ruiseñor en 2 años y medio, con un promedio de 100 palabras por día, o 0.075 palabras por minuto. Como Matar a un ruiseñor es su único libro publicado su promedio de vida es de 0.002 palabras por minuto, o sea, cerca de 3 palabras por día. En el extremo opuesto podemos situar a Isaac Asimov, que en el prefacio de Opus 200 calculaba que había publicado unas 15.000.000 palabras entre los 30 y 50. Eso hace que su promedio sea de 1 palabra por minuto y de varios miles de palabras por día.

   A partir de aquí Munroe se toma dos libertades. Primero calcula una media con estos datos, lo que de entrada puede resultar un tanto arriesgado, teniendo en cuenta que hay autores que apenas han escrito y otros que han escrito muchísimo y que hay escritores que trabajan muy rápido y otros que tardan bastante tiempo en terminar un libro. Además hay que tener en cuenta que una persona puede leer entre 200 y 300 palabras por minuto de promedio. Así, si uno leyera durante 16 horas al día a 300 palabras por minuto podría abarcar durante toda su vida entre 400 Isaac Asimov y 100.000 Harper Lees.

   La segunda licencia consiste en aplicar esta media a los escritores de siglos atrás. Al fin y al cabo, la rapidez con que se escribe depende simple y llanamente de la velocidad con que nuestros cerebros organizan las ideas y las plasman en palabras, algo que no parece haber cambiado demasiado en unos cuantos siglos. Eso sí, tiene en cuenta la diferencia que hay entre escribir en un teclado o a mano: lo primero es aproximadamente el doble de rápido que lo segundo.

   Entonces, si tenemos en cuenta que los escritores producen entre 0,1 y 1 palabra por minuto, un lector muy activo podría ser capaz de leer todo lo que escribe una comunidad de entre 500 y 1.000 escritores. La pregunta final es cuándo se alcanza esa cantidad de escritores en la historia de la literatura inglesa, a lo que Munroe responde que a finales del siglo XVI. Por tanto, la época de Shakespeare es el último momento de la historia en que una persona podía leer todos los libros escritos en inglés. ¿Es aplicable esto a la literatura española? Lo cierto es que para mediados del siglo XVI el 80% de los habitantes de la península hablaba español. En esa época Inglaterra tenía unos 5 millones de habitantes, mientras que en España se barajan cifras que van de los 6 millones y medio a los casi 10 millones. Así pues, la fecha que Munroe ofrece para Inglaterra habría que adelantarla en el caso de España. Es muy probable que a comienzos del siglo XVI un lector ya no pudiera abarcar todo lo que se hubiera escrito en castellano, lo que nos llevaría a pensar en algún momento del siglo XV como fecha aproximada.

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