Existe una leyenda que cuenta que en 1795 el alemán estuvo a punto de convertirse en el idioma oficial de la recién nacida Estados Unidos, cuando un proyecto de ley que pretendía conseguirlo fue derrotado en el Congreso por un solo voto de diferencia. Después de todo, los alemanes habían jugado un papel importante en la historia de la joven nación americana. Sin embargo, esta votación nunca tuvo lugar ni tal proyecto de ley llegó a existir.
Lo más parecido que se presentó ante el Congreso en 1795 fue una propuesta de un grupo de germano-estadounidenses de Augusta, Virginia, para que las leyes federales se imprimieran también en alemán, además de en inglés. La Cámara debatió esta propuesta el 13 de enero de 1795 y como parecía que no se llegaba a una decisión se pidió un aplazamiento, propuesta que fue sometida a votación. El aplazamiento fue rechazado por una diferencia de un solo voto y antes de levantar sesión se decidió desechar la propuesta inicial. El 16 de febrero de ese mismo año la Cámara volvió a debatir la propuesta de traducir las leyes federales al alemán y, como resultado, se aprobó un proyecto de ley en el que se indicaba que las leyes solo se traducirían al inglés.
Con el paso del tiempo este acontecimiento se fue deformando, sobre todo a partir de la década de 1930, cuando la Federación Germano Americana o German American Bund, la mayor organización nacionalsocialista estadounidense, reconocida y apoyada por la Alemania nazi, utilizó la falsa leyenda para darle un mayor protagonismo al idioma alemán en Estados Unidos. A fin de cuentas, en aquella época el porcentaje de alemanes no superaba el 10% de la población y nunca en la historia de Estados Unidos el número de habitantes de habla alemana ha sido superior a un tercio del total de la población.
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