La obra que Andrzej Sobiepan coló en el museo

La obra que Andrzej Sobiepan coló en el museo

   Las relaciones entre artistas y museos a lo largo del siglo XX han sido muy complejas y han estado llenas de altibajos. Desde la aparición de los ready-mades de Duchamp muchos museos se han visto en la necesidad de incorporar en sus colecciones obras de arte que habrían sido impensables hasta la década de 1910, todo tipo de objetos cotidianos, desde ruedas de bicicleta, fundas de máquinas de escribir o urinarios, pasando por defecaciones enlatadas hasta obras realizadas en serie en las que la intervención del artista es casi insignificante o anecdótica. ¿Puede el artista escapar del mercado del arte? Parece imposible, pero muchos artistas lo han intentado, sobre todo en el último cuarto del siglo XX, a través de las obras de arte que no pueden venderse ni conservarse. Es ahí donde entran en juego las performances, un tipo de arte caduco por definición.

   Si hay un artista cuya obra sea poco propensa a formar parte de las colecciones de museos y a entrar en el circuito comercial ese parecía ser Banksy. No parece que grafitis callejeros que pueden encontrarse en lugares públicos puedan llegar a alcanzar cotizaciones astronómicas y, sin embargo, ha ocurrido. Las relaciones del artista inglés con el circuito artístico siempre han sido ambiguas. En 2005 consiguió colarse en cuatro museos neoyorquinos ‒Brooklyn, el Metropolitan de Arte, el de Arte Moderno y el Americano de Historia Natural‒ y colocar entre las obras de arte cuatro de sus creaciones ‒un envase de sopa de tomate, un escarabajo armado y dos retratos‒. Banksy, cuya identidad continúa siendo un misterio, entró disfrazado con una barba, un sombrero y una gabardina, y una vez allí, aprovechando un despiste de los guardias de seguridad, colocó sus obras, que pasaron desapercibidas durante varios días. El objetivo de Banksy era, supuestamente, lanzar un mensaje crítico en contra de la guerra y del terrorismo.

   Inspirado por Banksy, el estudiante de la Academia de Bellas Artes de Breslavia Andrzej Sobiepan quiso imitar su hazaña en 2011 colando una de sus obras en el Museo Nacional de Breslavia. Aprovechando un despiste de los guardias de seguridad Sobiepan logró poner uno de sus cuadros en una de las salas del museo de arte contemporáneo polaco ‒aquí puedes verlo en plena acción‒. Después de tres días, tras ser detectado el engaño, el museo se apresuró a retirar la obra de la pared, destinándola a otra localización, la cafetería. Y allí se mantuvo hasta que finalmente fue subastada en una obra benéfica.

   La motivación de Sobiepan, sin embargo, era muy distinta a la de Banksy. En este caso el joven estudiante de arte declaró a una cadena de televisión que no iba a «esperar 30 o 40 años para que mis obras estén en un lugar como este». Mariusz Hermansdorfer, director del museo, después de pedir disculpas por los errores de seguridad y de elogiar la actuación de Sobiepan como una «ingeniosa performance artística», se apresuró a declarar: «Se ha demostrado que la joven generación de artistas, a diferencia de sus antecesores, quiere ver su obra en los museos». Solo el tiempo dirá si Hermansdorfer está en lo cierto.

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